Náhuatl, el que acecha, el que vigila, el centinela. De tlachia, observar, vigilar (1).
En Olonteco, Hidalgo, brujo-curandero que dentro de sus funciones cura también las mordeduras de víbora. // En comunidades de Pahuatlán, Puebla, brujo que, además de ser señalado como causante de desgracias y enfermedades, es consultado para la curación de los enfermos, en particular, de los embrujados.
La herencia familiar es el patrón de iniciación y aprendizaje. Su área de influencia parece definida, pues por lo común embruja a personas que habitan en rancherías distantes, en tanto ejerce las funciones de curandero en su propia comunidad.
Los lugareños suelen distinguirlo del brujo-hechicero, dedicado a hacer maldades, y del brujo-curandero, encargado de curar a las víctimas de aquél. Aun así, se le teme tanto como al primero.
Es diestro en el conocimiento de los recursos herbolarios, tanto de los dañinos que ocupa en sus prácticas enfermantes, como de los que neutralizan sus efectos (1).
(1) Thomas, N. D., 1974.(2) Simeón, R., 1983.