Tarahumara. Enfermedad originada por un pequeño pájaro que aparece en las noches. Entre otros trastornos, se presenta con dolores musculares y óseos.
Se cree que las personas que duermen al exterior y boca arriba, son atacadas durante la noche por un pequeño pájaro de color vivo, de cauda flamígera, que habita en las caídas de agua; algunos lo asocian con las estrellas fugaces.
El afectado presenta un "moretón" en la parte del cuerpo que ha sido lesionada, así como dolor en los músculos y huesos, hemorragias nasales, somnolencia, debilidad, fiebre y delirio. Se dice que si el ave está "enojada" con la víctima, provocará que otros miembros de su familia enfermen de gravedad, especialmente los niños.
Para su curación se recurre a varios tratamientos, todos ellos precedidos por la preparación ritual del tesgüino. En la comunidad chihuahuense de Ohuivo, el owirúame, curandero tarahumara, debe "soñar" con el korimáka, y posteriormente colocar, en diversas partes del cuerpo del paciente, pequeñas cruces hechas con sus cabellos o el de alguno de sus familiares. En Guachochi, el citado terapeuta trata las hemorragias nasales haciendo aspirar al enfermo el humo de yesca de encino (Quercus rugosa), procurando no encenderla con pedernal y eslabón, sino con cerillo, ya que los primeros son considerados "pesados" y pueden dañar aún más al paciente. Otro tratamiento consiste en colocar al enfermo sobre un asiento hecho con ramas de sabino (Juniperus sabina) y piedras calientes; una vez sentado, le frotan el cuerpo con un fémur de res o wajáka, finalmente, es arropado con varias frazadas y se le da de beber un cocimiento de palo copalkin (Crotón cascarilma).
Suele presentarse rebeldía al tratamiento, por lo que en ocasiones éste puede prolongarse hasta cuatro años. Se asegura que cuando el enfermo llega a agravarse, la muerte sobreviene en cuarenta y cinco días.
Como métodos preventivos, se debe evitar descansar al exterior y boca arriba; en caso de que sea necesario dormir a la interperie, se recomienda utilizar un espejo en la cabecera de la cama o colgado al cuello, pues se cree que al contemplar su propia imagen, el ave se atemoriza y no causa daño. Otro método utilizado cuando una persona observa la cauda del ave, consiste en adularla, con palabras tales como: ¡pajarito bonito, qué hermosas plumas! (1).
(1) García Manzanedo, H., 1963.
"