Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Picadura de alacrán

También piquete de alacrán. Lengua indígena: Pame, kapmí santíly, piquete o pica alacrán (1).

Accidente frecuente en las zonas cálidas del país, sobre todo en el periodo que transcurre entre los meses de marzo a mayo (2 y 3).

Es producto del castigo de los dioses hacia aquellas personas que infringen las leyes sociales establecidas; también ocurre cuando se camina descuidadamente por el campo.

Se presentan síntomas diversos como hormigueo en la lengua, salivación, sensación de "tener como un estropajo en la garganta", calentura, fuertes dolores y entumecimiento de cuerpo (4 a 7).

Como método de curación, en algunas poblaciones de Durango cauterizan la herida con una brasa, procedimiento que en ocasiones causa la pérdida de conocimiento del accidentado (4). En la huasteca potosina y en Papantla, frotan la herida con ajo (Allium sativum) masticado con orégano (Origanum vulgare) (7) o tabaco (Nicotiana tabacum) (1), y en Caltzontzin, Michoacán, recurren al médico (5). En Morelos, sugieren comer las colas de alacrán para aminorar los efectos del veneno, tomar café cargado o jugo de limón con clara de huevo o refresco, o bien colocar un torniquete entre la lesión y el corazón (6). En Huitziltepec, Guerrero, aplican yodo, ocote (Pinus teocote) hervido o manteca de tejón sobre la herida y acompañan la curación con música de guitarra (2). En otras poblaciones del mismo estado, comen manteca de tejón o beben un cocimiento elaborado con cascabeles de víbora y una oreja de gato negro o café amargo. Recomiendan al enfermo no exponerse al frío ni alimentarse con carne fresca, ya que de hacerlo, puede sufrir parálisis en la cara y temblores en el cuerpo (3).

En la época prehispánica, acostumbraban chupar y frotar la picadura con piciete molido (8). Según Castillo, los alacranes más tóxicos habitan en la región de la sierra Madre Occidental y sus colindancias, y pertenecen al género Centuroides; por ejemplo, en Nayarit se encuentra el C. noxius que es el más peligroso; en Colima el C. limpidus; en Durango, el C. suffusus; en Sonora el C. scupturatus y en Morelos y Guerrero el C. limpidus y el C. elegans. Debido a su abundancia, estas dos últimas especies son las responsables de la alta morbimortalidad en el país en cuanto a picaduras (9). Su color va del amarillo claro hasta café muy oscuro y tienen el esternón triangular. Los síntomas que producen sus picaduras varían desde dolor y enrojecimiento local en los casos leves, hasta crisis convulsivas, inconciencia y shock en los graves. De acuerdo a su peligrosidad, el tratamiento consiste principalmente en la administración de antihistamínicos, corticosteroides y suero antialacrán (10).

Índice de Autores

(1) Chemin Bässler, H., 1984.

(2) Weitlaner, R. J. et al., 1946.

(3) García Jiménez, S., 1984.

(4) Antúnez, F., 1950.

(5) Rangel, R., 1982.

(6) Aguilar Pérez, R. et al., 1979.

(7) Santos García, A. de los et al., 1988.

(8) Basich, Z., 1980.

(9) Castillo, L., 1993. (10) Fanti E., E., 1992.

MZ