Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Quemaduras

Lesiones leves o agudas en la piel, ocasionadas por accidentes comunes en el medio doméstico o laboral. Las primeras se caracterizan por enrojecimiento cutáneo, ardor y aparición de ámpulas; las segundas implican pérdida cutánea (1).

Son producidas principalmente por agua hirviendo, aceite o manteca calientes, fuego o plaguicidas (2); para los nahuas de Milpa Alta, Distrito Federal, además de las causas mencionadas, también pueden ser fruto de la acción punitiva de un santo ofendido (1).

Este mismo grupo étnico considera que las quemaduras son de calidad caliente (V. frío-calor); sin embargo, para el tratamiento de lesiones leves utilizan remedios fríos, como el jugo de limón (Citrus sp.); frescos, como el vinagre o mantequilla; calientes como la sal y la manteca; o un poco de tinta mezclada con petate quemado y molido, si se requieren remedios de calidad templada. Picrato, Sulfathiazol o Vitacilina son los medicamentos de patente a los que también recurren (1).

En Tabasco, para refrescar y controlar el dolor, así como para evitar el desprendimiento de la piel, aplican de inmediato hojas de plátano (Musa sp.); o bien, utilizan plantas diversas como el jugo de las hojas de belladona (Nicandra physaloides), cataplasma de hojas de camote (?), hojas tiernas de cacao (Theobroma sp.) y hojas de ceiba (Ceiba sp.), estas últimas muy efectivas para las quemaduras causadas por el sol (2). En Plan de las Vegas, Veracruz, se reporta el uso de un emplasto hecho con cebollina (Allium neapolitanum) molida y cocida, a la que se agrega aceite rosado (3).

Aunque generalmente se considera que las quemaduras agudas deben ser tratadas por un médico, existen remedios caseros que intentan curarlas, y tienen por finalidad cicatrizar y extraer el calor del cuerpo; para ello, los nahuas de Milpa Alta aplican emplastos o soluciones hechas con cal caliza, excremento de conejo, aceite rosado y vinagre, auxiliándose con plumas de guajolote o de gallina negra que sirven para expulsar el calor (1).

Mención aparte merece la utilización de la corteza del tepescohuite (Mimosa tenuiflora) que se reporta popularmente como un remedio muy eficaz, pero que ha generado una gran controversia en la sociedad médica, debido a la carencia de pruebas que demuestren su potencial regenerativo epitelial, y por existir el antecedente de un estudio realizado en 1944, en el que se asienta que el ácido tánico, presente en la mencionada corteza, provoca una lesión hepática (necrosis centrolobulillar) que puede llevar a la muerte del paciente. Sin embargo, ningún grupo de investigación ha presentado pruebas de la presencia de este compuesto en la planta.

Desde la época prehispánica se utilizaba ya el tepescohuite en forma externa para tratar las quemaduras, pero es hasta nuestros días cuando su uso se ha extendido debido a la gran publicidad que se le ha hecho, situación favorecida por la carencia de controles sanitarios del producto. Pese a ser conocido desde la antigüedad, aún se ignora su mecanismo de acción, así como las alteraciones patológicas que pudiera provocar.

Índice de Autores

(1) Palacios de Westendarp, P., 1986.

(2) Garcés Medina, A., 1987.

(3) Hernández y López, J. A., 1988.

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