En Atoyac de Álvarez, Guerrero, la sangre de un gato negro se prescribe para curar a los que sufren convulsiones o ataques. Se deben extraer diez gotas de sangre de la oreja de un gato, secarla e ingerirla con agua cada tercer día hasta completar un total de seis dosis (1).
(1) García Jiménez, S., 1984.