Otomí. Entre los otomíes de la sierra Norte de Puebla, fuerza vital que anima la existencia; toda planta, animal, ser humano, espíritu y santo católico, tiene el suyo (V. alma).
El zaki de los seres humanos es considerado débil y susceptible de perderse o decaer.
La mayoría de las ceremonias curativas se realizan con el fin de proteger y revitalizar la fuerza anímica del paciente, hasta que recupere la salud. Después de la muerte de un individuo, la fuerza anímica abandona su cuerpo y continúa afectando la vida de las demás personas. Quien muere violentamente, deja un zaki enojado que se desplaza por los alrededores destruyendo y causando enfermedad (son los aires de muerto); aquellos que fallecen en forma natural o a causa de algún padecimiento, dejan tras de sí una fuerza anímica saludable que ayuda a la curación y al control de los espíritus malignos.
El especialista otomí trabaja para controlar esta fuerza vital de los espíritus, tanto benignos como malignos, representados en las figuras de papel.
(1) Sandstrom, A. R., 1981.