Los chochos también son conocidos con los apelativos de chochones y chocholtecas. Se considera que el chocho, el popoloca, el ixcateco y el mazateco constituían una sola lengua, la cual sufrió un proceso de diferenciación a partir del siglo V a. C., hasta convertirse en idiomas independientes. De estas lenguas, las más afines son el chocho y el popoloca, cuya separación comenzó hacia el siglo XII d. C.
Según la clasificación lingüística de Swadesh y Arana, el chocho pertenece al grupo Joca-Meridional, tronco Savizaa, familia Mazateco-Popoloca. Se caracteriza por ser un idioma tonal, lo que quiere decir que una misma palabra, pronunciada con distintas entonaciones tiene significados diferentes.
Algunos investigadores consideran a los chochos y popolocas como un solo grupo; quizá por esta razón, en el censo de población no aparecen registrados estos últimos, sumándose su población a la de los chochos. De acuerdo: con el XI Censo de población, el total de los hablantes de idioma chocho mayores de cinco años que habitan en Oaxaca es de 1 202, de los cuales solamente el 3.66% es monolingüe.
Los chochos se ubican en un reducido territorio, en el norte de la Mixteca Alta del estado de Oaxaca, principalmente en los municipios de Santa María Nativitas, San Juan Bautista Coixtlahuaca, San Miguel, Tulancingo, Teotongo. Vale la pena señalar que en el estado de Veracruz se registran 701 hablantes de esta lengua. La zona de Oaxaca en la que habitan los chochos es sumamente accidentada, y está conformada por parte de las sierras de Teposcolula y Tamazulapa, las cuales constituyen el Nudo Mixteco, con alturas que van de 2 000 a 2 700 msnm, pequeñas planicies con suelos pobres y erosionados.
El clima de la región se clasifica como templado subhúmedo, con temperaturas medias anuales de 10 a 20°C y precipitaciones pluviales de 900 mm.
Los ríos que cruzan el territorio chocho son el Tequilita, Xiquila, Tepelmeme, Blanco y San Pedro, todos ellos con poco caudal. La población se surte del vital líquido en los ojos de agua y manantiales que abundan en la región.
La flora y la fauna son muy pobres. Dentro de la primera sobresalen las plantas propias de las tierras áridas, cono mezquite, huizache, agaves, cactos, moreras, enebros, palmas, laureles y madroños; la segunda, comprende especies como conejo, liebre, tuza, tlacuache y algunos venados; abundan diversas variedades de víboras y alacranes.
La principal actividad económica del grupo es el tejido de sombreros, los cuales tienen buena aceptación en El mercado; sin embargo, las utilidades que obtiene son mínimas, debido al acaparamiento de los intermediarios.
A causa de la pobreza y erosión de los terrenos, la agricultura constituye una actividad económica secundaria, salvo en el caso de Santa Catarina Ocotlán, que cuenta con mejores tierras y lluvias más abundantes, por lo que ahí se cultivan maíz, frijol negro, habas y calabaza. En los otros poblados se produce en pequeñas cantidades maíz, frijol, jitomate, chile, cebolla, rábano, lechuga y nopal, además de frutales como capulín, melocotón, higo, manzana, tuna, la naranja, limón y zarzamora.
La técnica empleada para el cultivo es la de roza, tumba y quema, en la que se utilizan herramientas como el arado egipcio, la coa, la pala, el azadón y el machete. La tenencia de la tierra es de tipo ejidal y comunal con predominio de la pequeña propiedad.
La ganadería se reduce a la cría de cabras y, en menor número, de ovejas. Las primeras son importantes como alimento y por su venta, y las segundas por su producción de lana.
La crítica situación económica de los chochos obliga a los hombres a emigrar temporal o definitivamente para vender su fuerza de trabajo en lugares como Oaxaca, Tehuacán, Puebla, Orizaba, Córdoba y la ciudad de México. De esta manera, en los Tabulados básicos de la población indígena del estado de Oaxaca realizados por el INI, se reporta un total de 1 116 hablantes de esta lengua mayores de 12 años, de los cuales 360 son económicamente activos, 748 inactivos y ocho sin condición especificada.
La vivienda tradicional de los chochos tiene paredes de tallo de maguey y de una especie de agave llamada sotol, piso de tierra y techo de cuatro aguas de palma o pencas de maguey, con un orificio orientado hacia donde pega el viento dominante, para permitir la ventilación de la casa. Por lo general, consta de un solo cuarto sin ventanas y de una puerta hecha de otate que permite la entrada de la luz durante el día. La cocina puede estar dentro o fuera del cuarto. Otras casas son de piedra o mampostería, con las paredes recubiertas de cal. El techo de palma, con una inclinación prolongada, es de cuatro aguas. Sin embargo, últimamente comienzan a predominar las viviendas de mampostería y techo de asbesto o cartón. Algunas casas cuentan con un baño de temazcal y una troje para almacenar maíz.
Los servicios básicos intradomiciliarios son deficientes. Así, de 600 viviendas habitadas por chochos, sólo 281 disponen de agua entubada, 258 de energía eléctrica y 41 de drenaje.
Debido a las difíciles condiciones de vida y el deficiente bienestar social que caracterizan a los municipios en que habita el grupo, éstos son considerados de alta marginación.
A pesar de los programas de atención médica y saneamiento del medio aplicados por las instituciones, la morbilidad y mortalidad continúan siendo altas. Con la finalidad de mejorar las condiciones de salud de la población, en 1989 los terapeutas tradicionales chochos constituyeron la Organización de Médicos Indígenas Chocho-Mixteco (OMICHM), con sede en Nochixtlán, que agrupa a cerca de 27 médicos tradicionales de los municipios de Santa María Nativitas, San Miguel Huautla, Santa María Apazco, San Pedro Tidaá, y dos agencias ubicadas en Santa Cruz y Santiago Mitlatongo. Uno de los objetivos de la organización es tener una representatividad que les permita plantear apoyos y trabajos vinculados con la salud. Asimismo, han realizado proyectos de farmacias comunitarias y jardines botánicos de plantas medicinales.