Aunque esta etnia se designa oficialmente con el vocablo "yaqui", por vivir en las cercanías del río que lleva el mismo nombre, ellos prefieren llamarse a sí mismos yoreme, "hombre" o "persona", tal y como lo hacen los mayos, quienes aplican el término para designar a "el que respeta la tradición". Su lengua pertenece a la familia Pima-Cora del tronco Yuto-Nahua, grupo Nahua-Cuitlateco y se encuentra fuertemente emparentada con el mayo y el guarijío.
El territorio yaqui se localiza hacia el oriente del estado de Sonora, en la región conocida como valle del Yaqui, limitada al norte por el valle de Guaymas, al sur por el valle Sur del Yaqui, al este por la sierra Madre Occidental y al oeste por el golfo de California. La mayoría del grupo se concentra en los municipios de Guaymas y Bácum, seguidos en importancia por Cajeme y Empalme. En total, hay ocho pueblos yaquis pertenecientes a los cuatro municipios antes mencionados: Cócorit, Loma de Bácum, Tórin, Vícam, Pótam, Belem, Ráhum y Huirivis, todos ellos ubicados en las inmediaciones del río Yaqui, a excepción de los dos últimos.
De acuerdo con el XI Censo general de población y vivienda, en 1990 se registró una población total de 12 840 yaquis, 1 856 de los cuales pertenecen al grupo etario de cero a cuatro años, y 10 984 al de cinco años y más, la mayoría concentrados en el estado de Sonora. Sin embargo, según estimaciones hechas en 1987 por la Coordinadora Interestatal del Noroeste del INI, la población es de 25 723 individuos.
El clima donde habita el grupo se caracteriza por ser semidesértico y extremoso, con temperaturas mínimas de -5°C y máximas de 45°C, y una precipitación anual menor a los 200 mm. En la planicie costera de la región yaqui, la vegetación es la típica de clima seco donde los matorrales espinosos son los dominantes, alcanzando tallas hasta de 25 m de altura; algunas especies representativas son: mezquite, ébano, guamúchil, guásima, guiñóle o espino, pitahaya dulce, saguaro, cardón y otras cactáceas de tipo candelabriforme. En las partes más secas, los matorrales siguen dominando el paisaje, pero con menor talla y densidad; aquí es factible encontrar: gobernadora, mezquite jojoba, palo fierro, ocotillo, palo verde, torote, agaves, biznagas, nopales y otras cactáceas.
Dentro de la fauna de la región, son importantes para los yaquis las siguientes especies de caza: venado, coyote, zorra, tigrillo, jabalí, conejo, liebre, ratones de campo y tuza; la carne de esta última es especialmente apreciada, y su piel curtida es empleada en la fabricación de tambores.
La agricultura es la principal actividad económica. En los campos de riego se cultiva trigo, cártamo, maíz, arroz, soya, linaza, ajonjolí, algodón, garbanzo, tomate, alfalfa, sorgo, chícharo, chile y otras hortalizas, además de naranja y limón. Sin embargo, muchas de las tierras irrigadas han sido abandonadas por falta de recursos y créditos, problemas que han conducido a los agricultores yaquis a migrar principalmente hacia los Estados Unidos para ocuparse como jornaleros.
Actualmente, la ganadería representa una de las mejores posibilidades para la economía del pueblo yaqui. La cría de ganado se efectúa dentro de un marco de sociedades integradas en su mayoría por personas unidas por lazos de parentesco.
La pesca representa también una fuente importante de ingresos para el grupo. Los que se dedican a esta actividad, pertenecen a la cooperativa pesquera de las Guásimas, donde se captura y comercia camarón, corvina, lisa, putai y ostión.
Otros ingresos complementarios son obtenidos con la venta de artesanías, como muñecas de trapo vestidas con la indumentaria tradicional, esteras de carrizo, bordados en faldillas, blusas, manteles, servilletas y mantos, así como de productos y excedentes obtenidos de la cría de animales de corral y ganado.
La vivienda generalmente se compone de tres secciones rectangulares: el dormitorio y la cocina, cuya estructura es de horcones de mezquite plantados en el suelo, con paredes de carrizos entretejidos, y techo de carrizos y esteras cubierto por una capa gruesa de tierra; además de una habitación construida con ramas, llamada portal, donde pasan gran parte del día, sobre todo durante la temporada de calor. El patio se aprovecha para la cría de animales; en el extremo más alejado se instala la letrina, que se construye con el mismo material de las casas.
Existe una buena infraestructura para la comunicación terrestre, férrea y aérea. La zona es atravesada por el ferrocarril del Pacifico con varias estaciones cercanas a sus poblados, así como por la carretera internacional Guaymas-Ciudad Obregón, donde confluyen caminos pavimentados o de terracería provenientes de los distintos poblados yaquis. La radio, la televisión y el teléfono, son medios de comunicación a los que muchos habitantes tienen acceso. Todos los pueblos yaquis cuentan con energía eléctrica, y el agua es obtenida mediante canales provenientes de la presa Oviachic, o bien, por medio del bombeo de pozos profundos.
La atención institucional de la salud está en manos del IMSS, el ISSSTE y la SSA, por intermedio de clínicas ubicadas en los poblados de Vícam y Pótam. Las infecciones gastrointestinales y las respiratorias, así como la brucelosis y los accidentes por picaduras de alacrán, figuran entre las causas de demanda de atención más comunes de la región.
La religión yoreme se presenta como un complejo en que se evoca tanto al sistema nativo como al católico, sin que haya ninguna contradicción entre ambos; más bien ocurre una yuxtaposición de los personajes de las dos religiones. Así, la identidad de la virgen María queda representada por Itom Aye (nuestra madre), y la de Jesucristo por Iton Achai (nuestro padre). De hecho, se dice que Jesús fue un curandero yaqui que determinó el calendario litúrgico, las fiestas y las danzas de pascóla, del venado y del coyote, mientras que la virgen María fundó la danza de los matachines. En algunos casos, conceptos yaquis son identificados con elementos católicos; por ejemplo, Yuku (amo de la lluvia y el viento) es con frecuencia llamado diablo, y Suawaka (estrella fugaz) se identifica con san Miguel.
Por otra parte, aún persiste la creencia en los surem, antepasados míticos que se rehusaron a la evangelización, y habitan el yoany, antiguo mundo yaqui donde el hombre, los animales y todo lo que les rodea comparten una vida psíquica en común.
A lo largo del año se observan fiestas relacionadas con la época de secas y la de lluvias. A finales de mayo empiezan a recoger el trigo de sus campo y se comienza un ciclo ritual que marca las diferentes etapas del trabajo agrícola.