Los huaves también son conocidos como huazantecos, juaves, mareños y wabis. Al parecer, el vocablo huave es de origen zapoteco y significa "podrido por la humedad", motivo por el cual prefieren que los llamen mareños. Ellos se autodenominan mero ikooc, expresión que traducida literalmente significa "verdaderos nosotros".
Debido a su singularidad, la filiación lingüística del huave ha tenido bastantes problemas, sin que a la fecha exista un consenso general sobre su origen. Algunos lingüistas lo catalogan como independiente, mientras otros lo colocan en el grupo Zoque-Maya-Totonaco. Sin embargo, en la clasificación para las lenguas de México hecha por Swadesh y Arana, que es la más reciente, se ubica en el tronco Huave del grupo Otomangue. Por su parte, los huaves opinan que la lengua y el grupo proceden de Perú o Nicaragua, aludiendo, sin tener conciencia de ello, a una crónica del siglo XVI que ubica su origen en el mismo sentido. En las comunidades huaves se hablan tres variedades dialectales que son inteligibles entre sí, y que tiene influencias tanto del español como del zapoteco, aunque en mayor grado del primero.
De acuerdo con el Censo de población de 1990, el total de los hablantes de huave es de 14 351, de los cuales 11 745 son mayores de cinco años, y 2 396 pertenecen al grupo etéreo de cero a cuatro años que habitan en hogares cuyo jefe habla esta lengua. Solamente 15.03% de los mayores de cinco años son monolingües.
El grupo se encuentra ubicado en el estado de Oaxaca, en un litoral del golfo de Tehuantepec. Este litoral ocupa las dos terceras partes de una barra de 40 km, que separa al océano Pacífico de dos grandes lagunas, llamadas Mar Superior y Mar Inferior. Los municipios con alta densidad de población huave son San Mateo del Mar, San Francisco del Mar y San Dionisio del Mar, pertenecientes al distrito de Tehuantepec; también habitan en la Agencia Municipal de Santa María del Mar, perteneciente a Juchitán. En décadas recientes se crearon las colonias Cuauhtémoc y Benito Juárez, que se ubican en los 22 km de terrecería que comunican a Salina Cruz con San Mateo del Mar. La región comprende tres zonas bien diferenciadas: una de monte bajo, con algo de madera aprovechable y buenas posibilidades de caza; otra de sabana, que permite el pastoreo y algo de agricultura, y otra más, pantanosa, poblada de manglares y con abundantes salinas.
El territorio es árido, poco apto para la agricultura y los asentamientos humanos, debido a que la tierra es arenosa, y a que, en época de lluvias, se inundan grandes extensiones de terreno por lo impermeable del suelo y la dificultad que tiene el agua para salir al mar. La geografía no es muy accidentada, con algunos lomeríos de poca altura. Las localidades huaves se encuentran cerca de las lagunas antes mencionadas, las cuales se comunican con el mar.
El clima es caluroso y seco, con una temperatura media anual de 27.4°C; la brisa del mar refresca un poco el ambiente, ya que la lluvia es escasa y esporádica.
La región cuenta con bosques tropicales en los que predominan las acacias y algunos árboles de maderas finas, tales como: caoba, ébano, roble y cedro; también existen zonas con vegetación herbácea y mangles a la orilla de las lagunas. La tala inmoderada ha provocado cambios en el clima y en la vegetación.
La fauna está compuesta por: mapaches, coatís, zorrillos, tlacuaches, ofidios, tortugas e iguanas, así como una gran abundancia de aves ánades. El ocelote, el margay, el jaguarundi, el oso hormiguero y el venado se hayan en proceso de extinción. Las lagunas son ricas en especies como: lisa, mojarra, robalo, bobo y trucha, además de camarón, ostión y otras especies de moluscos.
La economía huave se basa en la pesca, mientras que la agricultura y la ganadería son actividades secundarias La pesca se lleva a cabo en las lagunas, ya que no se acostumbra en alta mar por carecerse de equipo adecuado y porque la producción lacustre es suficiente para el consumo y la venta. Sin embargo, en los últimos años las técnicas modernas de pesca han desplazado de manera importante a los métodos vernáculos, lo que ha alterado una forma de organización comunitaria que centraba a diversos sectores de la comunidad en un intercambio de servicios. Los nuevos métodos de pesca se sustentan en el empleo de lanchas de fibra de vidrio, motores fuera de borda y chinchorros de nylon o prolón. Sin embargo, esta nueva tecnología ha traído una serie de problemas que no encuentran una solución. Debido a que el costo de las embarcaciones no puede ser cubierto por los pescadores huaves, se ha recurrido a solicitar créditos gubernamentales que se otorgan a grupos organizados y a cooperativas. El deterioro del equipo, la falta de mantenimiento y la consecuente disminución de la producción, han llevado a las cooperativas a un endeudamiento que, en ocasiones, ha permitido confiscar el equipo y cancelar los créditos otorgados.
Recientemente, Productos Pesqueros Mexicanos creó un programa de crédito para las cooperativas huaves, el cual contemplaba el suministro de equipo y la comercialización del producto mediante un convenio con las cooperativas, que se comprometían a entregar toda la producción, abonando de esta manera el 30% del pago de la deuda. El precio de los productos, establecido por la propia dependencia, es demasiado bajo para los pescadores, quienes prefieren acudir al antiguo sistema de intermediarios que opera en los mercados locales, aunque sus ganancias continúen siendo mínimas. De esta manera, la principal vía de comercialización se realiza a través de intermediarias, conocidas como "regatonas", que obtienen a precios relativamente bajos una parte considerable del producto, cuya conservación, mediante las técnicas de cocer el camarón y secar el pescado, les permite canalizarlo a los centros comerciales de Oaxaca.
Por otra parte, debido a la mala calidad de las tierras, la agricultura siempre ha sido una actividad secundaria para este grupo; no obstante, se ha intensificado en los últimos tiempos, debido al incremento poblacional y la disminución de la actividad pesquera. Así, se han dedicado nuevas tierras para la agricultura, introduciendo nuevos cultivos y una tecnología más avanzada. El principal cultivo es el maíz, que se siembra alternándolo con el frijol, pero la producción es insuficiente para las necesidades de la población. Le sigue en importancia el camote, que constituye una parte significativa de la alimentación. También se siembra cacahuate, sandía, melón, calabaza, sorgo y ajonjolí, con muy buena demanda en el mercado nacional.
La ganadería tiene poca importancia. La mayor parte de los bovinos y ovinos pertenecen a las organizaciones religiosas o cofradías. Los ingresos obtenidos por su venta, se destinan a los gastos de las fiestas religiosas y al mantenimiento de la iglesia. Las personas que poseen este tipo de ganado pueden subsanar con su venta algún apuro económico.
La mayor parte de los huaves se asienta en pueblos semiurbanizados, con un promedio aproximado de 5.8 ocupantes por vivienda. En el centro se encuentra la iglesia, la escuela y la presidencia municipal. Las calles son rectas y a lo largo de ellas se localizan los solares dentro de los cuales se hallan las casas. La vivienda tradicional huave es de forma cuadrada o rectangular, mide de seis a ocho metros de largo por cuatro o cinco metros de ancho, y consta de una sola habitación con una puerta y sin ventanas. La paredes están hechas de palos verticales y horizontales entretejidos con varas o palmas. El techo es de dos aguas, con armazón de madera y cubierto con palma o paja. En el patio viven los animales domésticos y se tienen varias enramadas que sirven de cocina. Vale la pena señalar que, en los últimos años, han comenzado a proliferar casas construidas con paredes de concreto y techos de lámina.
Los servicios básicos intradomiciliarios presentan grandes deficiencias, pues de un total de 2 940 viviendas habitadas por hablantes de huave, sólo 253 disponen de drenaje, 1,471 tienen agua entubada y 1,921 cuentan con energía eléctrica.
El grado de analfabetismo es alto, ya que de un total de 8 488 huaves mayores de 15 años, alrededor del 40% es analfabeta. De igual manera, aproximadamente 25% de los 2,933 huaves de seis a 14 años no asisten a la escuela.
Se puede decir que las adversas condiciones económicas y de bienestar social, colocan a la población huave en un grado de marginalidad alto. Esta situación genera elevadas tasas de morbilidad y mortalidad que no logran ser abatidas, a pesar de los esfuerzos de las instituciones que realizan programas de salud pública.
Con la finalidad de mejorar las graves condiciones de salud de la población huave, y buscando coordinar esfuerzos con las instituciones sociales y de gobierno, los terapeutas tradicionales pertenecientes a este grupo, constituyeron en 1990 la Organización de Médicos Tradicionales Indígenas Huaves (OMTIH), con sede en San Mateo del Mar. La Organización cuenta con más de 18 terapeutas indígenas provenientes de las comunidades de San Mateo del Mar, San Pablo, Benito Juárez, Costa Rica y Huazantlán del Río. La agrupación ha realizado el cultivo de plantas medicinales y ha impartido capacitación a las madres de familia en la preparación de medicamentos tradicionales. Asimismo, interviene en las campañas de vacunación y en el levantamiento del censo de discapacitados y ancianos desamparados.
De esta manera, los médicos indígenas huaves ponen al servicio de su población los valiosos conocimientos que poseen acerca de las enfermedades y la manera de curarlas.