Los chinantecos se reconocen a si mismos como tsa ju jmí, "gente de palabra antigua". Su lengua pertenece al grupo Otomangue y presenta grandes diferencias dialectales que hacen difícil la comunicación entre sí e impiden establecer una división lingüística exacta.
La profusión tonal es la característica más peculiar de este idioma. Las palabras chinantecas constan generalmente de una sílaba, cuyo significado varía según el tono con que se pronuncie; dicha silaba puede constar desde una sola vocal hasta dos consonantes, o de una vocal y un "saltillo" o interrupción del sonido. No existe distinción en el género y número del referente, lo cual aumenta su complejidad. La importancia de este rasgo en la diferenciación de las palabras y la estructuración de los enunciados, se evidencia en el hecho de que los hablantes de esta lengua utilizan un sistema de silbidos para comunicarse a distancia.
Algunos investigadores mencionan la existencia de 16 dialectos producto de las particulares circunstancias históricas del grupo, entre ellas su cercanía con grupos zapotecos, cuicatecos, mazatecos y mixes del norte de Oaxaca.
Aparte del nombre que asumen como etnia, en cada una de las comunidades existe una autodenominación que va precedida del vocablo tsa, dsa o dlla -según sea la variante dialectal-, que significa gente y se combina con otras palabras que hacen referencia a un origen común. De esta manera, los chinantecos de Ojitlán son tsa ko wi, "gente con un mismo pasado", y los de Valle Nacional son dsa go, "gente de una misma raza". Además, en cada área existen diversos términos para nombrar a los chinantecos de otras regiones; por ejemplo, los de la región baja se refieren a los de Usila como tsa ji´, "gente agria", y a los de la alta como tsa tso ki, "gente de monte". A pesar de estas denominaciones utilizadas como una forma de diferenciación regional, y de la fragmentación lingüística presente en su idioma, los chinantecos se reconocen como antiguos pobladores de la Chinantla, comparten el mismo origen y muestran una fuerte cohesión social.
De acuerdo con Censo de población de 1990, el total de la población chinanteca ascendía a 131 752 individuos; de ellos, 22 652 pertenecían al grupo etáreo de cero a cuatro años, y 109 100 eran mayores de cinco años. Los chinantecos de cinco años y más de edad censados en el estado de Oaxaca, ascendían a 90 322.
El origen del nombre de la región de la Chinantla se asocia al vocablo náhuatl chinamitl, que significa "lugar encerrado o cercado". Este territorio se encuentra a poco menos de 100 km de la ciudad de Oaxaca y abarca 17 municipios ubicados en el noreste del estado. Al norte colinda con Veracruz, al noroeste con la región mazateca, al oeste con la región cuicateca, y al sur y sureste con la zapoteca. De los 17 municipios, 14 podrían considerarse como el corazón de la Chinantla, debido a que desde la época prehispánica están habitados por población predominantemente chinanteca; ellos son: San Juan Bautista Tlacoatzintepec, San Pedro Sochiapan, Ayotzintepec, San Felipe Usila, San José Chiltepec, San Lucas Ojitlán, Santa María Jacatepec, San Juan Bautista Valle Nacional, San Juan Lalana, San Juan Petlapa, Santiago Jocotepec, San Pedro Quiotepec, San Pedro Yolox y Santiago Comaltepec. En los otros tres municipios los chinantecos comparten el territorio con otros grupos étnicos: en San Juan Comaltepec y Santiago Choapan, conviven con zapotecos, mientras que en San Juan Bautista Atatlahuca lo hacen con los cuicatecos. En términos distritales, la región chinanteca abarca dos municipios del extremo oriente del distrito de Cuicatlán, seis del de Tuxtepec, cinco de Choapan, uno de Etla y tres de Ixcatlán. Los municipios del distrito de Cuicatlán pertenecen a la región de la Cañada, los de Tuxtepec y Choapan a la del Papaloapan, también reconocida como la región del Golfo, y los de Ixtlán y Etla a la sierra Juárez.
El territorio en su conjunto presenta una variabilidad enorme y se encuentra separado de las regiones vecinas por grandes cadenas montañosas. Es bañado por dos importantes ríos, el Tesochoacán, al que fluyen los ríos Cajonos, Chiquito y Manso, y el Papaloapan, con sus afluentes Santo Domingo, Valle Nacional y Santa Rosa o Usila. De acuerdo con sus características ecológicas, el área se divide en dos subregiones, la parte alta y la baja. La Chinantla alta se ubica en la sierra Juárez y comprende a los tres municipios del distrito de Ixtlán y al de Etla. La Chinantla baja está formada por los 13 municipios que se encuentran en la cuenca del Papaloapan, pertenecientes a los distritos de Tuxtepec, Choapan y Cuicatlán.
En la zona baja los climas varían del subhúmedo cálido y muy cálido al húmedo semicálido y húmedo templado; la precipitación pluvial alcanza los índices más elevados de todo el país, con precipitaciones de 1 000 a 4 000 mm, y temperaturas medias anuales de 16 a 21°C. La mayor parte del territorio presenta alturas que van de los 80 a los 1 200 msnm, si bien se encuentran altitudes de hasta 3 000 msnm en los puntos colindantes con la sierra Juárez y la región de la Cañada. La vegetación es muy densa, dominada por árboles que miden de 15 a 30 metros, algunas de las especies que se encuentran son el palo de agua, caoba, guayabo volador, sombrerete, capomo, palo mulato y chicozapote.
En la Chinantla alta el clima es frío, propio de una región montañosa que va de los 1 000 a los 2 400 msnm, y que en algunos puntos puede alcanzar altitudes hasta de 3 000 msnm. El área está cubierta por bosques de pino-encino, en tanto que los límites con la Chinantla baja se encuentra el bosque mesófilo de montaña. Existe una vegetación arbórea densa localizada en las laderas húmedas de las montañas; las especies más comunes son pino, oyamel, madroño, encino, aile y zacatón. Los bancos de neblina y las lluvias son frecuentes durante gran parte del año; la temperatura media del mes más caliente es superior a los 18°C, mientras que la del mes más frío alcanza los 0°C.
Las características ecológicas de la Chinantla han determinado que prácticamente no exista una estación seca, por lo que se ha desarrollado una riquísima variedad de flora y fauna, que incluye numerosas especies vegetales y que se refleja en la compleja clasificación etnobotánica de este grupo. Pese a lo anterior, las tierras son de baja calidad; sólo 5% de ellas pueden catalogarse dentro de las de humedad de primera, 15% son incultivables y 80% son de temporal de segunda. Esta situación se debe en gran medida al tipo de suelo, a las pendientes que forman las zonas montañosas y a los deslaves provocados por las aguas de lluvia, así como por los procesos de deforestación, tan agudos en los últimos 40 años.
En forma similar a lo que sucede en otras etnias de Oaxaca, entre los chinantecos subsiste la economía de prestigio, caracterizada por la redistribución de la riqueza por medio de las mayordomías y el compadrazgo, donde el prestigio se logra por la participación en esas estructuras y no por los niveles de acumulación. De esta manera, se desarrollan diversas actividades económicas, en las que la producción agropecuaria de autosubsistencia es la parte central de la economía, al ser el medio que proporciona los satisfactores básicos. En este tipo de actividades prevalece el trabajo familiar no retribuido, donde el trabajo doméstico femenino juega un papel vital en las duras faenas cotidianas.
Por otra parte, la interacción cada vez mayor con los grupos mestizos ha dado como resultado que los chinantecos participen de manera simultánea en la economía de mercado. Los canales de participación incluyen la agricultura comercial a través de la producción directa o el arrendamiento de tierras, el comercio, el desempeño de actividades asalariadas como el peonaje agrícola, o bien, la presentación de servicios diversos como choferes, albañiles, carpinteros, maestros, etcétera.
Pese a las situaciones tan adversas que han vivido los chinantecos, como la construcción de la presa Cerro de Oro en la región baja, que implicó la inundación de sus mejores tierras agrícolas, y la consecuente reubicación de la población en un medio ambiente desconocido con terrenos de peor calidad, ellos siguen cultivando sus productos básicos bajo patrones propios de las etnias mesoamericanas. En la parte baja existe el tipo de cultivo de temporal en primavera-verano, y el de "tonamil" o humedad en otoño-invierno. Los sistemas de trabajo agrícola incluyen la labranza de una parcela con trabajo familiar y jornaleros sin tierra. En las tierras comunales se trabaja "en sociedad", es decir, el trabajo y la producción se distribuyen a partes iguales entre los participantes. Otra forma, conocida como "echar mano", consiste en que el colaborador es retribuido de acuerdo con la cantidad del trabajo desarrollado.
En la Chinantla alta la geografía y la carencia de obras de retención del agua, propician el cultivo de temporal, bajo el sistema de roza, tumba y quema, practicado en las escarpadas laderas de la sierra Juárez. La migración laboral y la actividad forestal constituyen importantes fuentes de ingresos. Para frenar la exagerada tala clandestina de esta zona y lograr un aprovechamiento más racional del recurso forestal, algunas comunidades serranas zapotecas y chinantecas han creado organizaciones autónomas. Los sistemas de trabajo son similares a los de la parte baja, y existe también una combinación de propiedad privada y comunal. En Yolox funciona un mercado semanal visitado por chinantecos y zapotecos, quienes intercambian sus productos.
En ambas zonas, el principal cultivo es el maíz; en la parte baja en promedio se obtienen de una a dos toneladas por hectárea, mientras que en la región alta los rendimientos son menores. Además de este grano, la producción agrícola se complementa con varios tipos de frijoles, calabaza, chile y chayotes, entre otros. Actualmente se ha incrementado el uso de agroquímicos; sin embargo, las técnicas y utensilios de siembra y cultivo siguen siendo tradicionales.
La mitad de las tierras productivas son utilizadas para cultivos comerciales. Los chinantecos producen estos cultivos en sus terrenos, o bien arriendan tierras a particulares, y participan como jornaleros en la siembra y recolección. Los principales productos son caña, arroz y chile. La producción de tabaco, barbasco y piña, que en un tiempo fue importante, ahora ha perdido competitividad debido a los malos manejos oficiales. En la parte alta y en la región de Choapan, el café constituye el principal cultivo de mercado.
En los huertos familiares se tienen frutales y vegetales, tales como yuca, plátanos, mangos, cocos y cítricos. Asimismo, el manejo etnobotánico es amplio. En un estudio realizado en un ejido cercano a Tuxtepec, se registraron 18 especies de árboles para obtener leña, o para emplear la madera en la construcción, así como 55 plantas silvestres y domesticadas para uso medicinal, y en un solo huerto casero se encontraron 90 plantas comestibles.
La ganadería es importante, principalmente en la parte baja, aunque cabe señalar que los indígenas juegan un papel poco relevante dentro de ella, pues sólo participan en la pequeña ganadería.
La mayoría de los caminos en la Chinantla siguen siendo brechas; las regiones más incomunicadas son las de Cuicatlán y Usila. La carretera Oaxaca-Tuxtepec conecta los tres municipios de Ixtlán con Valle Nacional, Chiltepec y Ojitlán.
La población chinanteca habita en 360 localidades, de las cuales 98.6% son rurales y tienen menos de 1 999 habitantes, y sólo 1.4% son urbanas, registrando una población que va de los 2 500 a los 9 900 habitantes.
El Censo de 1990 registró 20 599 viviendas en los municipios chinantecos, con un promedio de 5.7 ocupantes por vivienda. Los servicios domiciliarios se encuentran por debajo del promedio estatal. Así, mientras que a nivel estatal la cobertura del el servicio de agua entubada es de 58%, en la Chinantla es de 35.6%. En este punto es importante aclarar que no se trata de agua potable, sino, en la mayoría de los casos, del entubamiento del agua de los ríos o manantiales que cubren el territorio chinanteco, y que muchas veces se hallan contaminados por la falta de drenaje y el deterioro ambiental. En lo que respecta al drenaje, a nivel estatal se registró una cobertura de 29.9%, en tanto que en la Chinantla fue sólo del 10.3%. En forma similar, la energía eléctrica presentó una cobertura estatal de 76.1%, mientras que en la zona fue de 57.1%.
Las condiciones sanitarias de la población chinanteca son críticas. Aproximadamente 90% de las familias practican fecalismo a ras del suelo, y el 73% carece de agua entubada. Una encuesta realizada en 1991 por el Movimiento Laico para América Latina (MLAL) en coordinación con los promotores de salud de la Unión de Pueblos Indígenas de la Sierra de Lalana, reveló que en la Chinantla los índices más elevados de desnutrición e insalubridad se registran en la zona de Choapan. En esa área, el 75% de la población menor de 12 años presenta niveles de desnutrición de primer grado, y más del 50% se clasifica en el segundo y tercer grado. Esta cifra representa uno de los promedios más altos de desnutrición severa a nivel nacional. Otro estudio realizado por el Instituto Nacional de la Nutrición "Salvador Zubirán" (INNSZ) mostró que el fecalismo al aire libre es el factor de contaminación ambiental más importante en la incidencia de parasitosis intestinal y enfermedades diarreicas y, por ende, de desnutrición infantil. La presencia de letrinas ha creado otro foco de contaminación fecal debido a su mal funcionamiento y mantenimiento. De ahí que la incidencia de amibiasis y parasitosis registrada entre la población preescolar de la región de Ixtlán fluctúe entre el 24 y el 29%.
Pese a estas desfavorables condiciones, la asistencia médica es bastante deficiente. Los servicios de salud son proporcionados por la Secretaría de Salud, y sólo en la región de Tuxtepec existen algunas unidades médicas rurales del IMSS-Solidaridad y dos unidades del ISSSTE.
En los últimos años, el INI ha impulsado la formación de organizaciones de médicos tradicionales. De esta manera, en 1989 se fundó la Organización de Médicos Tradicionales de la Chinantla (OMTCH), que agrupa a 42 especialistas, y en 1991 se formó la Organización de Médicos Tradicionales de la Región Cañada (OMTIC), que agrupa a 11 terapeutas pertenecientes a los grupos chinanteco, cuicateco y mazateco. Ambas organizaciones tienen como principal objetivo trabajar en forma coordinada con el INI en el fomento, promoción y prevención de la salud individual y comunitaria, así como establecer un intercambio de conocimientos entre las diversas especialidades de la medicina tradicional.