Necesidad manifiesta de la mujer embarazada de satisfacer un deseo, comúnmente comer un alimento en particular.
Existe la creencia muy difundida en todo el país, de que no cumplir los antojos de una mujer embarazada puede traer consecuencias graves para el hijo que espera e incluso para ella misma. Más aún, se afirma que el deseo no es de la madre, sino del hijo, quien lo trasmite a su progenitora de una manera inconsciente. En Morelos, el antojo se entiende como el deseo de ingerir un alimento especial de manera compulsiva y pasajera; se dice además, que si el antojo no es satisfecho, al nacer el niño mostrará la huella de su deseo; también se menciona que de no satisfacerse un antojo particularmente intenso, la mujer puede abortar (1). Asimismo, en varias comunidades del Estado de México se comparte la creencia de que de no cumplirse los caprichos de la mujer puede sobrevenir el aborto; que si un antojo es satisfecho de una manera parcial e insuficiente, en los labios de la criatura aparecerá la sustancia que despertó los deseos maternos; se cree también que si la mujer embarazada ha tenido muchos antojos, su descendencia será malcriada y caprichosa, puesto que desde antes de ver la luz ya está pidiendo una multitud de cosas por boca de su madre (2). En otros lugares se considera que si los antojos no son satisfechos y la mujer no aborta, el niño nacerá con defectos (3). En San Juan Atzingo, Estado de México, se reporta que los deseos insatisfechos de la mujer embarazada pueden culminar en un parto prematuro (4). En Oaxaca, se refieren al antojo con la expresión "lo que pide el corazón" y se piensa que de no satisfacerse, además de que la mujer puede abortar, el niño nacerá con la boca abierta (5). En Sayula, Veracruz, se dice que a la mujer le aparecerán granos en la cara al ver frustrados sus deseos de comer un alimento determinado (6). En el Diccionario maya Cordemex, se encuentra el término osil y su sinónimo maax (un tipo de antojo particular de las mujeres embarazadas, definido como "antojo o deseo de preñada"), y se hace notar que si no se cumplen sus antojos, se le hincharán los pies a la madre (7).
Si bien la única forma infalible de evitar desgracias a consecuencia de los antojos es cumplirlos; en Morelos, en el caso de no ser esto posible, las parteras recomiendan beber una infusión en la que se hierven muicle (Jacobinia spicigera), camote de flor de san Diego (?) y un objeto de oro o un trozo de estambre rojo; o agua con azúcar y fécula de maíz (1). En San Lorenzo Telpaltitlan, Estado de México, se cree que si la embarazada desea comer tierra y la ingiere, el niño nacerá "enclenque", por lo que se aconseja comer como sustituto carbón o cacharro de loza de Guadalajara (3).
López Austin hace notar que data de tiempos prehispánicos la creencia de que los deseos de la embarazada provienen del hijo que espera. "... El antojo de preñada era concebido como la expresión de las necesidades del niño a través de su madre. Se creía que el no satisfecho mostraba al nacer las huellas de su deseo" (8:339). Menciona además que estas creencias presentan interesantes paralelismos con las concepciones europeas (8).
// Mancha en la piel con la que nace un niño, debido a un antojo que tuvo la madre en los últimos días de su embarazo. En Atoyac de Álvarez, Guerrero, se cree que si una mujer embarazada tiene un antojo días antes del parto y no lo satisface, su hijo nacerá con una mancha o lunar con la forma del alimento deseado. Así, la mancha puede tomar la figura de una fresa, naranja, manzana, pescado, etcétera.
La curación mágica consiste en untar sobre el lunar el alimento que provocó el antojo (9).
(1) Mellado Campos, V. et al., 1989.(2) Gamio, M., 1979.(3) Sullivan, T., 1969.(4) Bushnell Hempstead, J., 1955.(5) Parsons, E. C., 1966.(6) Guiteras Holmes, C., 1952.(7) Barrera Vásquez, A. et al., 1980.(8) López Austin, A., 1990a.(9) García Jiménez, S., 1984.