Huasteco. Robo del alma ejecutado por un ser en gestación para asegurar y afianzar su desarrollo y posterior nacimiento.
Los huastecos conciben que el ánima de un feto necesita apoderarse del alma de un moribundo para desarrollarse y así poder nacer; bajo este razonamiento, las personas agonizantes que no responden a los procedimientos terapéuticos, son identificadas como víctimas de haluk´laab. De esta manera, paralelamente al nacimiento de un ser, se contempla la muerte de otro. En ocasiones, algunas criaturas -que incluso antes de nacer son nombradas "brujos"- eligen el espíritu de alguien al que aún no le llega "su tiempo de morir", principalmente el de una persona que recibe un susto fuerte o ts´itsimbe.
Se conjetura que un feto es brujo cuando sus hermanos enferman, y su estado se agrava conforme avanza el embarazo de la madre; también surge la sospecha al indisponerse otro niño vecino cuyo cumpleaños se aproxima o coincide con la fecha en que nació el brujo.
Para diagnosticar este mal, el curandero revisa con cuidado los dedos de las manos y pies del paciente, pues la presencia de ciertas señales indica que el alma del feto o haluk se ha introducido al cuerpo por esa vía. De esta manera, para evitar la penetración, se acostumbra "sellar" los dedos de los enfermos con agua de nixtamal.
Los afectados de susto fuerte originado por un accidente, y que se presume han sufrido el ataque de un haluk, deben cubrir sus heridas con hollín o cal. Se cree que esta operación provoca que el malvado nazca con manchas blancas, o bien sufra deformidades en la boca o en las extremidades. Otra forma de proteger la vida de la víctima, y que provoca al mismo tiempo que la madre del feto brujo sufra un aborto, consiste en limpiar al paciente con un sapo cuyo vientre se torne rojo; si esto sucede, se le extraen las vísceras que son arrojadas al bosque (1).
(1) Alcorn, J. B., 1984.