Lengua Indígena: Náhuatl ihíotl (1) (2). Tzotzil jsek´um (3). Zoque pat, nopal (4).
Junto con la bilis, es identificado como centro anímico donde residen o recaen las pasiones; responsable, a la vez, de ciertas conductas y sentimientos.
Los tzotziles señalan que está constituido por dos pequeñas bolsas colocadas detrás de los pulmones, pero ignoran su función (3). Los zoques de Tapalapa, Chiapas, lo ubican entre la caja torácica y el estómago, cargado hacia el costado derecho, adjudicándole la función de fabricar y almacenar la sangre.
...a él llega, proveniente del estómago e intestinos (por medio de tubos muy finos), todo el alimento procesado, que pasará a formar la fuerza [sangre]... cuando el cuerpo pierde sangre, el corazón se debilita, y es entonces cuando el hígado lo auxilia sacando reservas de su depósito; mientras tanto, el hígado vacío pedirá a las `calderas´ que existen en el estómago y a lo largo de los intestinos, los nutrientes necesarios (`alimentos remolidos´) para elaborar la sangre (4:296).
Según las creencias de este grupo, el hígado de los varones llega a almacenar un litro de sangre, y el de las mujeres en edad fecunda, un cuarto más, en previsión de la que habrá de reponer durante las menstruaciones (4).
Es creencia común en algunos grupos nahuas, particularmente los de Chignautla y Hueyapan, Puebla, que el hígado cumple una función anímica: es responsable de dar armonía al cuerpo, tiene la capacidad de atraer a las personas y a él atribuye la manifestación del amor carnal. Más aún, se afirma que quien posea un hígado pequeño es perezoso; tener un hígado limpio significa ser sincero, diligente, bueno; si el órgano es "pinto" o "manchado", la persona es colérica, distraída, triste, mentirosa, etcétera; si es vigoroso, podrá ser capaz de dañar a sus semejantes (2) (V. ihíyo).
Cabe mencionar algunas expresiones del dominio popular que denotan la afección del hígado ante ciertas pasiones o emociones, fundamentalmente de disgusto, enojo e ira, tales como "¡se me hincha el hígado...!", "¡me revienta el hígado...!", "¡me cae en la punta del hígado!", "¡... es un hígado!".
Para los antiguos nahuas, el hígado era uno de los principales centros anímicos en el que se encontraba alojada una entidad, el ihíyotl, al que se adjudicaba la vitalidad, el vigor, las pasiones y sentimientos; es así que del hígado surgían las apetencias, el deseo y la codicia (1).
(1) López Austin, A., 1990a.(2) Ramos Hipólito, E., 1988.(3) Holland, W. R., 1978.(4) Reyes Gómez, L., 1988.