Los coras o nayeri, como ellos se autonombran, habitan en la sierra Madre Occidental, en el extremo norte de Nayarit. Lingüísticamente la lengua cora pertenece al subgrupo Yuto-Nahua de la subdivisión Pima-Tepehuán. Los coras hablan su lengua y una variante del español a la que llaman "castilla", mezcla de ambas y llena de expresiones de español antiguo. Cada comunidad tiene variantes dialectales, lo que hace difícil que se entiendan entre sí. Utilizan designaciones gentilicias para sus comunidades y habitantes; así, los de Santa Teresa son tereseños (quamaruci), los de Jesús María, maritecos (chusete), los de la Mesa del Nayar, mésenos (yohke) y a los mestizos los nombran vecinos (napue).
El territorio comprende los siguientes límites étnicos y geográficos: al norte se encuentra la línea divisoria entre Nayarit y Durango, donde habitan los tepehuanos y algunos mexicaneros; al oriente, el estado de Jalisco, habitado por huicholes y mestizos; al sur, los ríos Jesús María y Chapalanga, hasta el río Santiago; al oeste, San Pedro Ixtacán y el río San Pedro. Los principales centros de población son las localidades de Jesús María, Santa Teresa, San Pedro Ixtacán, San Juan Corapan, Rosarito y Saycota, de los municipios de El Nayar, Acaponeta, Rosa Morada y Ruiz. Es pertinente mencionar que dentro del territorio cora habitan huicholes, mexicaneros, tepehuanes y mestizos.
De acuerdo con el Censo de población de 1990, el total de la población cora era de 14 417; de esta cantidad, 2 494 pertenecían al grupo etáreo de cero a cuatro años, y 11 923 eran mayores de cinco años.
El área donde se asienta este grupo étnico, se encuentra enclavada en la parte oeste de la sierra Madre Occidental, tiene alturas que varían de los 400 a los 2 100 msnm, con cerros aislados de cuyas bases parten estrechas quebradas que se comunican con las profundas barrancas que surcan la región serrana en dirección de norte a sur. En tiempos de lluvias, unas y otras se llenan de agua y forman torrentes que corren entre los acantilados y desfiladeros. Uno de ellos, la cañada del río de Jesús María, divide al altiplano en dos partes y sirve de límite entre los territorios cora y huichol. La región está surcada por numerosos arroyos que confluyen a los ríos Jesús María o Cora y al San Pedro.
La mayoría de los pueblos están situados en tierra caliente con una rica y variada vegetación. Debido a las diferencias topográficas, existen diversos tipos de climas que van desde el tropical hasta el templado frío.
La flora incluye gran variedad de árboles como el cedro rojo, amapa, chicozapote, caoba, zalate, higuera, guásima, guanacastle, ceiba, tascalate, venadillo y mezquite, así como pináceas en terrenos de más de 1 500 m de altitud.
La fauna es abundante, encontrándose venado, jabalí, tejón, coyote, zorra, tigrillo y otros pequeños mamíferos, así como diversas aves; en los ríos y lagunas hay peces como robalo, bagre, trucha y mojarra.
La agricultura y la ganadería representan las principales actividades económicas. Con el auxilio de técnicas adicionales, en las partes bajas se siembra maíz, frijol y calabaza, además de sandía, melón, caña de azúcar, cacahuate, pepino, jícama, chile y jitomate. En los climas calientes y templados hay árboles frutales como mango, aguacate, naranjo, lima, limón, plátano y papayo, entre otros. Los cultivos en las partes altas se reducen a maíz, frijol y calabaza; entre los frutales se encuentran el durazno, manzano e higo.
La actividad más importante es la ganadería; en ella se incluye la explotación de bovinos, ovinos, caprinos, porcinos, ganado caballar y mular, así como la cría de abejas, gallinas y guajolotes. Lo precario de la economía obliga a muchos jefes de familia y a los hijos mayores a emigrar temporalmente a la costa para trabajar en el corte de las hojas de tabaco o en la pizca de maíz. En forma temporal algunos hombres jóvenes migran a los Estados Unidos, principalmente al estado de Oregon.
La mayoría de las viviendas tienen una sola habitación que sirve de dormitorio, cocina y bodega; carecen de ventanas y sólo tienen una puerta de acceso. Hay algunas casas rectangulares de piedra y lodo o de adobe, con pisos de tierra apisonada y techos de zacate de dos o de cuatro aguas, y con corredor abierto, si es de teja. Además, existen chozas más sencillas hechas de madera o caña de zacate. El mobiliario consta de lechos de petate o de pequeñas mantas colocados directamente sobre el suelo; suelen usar camas hechas con dos bancos o con cuatro horcones en los que atraviesan dos maderos que sostienen los otates; una mesa y troncos de árbol a manera de bancas, mesas y sillas completan el mobiliario. Por diferentes lugares cuelgan la ropa, talegas de lana, telares, plumas y flechas sagradas, distintas herramientas y útiles de trabajo. En las oquedades que sirven de alacenas, ponen trastes, velas de uso ritual y hierbas medicinales. En uno de los extremos del cuarto está el fogón, en muchos casos elevado, y alrededor de él los implementos para cocinar. Cabe mencionar que en el transcurso de los años y al aumentar la población, se han construido viviendas diferentes a las tradicionales, principalmente en la comunidad de Jesús María, cabecera municipal del municipio de El Nayar, y por lo tanto habitada por un gran número de mestizos. Allí, las casas de los indígenas son de adobe con pequeñas ventanas, puertas de madera y techos de paja, lo que hace a las viviendas muy oscuras. Los patios están cercados con bardas de piedra donde crecen mezquites, guamúchiles y nopales. Bajo una enramada, en el patio de la casa, se prende el fogón de barro para preparar los alimentos. Por su parte, los mestizos construyen casas de dos pisos y dan una nueva fisonomía al pueblo al introducir cambios en el comercio; se abren farmacias y tiendas de muebles y aparatos eléctricos. Así, el auge económico de los mestizos contrasta con la pobreza de los coras.
Los servicios públicos son escasos. Según el Censo de 1990, aproximadamente el 50% del total de las viviendas cuentan con agua entubada, el 20% tiene drenaje y el 80% cuenta con electricidad.
Hasta la década de los ochenta, la región carecía de vías terrestres de comunicación; sólo había caminos y veredas. Desde hace mucho tiempo las avionetas son el medio de transporte para llegar a las principales poblaciones. Actualmente, está por terminarse la carretera que va de Huejuquilla, Zacatecas, a Tepic, atravesando la sierra del Nayar. Inclusive, una línea de autobuses recorre cada semana el tramo Huejuquilla-Jesús María, que se encuentra ya terminado en su totalidad. La carretera de la Mesa del Nayar tiene dos caminos: uno que va a la comunidad de Santa Teresa, que sólo funciona en época de secas, y otro que atraviesa el cañón del Fraile para llegar a Ruiz.
Existen primarias rurales ubicadas en la Mesa del Nayar, Gavilanes, Santa Teresa y Jesús María; en otros lugares se cuenta con albergues escolares. Algunas personas consideran que la educación impartida en estos centros escolares ha provocado la pérdida paulatina de las costumbres coras.
En toda la sierra hay unidades médicas rurales que apoyan a las comunidades en la curación de las enfermedades; en los casos graves, se traslada a los enfermos a Tepic en avioneta.
En términos generales, la salud en las comunidades coras es muy precaria; la desnutrición, las enfermedades de la piel y otros males epidémicos se manifiestan en cada uno de los niños y adultos. La escasez de agua, tanto potable como no potable, ocasiona que las enfermedades gastrointestinales sean frecuentes, y que las comunidades no se agrupen en grandes pueblos sino que sus habitantes vivan en ranchos aislados. Esta dispersión poblacional, así como la insuficiente acción institucional para crear conciencia en los coras respecto de principios básicos de higiene, ha conducido a la búsqueda de soluciones viables para esta problemática sanitaria.
En un intento por mejorar esta situación, el INI planea la construcción de un hospital en Jesús María, cuya característica principal será el trabajo conjunto entre médicos alópatas y tradicionales. La región también cuenta con la Organización de Médicos Tradicionales de los Estados de Nayarit-Jalisco (OMTENJ), con sede en el municipio de El Nayar y que agrupa a 83 terapeutas tradicionales coras y huicholes. La acción de esta organización ha permitido el establecimiento de farmacias comunitarias y jardines de plantas medicinales.
Por otra parte, los ritos de mayor significación para los coras, son los que se practican a lo largo de un gran ceremonial, que denominan "El mitote". Este tiene una relación directa con el maíz, primordial y casi exclusivo alimento, además de ser el elemento base de su existencia. De esta manera, le rinden culto a través del maíz rojo blando, que para ellos es sagrado. Dicha ceremonia se efectúa en determinadas fechas comprendidas dentro del ciclo productivo del maíz, y son: fiesta de la Chicharra, fiesta de la Sierra, Ofrenda de Primicias, fiesta del Cocimiento del Elote y la Calabaza y, fiesta del Esquite.
El territorio cora tiene infinidad de lugares sagrados que representan el recuerdo que han dejado los dioses de sus hazañas y memorias. Los mitos de origen o "historias antiguas", son trasmitidas oralmente de generación en generación, y son narradas en los mitotes; en ellas, se describe cómo fue construido el mundo, cómo se obtuvieron la lluvia, el fuego, el tabaco, el maíz y las costumbres.