Para los zapotecos de Oaxaca, es la representación femenina del demonio. Se les aparece a los hombres, los seduce y les roba el pene (1). En Jalisco, es una mujer que ahogó a sus hijos en un río. Despierta la lujuria en los hombres trasnochados y los embelesa, para luego convertirse en calavera y espantarlos (2) (V. susto).
Creencias similares existen en el poblado morelense de Tlayacapan. Sus habitantes dicen que La Llorona -también llamada Mala Hora y Malinche- fue una prostituta que mató a sus vástagos; por su crimen, Dios la castigó convirtiéndola en la manifestación femenina del demonio. Pasea cerca de las barrancas y seduce a los hombres noctívagos, para luego espantarlos o conducirlos al abismo. Tiene el poder de transformarse en serpiente y envenenar a su víctima (3). Viste un traje blanco y cubre su rostro con un velo del mismo color. Si acaso alguien logra levantarle éste, descubre que el ente tiene cara de caballo.
Las creencias en torno a La Llorona datan de la Colonia. Ya en el siglo XVI, los habitantes de la ciudad de México decían ver a una mujer vestida de blanco deambular por las calles al hilo de la media noche; iba dando alaridos escalofriantes. Para algunos, se trataba de La Malinche, que después de morir fue condenada a vagar por la Tierra, arrepentida de su traición al pueblo de México (4). Sin embargo, la leyenda se remonta aún más atrás: uno de los presagios que tuvo Moctezuma Xocoyotzin de la inminente llegada de los españoles, y el derrumbe de su imperio, fue la repentina aparición en las calles de Tenochtitlan de una mujer nocherniega que se lamentaba por sus hijos, los mexicas. Además, la diosa Cihuacóatl, mujer-serpiente de la mitología prehispánica, ya encarnaba aspectos similares a los de La Llorona. Igualmente vestía de blanco y aparecía en la noche lamentándose a gritos (5).
(1) Whitecotton, J. W., 1985.(2) Mendoza, V. R. de, 1955.(3) Ingham, J. M., 1986.(4) González Obregón, L., 1972.(5) Sahagún, B. de, 1985.