Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Sikuáme

Purépecha (1). También sikwame (2). De síkuani, hechizar y me, bruja. Pl. sikuámecha (1).

Hechicero purépecha cuyas funciones son provocar el mal y/o atender las enfermedades causadas por brujería.

Es común que el aspirante a sikuáme obtenga tal responsabilidad por herencia, siendo muy importante demostrar una disposición total para aprender el arte de la brujería. Debe ser una persona de "sangre y pensamiento fuerte"; es decir, con un temperamento agresivo, valiente, con buena condición física e inteligente, pues tales cualidades le serán indispensables para sobrellevar las pruebas iniciáticas. Al principio, se limita a aprender la preparación de los medicamentos, los procedimientos curativos y las técnicas adivinatorias, acompañando a un sikuáme experimentado (1 y 2). Posteriormente, se somete a una prueba que consiste en entrar a una cueva donde debe permitir que las serpientes y otras alimañas se paseen por su cuerpo, sin manifestar el menor temor. Debe violar un sepulcro para obtener algunos huesos que se convierten en sus amuletos, pues se les considera poseedores de poderes mágicos especiales para hechizar. Asimismo, invoca a terúngutpiri, ser sobrenatural equivalente al demonio, al cual solicita poderes mágicos para curar o hechizar a través de un pacto. Por último, como muestra de su divorcio de la Iglesia cristiana, ha de escupir imágenes sagradas y comprometer su alma al nuevo culto (1).

Es necesario hacer notar que la iniciación descrita corresponde más a aquellos brujos catalogados como "brujos malos", hombres o mujeres dedicados a causar daño, que a los "brujos buenos", que se especializan en curar sólo aquellas enfermedades atribuidas a los hechizos originados por los primeros (1 y 2).

Para hacer el mal se valen de muñecos elaborados con hojas secas de elote y madera, o manufacturados con prendas de la víctima, figuras a las que manipulan enterrándoles objetos punzantes, de acuerdo con el daño que deseen causar. También acostumbran usar preparaciones hechas de polvos de plantas, como semillas de toloache (Datura sp.) que, mezcladas con los alimentos, dan a ingerir subrepticiamente a sus víctimas. Cuando desean causar la muerte, realizan funerales simulados de dichos muñecos o emplean huesos de humanos que representan a la víctima (1).

Todos los procedimientos curativos están encaminados a extirpar el mal y procurar la purificación del cuerpo y el alma del paciente; para ello diagnostican la causa de la enfermedad por medio de limpias con huevo de gallina o guajolote, estableciendo el pronóstico de vida del enfermo. Los tratamientos a los que recurren más comúnmente son chupar el área afectada, masajear con grasas de origen animal y vegetal, "soplar" el cuerpo del paciente, administrar purgantes, limpiar con ramos, huevos, sahumerios, etcétera y, dependiendo del hechizo, recomendar dietas específicas que deben cumplirse al pie de la letra (1 y 2).

Índice de Autores

(1) Velázquez Gallardo, R., 1949.

(2) Rendón, S., 1981.

SM