Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Tepahtianih

(1) Náhuatl, de pahtia, curar. También tepajtiani (2), tapahtiani (3).

En algunas comunidades de Puebla, Morelos y San Luis Potosí, denominación que reciben los curanderos nahuas.

La mayoría de los estudios recientes dedicados al tema, abundan sobre aspectos de su iniciación, aprendizaje y función, señalando interesantes particularidades. En Yancuictlalpan, Puebla, se dice que son los máximos conocedores del mundo de las fuerzas espirituales y, por ende, sus manipuladores privilegiados, cuyos poderes derivan de un don divino, otorgado por medio de un "llamamiento", un sueño revelatorio o una enfermedad iniciática. Sin embargo, adquieren cierta práctica y experiencia junto a un maestro, generalmente un pariente, quien consiente la presencia del novato durante sus terapias, dejando de lado la actitud de celosa protección de sus secretos profesionales. Algunos pueden curar una amplia gama de enfermedades, mientras otros se convierten en especialistas al tratar sólo padecimientos atribuidos a la brujería (3 y 4).

En Chignautla, Puebla, el término se aplica en un sentido más genérico, distinguiendo entre buenos y malos. Los primeros son los que se limitan a curar enfermedades; los segundos practican además la brujería y, por lo tanto, pueden provocar enfermedades. Dentro del grupo de los tepajtiani buenos, destacan el chikaualoani, "el que da vitalidad al cuerpo"; el tetonalmakani, "el que restituye el tonalli a la gente"; la comadrona o partera empírica y el omisoloani, huesero. En esta localidad se afirma que para llegar a ser curandero se necesita tener cualidades innatas. La mayoría asegura haber aprendido por medio de sueños revelatorios en su adolescencia, aunque es importante el entrenamiento al lado de otro tepahtianih de mayor trayectoria; es así que en sus terapias, el maestro se hace acompañar de sus makepani, niños o adultos que están aprendiendo su oficio, para que observen y practiquen. Cuando se encuentran preparados para ejercer independientemente, es necesario que elijan lugares específicos en los cerros cercanos, a los que nombran "los encantos", destinados a ser sitios exclusivos de curación (2).

Los curanderos nahuas de San Luis Potosí, mencionan que la señal iniciática que los condujo a este quehacer fue una enfermedad de su niñez que no cesó hasta que otro terapeuta les indicó el deber de ejercer la profesión para poder curar su mal. Otros se autonombran herederos de los conocimientos de sus padres, adquiridos desde pequeños, al acompañarlos tanto en las colectas del material terapéutico, como en las sesiones curativas (5).

En Morelos, algunos tepahtianih afirman haber recibido su sabiduría por medio de la instrucción formal de un curandero de larga experiencia; otros, ante la necesidad de curar a un pariente o a sí mismos, y hay quienes señalan que su iniciación se debe a la ayuda de seres sobrenaturales. Este último sería el caso de los especialistas en enfermedades frías (1) (V. frío-calor).

Son escasas las fuentes existentes sobre los métodos y recursos terapéuticos de estos médicos tradicionales nahuas, pero es posible suponer que los rituales y ceremonias son de especial importancia, particularmente para aquellos males a los que se atribuye una causalidad sobrenatural. Tal es el caso de los tepahtianih de Morelos, quienes recurren a las limpias con huevo, hierbas y otros elementos para sanar las afecciones causadas por los aires (V. aire); para la atención de otras, prescriben remedios herbolarios o de origen animal o mineral (1).

El origen del término actual parece encontrar su correspondencia prehispánica en dos denominaciones distinguidas por López Austin entre las cuarenta clases de magos de los antiguos nahuas: el tepatiani, sinónimo de ticitl, el médico propiamente dicho, dedicado a diagnosticar y curar los males asociados a influencias sobrenaturales, utilizando, por supuesto, medios mágicos (se mencionan otros que se auxiliaban de medios empíricos, aquellos que utilizaban una combinación de ambos, y los que se valían sólo de medios mágicos, sin importar la índole de las enfermedades, fueran o no de origen sobrenatural); la otra denominación es la de teapahtiani, un tipo de tepatiani, que etimológicamente alude a aquel que administra sustancias o realiza acciones que alteran la salud, tanto en beneficio como en perjuicio, por lo que su traducción literal podría ser "el que administra medicina a alguien", "el que contrarresta a la gente un veneno que se ha dado", o bien "el envenenador", "el que anula la curación a la gente". Sus prácticas parecían dirigirse tanto a echar fuera un hechizo, como a extraer un tonalli nocivo introducido en el cuerpo de los niños (6).

Sin duda, el término actual es sinónimo de curandero, observando aún rasgos prehispánicos en su etapa formativa: signos de predestinación, obtención sobrenatural de poderes, formación por tradición familiar, entrenamiento con un curandero experimentado, iniciación por enfermedad o mediante sueños revelatorios; también una cierta especialización, cuyos recursos dependen del tipo de padecimiento a sanar.

Índice de Autores

(1) Álvarez Heydenreich, L, 1987.

(2) Ramos Hipólito, E., 1988.

(3) Signorini, I. et al., 1989.

(4) Signorini, I., 1982.

(5) Reyes Antonio, A., 1982.

(6) López Austin, A., 1967.

SM y MM