El idioma mazahua pertenece al tronco lingüístico Otomí-pame de la familia Otomiana. Los principales idiomas de esta familia tienen una zona de contacto situada en el valle de Toluca, donde se mezclan intercambiando términos, lo que da lugar a algunas diferencias dialectales, y a que los hablantes se acusen unos a otros de no hablar "buen mazahua". A pesar de su dominio del castellano, los mazahuas conservan su lengua materna como medio de identificación étnica.
Según el Censo de población de 1990, el número de hablantes de mazahua a nivel nacional ascendía a 162 743 personas de las cuales, 127 826 pertenecían al grupo etario de cinco años y más, y 34 917 al de cero a cuatro años que habita en hogares cuyo jefe habla esta lengua. Los 114 294 mazahuas censados en el Estado de México, colocan a este grupo indígena como el más numeroso de la entidad.
La mayor parte de los mazahuas se asientan en una superficie de aproximadamente 2 000 km. Los límites geográficos de esta zona están formados por las montañas situadas al occidente del valle de México y los valles de Toluca y de Ixtlahuaca. Los municipios más importantes habitados por el grupo son: Acambay, Atlacomulco, El Oro, Ixtlahuaca, Socotitlán, San Felipe del Progreso, Temascalcingo y Villa Victoria en el Estado de México, y Angangueo, Ocampo, Susupato, Tlalpujahua y Zitácuaro en el de Michoacán.
Debido a la altitud de la región, los inviernos son fríos y las noches frescas, incluso en verano. Las lluvias se presentan a finales de la primavera y en el verano, mientras que la estación de secas corresponde al otoño e invierno.
La región, cuyos suelos característicos son los aluviales de tipo arcilloso, está irrigada por el río Lerma. Existen en ella algunos bosques maderables con especies como el oyamel, pino y cedro blanco; también hay abundancia de maguey, tejocote y raíz de zacatón. La fauna es muy escasa.
La agricultura es la actividad económica fundamental de los mazahuas. Los cultivos más importantes son el maíz, maguey, frijol, trigo, haba, cebada, zacatón y algunos frutales como la manzana y la pera. La producción de alimentos es insuficiente para la subsistencia, debido a la carencia de riego, la mala calidad de los suelos y su degradación, la falta de rotación de los cultivos y el uso inadecuado de fertilizantes, además de lo reducido de las parcelas. Así, los alimentos son adquiridos con los ingresos provenientes de la venta de aguamiel, pulque, artesanías, resinas y sobre todo, con los del trabajo asalariado en lugares circunvecinos y en la ciudad de México.
La tenencia de la tierra varía dentro de la región. En algunos lugares predomina la propiedad privada, como es el caso del municipio Donato Guerra. Un jefe de familia puede tener una o varias fracciones de terreno, muchas veces alejadas unas de otras. Por lo general, la propiedad se divide entre todos los hijos varones, con lo que aumenta el minifundismo, esto impide la mecanización agrícola y alienta la emigración.
En otras localidades, la tenencia de la tierra es ejidal. Pese a que la mayor parte de los ejidos tiene resoluciones presidenciales, éstas no han sido ejecutadas en ningún caso. Cada parcela tiene en promedio 2.5 ha, pero no todo el terreno es de labor. Algunos ejidatarios tienen, a la vez, parcelas de propiedad privada.
El trabajo agrícola es realizado por hombres y mujeres, aunque éstas desarrollan las tareas menos fatigosas. Sin embargo, cuando el esposo emigra, corresponde a la mujer y a los hijos mayores hacerse cargo del cultivo de la parcela. Otras importantes labores ejecutadas por las mujeres son la extracción del aguamiel para preparar el pulque el cuidado de los animales domésticos y el acarreo de la leña.
La ganadería mayor es prácticamente inexistente, pero la mayoría de las familias cuentan con algunas ovejas o cabras, puercos y, casi sin excepción, con gallinas y guajolotes.
Algunos bosques sirven para la extracción de madera la cual se explota por medio de compañías que pagan un determinado derecho de monte a las comunidades en las que se realiza la extracción. Sin embargo, esta actividad no ha generado suficientes empleos, ni tampoco ingresos directos por concepto del pago de los derechos y utilidades percibidas. Los mismos se aplican a obras de beneficio social.
Toda esta problemática económica ha propiciado la emigración temporal y permanente de mujeres y hombres, siendo la tasa de la misma una de las más altas entre los grupos indígenas del país. Es común que el hombre se emplee como peón agrícola en los lugares cercanos o como albañil u obrero en los centros urbanos, principalmente en la ciudad de México. Las mujeres se emplean como sirvientas o se dedican a la venta de los más variados productos en la propia ciudad de México, en donde se les conoce como "las Marías".
La vivienda tradicional mazahua tiende a desaparecer; este tipo de construcción consistía en una choza de cuatro postes de madera con paredes de barro y techo de zacate. En la actualidad, las casas son de barro con techo de teja; existen otras mejor construidas con paredes de adobe pintadas, ventanas con vidrios y techo de teja. Muchas viviendas tienen adoratorios familiares en el exterior, que consisten en un local con paredes de barro pintadas de blanco con techo de paja.
En los principales municipios en los que vive la población mazahua los servicios intradomiciliarios son deficientes, principalmente en San Felipe del Progreso, Villa Victoria y Acambay.
De acuerdo con el Censo de población y vivienda de 1990, los servicios intradomiciliarios con los que cuenta la población mazahua, como son agua entubada, drenaje y energía eléctrica, muestran enormes deficiencias, principalmente en los municipios de Villa Victoria, San Felipe del Progreso y Acambay. A esta problemática se agrega la carencia de atención médica y las elevadas tasas de analfabetismo, lo que coloca a los asentamientos mazahuas como zonas con niveles alto y muy alto de marginación.
El Instituto Nacional Indigenista, a través de su Centro Coordinador de Atlacomulco, ha realizado proyectos para la conservación y el mejor aprovechamiento de los recursos naturales existentes en la región, con la intención de crear fuentes de trabajo para evitar la intensa migración mazahua a los centros urbanos. También ha llevado a cabo diversos programas de saneamiento del medio, de medicina preventiva y asistencial, así como de preservación y comercialización de artesanías. Asimismo, en coordinación con la Dirección General de Educación Indígena de la SEP, el INI ha concedido un particular interés a la acción educativa y a todos los órdenes de la capacitación.
Un importante recurso humano para la salud lo constituyen los terapeutas tradicionales mazahuas; actualmente, la mayoría de ellos se agrupa en la Asociación de Médicos Tradicionales del Estado de México T´Zicumu, A.C. (AMTEMT). Esta asociación, cuya sede se encuentra en Atlacomulco, fue creada en mayo de 1991 y cuenta con 85 médicos tradicionales de 16 comunidades de los municipios de Acambay, San Felipe del Progreso y Temascalcingo. El objetivo principal de esta organización es el de rescatar el conocimiento médico tradicional y buscar su legalización, además de realizar cursos de actualización, crear un jardín botánico regional y establecer farmacias comunitarias.
En lo que respecta a la organización política, ésta se apega a los lineamientos constitucionales. Sin embargo, en la mayoría de las comunidades mazahuas actúan autoridades locales que son designadas en forma conjunta por el presidente municipal y los miembros de la comunidad. Dentro de estas autoridades destacan los delegados municipales, a los que también se les conoce como "jueces", los jefes de seguridad y los policías u "oficiales". Estos cargos son desempeñados de manera gratuita y su duración es indeterminada debido a la frecuente emigración de quienes los detentan. En ausencia de alguna autoridad son reemplazados por los suplentes. Debido a que las comunidades se hallan divididas en "cuarteles" o barrios, a cada uno de ellos corresponde un delegado municipal. A excepción de los homicidios, que son turnados a la presidencia municipal, los demás asuntos como riñas, incumplimiento de pagos, daños en propiedad ajena y otros, son resueltos localmente. Los asuntos relativos a la tenencia de la tierra son determinados por el comisario ejidal.
La organización religiosa mazahua muestra algunas diferencias con respecto a otros grupos indígenas, ya que independiente de la organización política, en cuanto al sistema de cargos. La organización religiosa está constituida por los encargados de preparar y financiar la celebración de las festividades locales, así como de las peregrinaciones a los centros ceremoniales importantes, como Chalma. El objetivo de estas peregrinaciones es recabar limosnas y renovar el poder de los santos. Los principales cargos religiosos son los de fiscal, mayordomo y topil. Los fiscales se eligen cada dos años y son los representantes de las autoridades religiosas municipales, vigilan los actos del culto y la labranza del terreno propiedad del templo; los mayordomos se eligen anualmente y se encargan de la festividad de un determinado santo; de igual manera, los topiles se eligen cada año y desarrollan actividades de auxilio para los fiscales y mayordomos. Los gastos de cada celebración son cubiertos con los recursos obtenidos por la explotación del terreno del templo, y las aportaciones de los fiscales y los mayordomos, excepto en la festividad del patrono del pueblo, que se cubre con cuotas personales.
Las principales festividades religiosas que se celebran son las del santo patrono de cada comunidad, así como la de la virgen de Guadalupe, la de Semana Santa y la de nuestro padre Jesús, venerado en San Felipe del Progreso en la segunda semana de enero.