Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Hokwi
Otomí. Limpia.

Ceremonia preventiva y curativa para liberar al individuo, su familia y su hogar de la contaminación acarreada por los aires patógenos (V. aire y mal aire). En ocasiones se realiza complementando un rito mayor llamado costumbre.

Comienza en la mañana, cuando el curandero recorta, en papel higiénico, diversas figuras antropomorfas, tanto femeninas como masculinas; ellas representan al zaki o fuerza anímica de los seres etéreos. Sus cualidades nocivas se simbolizan con cuernos y los brazos vueltos hacia abajo (V. figuras de papel). Con el mismo material, el curandero elabora una "cobija" rectangular (V. cama). Corta también dos imágenes de santa Catarina, la diosa de la montaña, acompañada de dos animales; la primera hecha con un folio plateado y la segunda de papel amate claro. La deidad debe presentar los brazos apuntando hacia arriba, señal que indica su función auxiliadora (por lo regular, santa Catarina es vista como la quinta esencia del mal, pero en el contexto del hokwi, auxilia al curandero a restablecer la salud del paciente). Además, se recortan simultáneamente cinco figuras más -todas ellas de un pliego oscuro-, representativas de los espíritus malignos y acompañadas con la efigie de una zorra. Aquí, el color claro simboliza el bien, y el opaco el mal.

A continuación, el terapeuta dispone un viejo pedazo de papel de envoltorio en el piso, al centro de la vivienda, pero frente a la puerta. En cada esquina del arreglo coloca una banderilla de papel rojo, blanco y verde. Detrás del envoltorio, pone un periódico limpio, y encima de éste, más recortes de papel. Arriba de ellos, asienta las dos representaciones de la señora del monte, con sus animales acompañantes a sus pies. Con una cinta roja, amarra el cuello de una bestia a una mano de la deidad, y con un listón negro enlaza la otra mano al cuello de la segunda representación zoológica. Paso seguido, acomoda sobre el papel de envoltorio frente a la diosa, una hilera de nueve imágenes de aires femeninos de diversos colores. Encima de ellas, sitúa nueve recortes masculinos. En las cuatro esquinas del montaje, dispone velas de sebo embarradas de polvo, y las enciende. Tanto el sebo como el polvo simbolizan el carácter inmundo y carnívoro de los espectros dañinos. Instala una hebra de hilo negro entre las dieciocho figuras y la deidad, formando una barrera mágica. Arriba de los silfos emblemáticos, deposita los cinco espectros de color oscuro. A cada uno le asigna dos cigarros. Después, coloca seis tipos de hierbas venenosas sobre la pila de recortes, y junto a ella, asienta una gallina negra viva con las patas amarradas. Finalmente, rocía el arreglo con aguardiente.

Dicha escenografía representa un banquete de despedida en honor de los hados malignos. El curandero les pide que coman y se marchen. Procede luego a cubrir los aires con la cobija de papel higiénico, y el paquete lo amarra a la gallina. Forma un segundo bulto al envolver a santa Catarina y sus alteridades ferinas con el periódico. Sahuma el primer fardo con incienso maloliente, fabricado a partir de cuernos de vaca. Puesto que dicho conjunto está tan impregnado de zaki nocivo, los asistentes deben abstenerse de mirarlo.

A continuación, el especialista toma los dos paquetes, el de los silfos y la gallina con la mano izquierda, y el de la diosa con la derecha. Limpia mágicamente el cuerpo de los asistentes, parándose detrás de ellos y agitando la diestra de izquierda a derecha, y la siniestra en dirección contraria. Después procede a limpiar la casa y los muebles.

Por último, el curandero se lleva todos los elementos representativos del mal al bosque y los arroja en dirección poniente, ya que el Sol del ocaso los llevará consigo en su viaje al inframundo (1 y 2).

Índice de Autores

(1) Dow, J., 1986.

(2) Dow, J., 1982.

DM y YG