Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Quemadura por rayo

Entre los nahuas de Milpa Alta, Distrito Federal, accidente ocasionado por un santo que envía rayos a las personas que lo han ofendido, o bien, castigo de los pingos contra los que no creen en su existencia.

La persona quemada por rayo presenta mareos, pérdida del conocimiento, calentura y ámpulas en la piel, que primero son blancas y después, negras.

Para su tratamiento, el curandero realiza un complicado procedimiento: limpia al enfermo con sus piedras curativas, un huevo de guajolote y hierbas frescas; si el huevo se rompe, significa que el paciente morirá. Después, en una cazuela puesta al fuego mezcla estáfiate (Artemisia ludoviciana), ruda (Ruta chalepensis), salve real (?), matueza (?), laurel (Litsea glaucescens), rosa blanca (?), pirul (Schinus molle), copal y palma bendita. Posteriormente, el enfermo se inclina por encima de la cazuela y traza con su cabeza una cruz imaginaria, abriendo la boca para que le penetre el humo; este vapor es el que expulsa al pingo, en caso de ser éste el agresor, que se introdujo en forma de aire en el cuerpo de la víctima. Las hierbas se maceran en vinagre y, con ellas, el curandero procede a frotarlo. A continuación, le coloca en la cintura manojitos de hierbas amarradas con un trapo, para que la calentura salga por el pecho y la espalda.

Si la víctima está muy grave, se procede a limpiarla con un pollito negro, para que éste recoja el aire concentrado en el enfermo. Si el animal muere, es ofrendado a los pingos en una cueva para que a cambio liberen al individuo, y esta ofrenda se acompaña con tamalitos, mole, cigarros y pulque. En caso de que el agresor sea un santo, se le complace con obsequios o con el cumplimiento de promesas religiosas. Con una limpia con huevo, se corrobora el restablecimiento del paciente, quien debe guardar reposo y evitar bañarse en el temazcal, ya que el rayo es muy caliente por contener azufre, y el exceso de calor lo perjudicaría (1).

Índice de Autores

(1) Palacios de Westendarp, P., 1986.

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