Baño estimulante, terapéutico, y preventivo que se proporciona a la puérpera.
Provoca estimulación, para que la leche espese y "se madure" (1), ayuda a eliminar impurezas, restableciendo dentro del organismo el "calor perdido" durante el parto, y favorece la involución del útero, es decir, que éste se desinflame y vuelva a su lugar (1 a 3). Después del baño, la partera masajea a la parturienta con aceite tibio o con refino (aguardiente) para activar su circulación, y lograr que los órganos vuelvan a su lugar y que la "cintura y la cadera se cierren" (3).
Las parteras lo recomiendan pues consideran que además del aseo de la puérpera, también es importante el apoyo emocional, "la limpieza ritual" y la atención brindada durante su ejecución (2).
Es variable el número de baños que se recomiendan. El agua utilizada debe ser tibia, pues de lo contrarío la puérpera puede desmayarse.
El baño muy caliente es poco recomendado por los médicos académicos, pues consideran que el calor puede provocar debilidad y ser una posible causa de hemorragias, aunque esta opinión no ha sido corroborada por ningún estudio (5) (2).
Desde tiempos prehispánicos se proporcionaba especial cuidado a la recién parida, agregando al baño esencias de diversas hierbas, coadyuvante fundamental para que ésta recuperara el equilibrio corporal (4).
En la actualidad es una práctica común en los países hispanoamericanos, donde se utilizan, baños calientes, baños de sudor, baños de vapor, baño de temazcal, baños de asiento, cualquiera de ellos usando agua caliente sola o con infusiones o macerados de plantas medicinales. Es pieza importante de una serie de recomendaciones y cuidados posparto, propios de la medicina tradicional (V. cuarentena).
(1) Mellado Campos, V. et al., 1989.(2) Cosminsky, Sh., 1978.(3) Cuerno Clavel, L. et al., 1989.(4) Viesca Treviño, C., 1984a.(5) Cosminsky, Sh., 1977.