Las expresiones populares alusivas al parto son "dar a luz" y "aliviarse".
Sin duda alguna, la llegada de un nuevo ser es uno de los acontecimientos más importantes en todas la culturas del planeta. Cada una tiene sus propios métodos y recursos con respecto a la forma de atención, pero todas tienen en común el propósito de evitar riesgos a la madre y al futuro ser. Al igual que en otros países del mundo, en México existe una gran cantidad de métodos y recursos, herencia de nuestros antepasados o introducidos a partir de la colonización; algunos son comunes a los distintos grupos étnicos del país, y otros característicos de cada uno de ellos. Por otro lado, la medicina moderna en su intento de ampliar la cobertura en el área de la atención maternoinfantil, ha venido impartiendo cursos a parteras empíricas, incorporando nuevos métodos y recursos en sus prácticas obstétricas.
En la actualidad, el parto en el medio rural suele llevarse a cabo en el seno familiar en la exclusiva compañía de la partera y algunos familiares. En algunos grupos, este evento se efectúa en un sitio alejado del monte, en donde aquellas mujeres que ya han tenido hijos lo hacen sin ninguna asistencia, y sólo en el caso de las primíparas, si así lo solicitan, pueden ser acompañadas por alguna persona de experiencia, sea ésta una partera, pariente u otra mujer conocedora de la comunidad. Por ejemplo, entre los kikapúes de Coahuila, el marido construye en el campo un refugio temporal donde se lleva a efecto el parto (1 y 2). En forma similar, entre los tarahumaras de Chihuahua, la mujer y el marido se alejan del pueblo hacia un lugar oculto, de preferencia cercano al río donde se baña a la criatura después de nacer (3 y 4). Entre los lacandones, la mujer acostumbra retirarse a un lugar privado del bosque, acompañada del marido y de otra mujer que la asistirá (5). Más comúnmente, el parto se lleva a efecto en el domicilio de la parturienta, pero siempre procurando privacidad, ya que de esta manera se evita la presencia de personas indeseables, así como la influencia negativa de aires (V. ventearse), u otros elementos que pudieran complicarlo; además, se busca mantener el recinto caliente y prevenir un enfriamiento que pudiera causar dificultades en el trabajo de parto, tanto para la madre como para el hijo.
Normalmente el parto se verifica con la ayuda de una partera u otra mujer experimentada que puede o no ser pariente de la parturienta; el esposo también suele asistir cubriendo las funciones de auxiliar de la partera (tenedor (a), sostenedor (a) o ayudador (a). Sólo en casos muy especiales, de partos considerados riesgosos, puede llamarse a un curandero (a), rezandero (a) o brujo para que con su experiencia supere la dificultad. Tal es el caso de los huicholes de Jalisco, que acostumbran solicitar los servicios de un mará´akáme en caso de peligro de muerte "... para que componga el estómago de la mujer preñada, para que su hijo nazca bien. Al chamán le resulta fácil hacer esto puesto que todo lo ve como si fuese transparente como una botella" (6:245-246).
Una vez iniciadas las contracciones, "los dolores", quien asiste a la parturienta realiza una exploración para cerciorarse de que el producto viene en posición correcta. De no ser así, "acomoda el niño" por medio de maniobras de versión externa, masajeando con sustancias aceitosas el vientre de la parturienta; algunas veces se recurre también a mantear a la mujer con el propósito de "acomodar" y "despegar" el producto (V. acomodar al niño y manteada). Además se acostumbra la administración de bebidas y preparados herbolarios, que varían regionalmente, con el fin de tranquilizar y calentar a la mujer, o para estimular las contracciones y aligerar el trabajo de parto. Entre los remedios con propiedades uteroconstrictoras reportados con más frecuencia, están el zoapatle (Montanoa tomentosa y otras especies del mismo género), la ruda (Ruta spp.), epazote (Teloxys ambrosioides), el pericón o cempasúchil (Tagetes spp.), y el guaco (Aristolochia spp.), de los cuales el zoapatle y la ruda ya han sido validados experimentalmente (7 y 8). Por otro lado, aún prevalece el uso de la cola de tlacuache (Didelphis sp.), remedio cuyo uso data de tiempos prehispánicos, administrado en infusión o formando parte de otros líquidos como chocolate, café o bebidas alcohólicas, o bien combinado con diversos remedios herbolarios. Un recurso utilizado en forma habitual para incrementar las contracciones, es la administración de bebidas con sabor repugnante (orines, pociones preparadas con huevo crudo, infusiones de plantas con sabor amargo, etcétera); existen también otros medios, como quemar chile, e introducir cabellos, plumas u otros objetos en la garganta de la parturienta, para producir vómitos o tos y ayudar a que las contracciones uterinas sean más intensas. Generalmente, se recurre a los anteriores remedios cuando el parto se ha prolongado demasiado y la parturienta se encuentra muy cansada; también son utilizados en el alumbramiento o salida de la placenta y los amnios.
Antes de que se complete la segunda fase del parto, se procura que la mujer camine con la intención de que "baje el niño" y se produzca el rompimiento de las membranas amnióticas. Cuando el parto resulta inminente, es decir, cuando se rompen las membranas, "la fuente", y las contracciones son más frecuentes e intensas, la parturienta adquiere la posición que considera más apropiada. De acuerdo con las fuentes de información, las posiciones más comúnmente adoptadas para parir en las áreas rurales de México, son las conocidas en el ámbito de la antropología médica como posición nahua y posición mesoamericana, ambas caracterizadas por la postura más o menos vertical de la mujer, con las piernas abiertas, hincada o en cuclillas; estas posiciones presentan una gran cantidad de variantes, en función del papel que juegan la partera y el auxiliar a lo largo de la labor de parto. Son dos los aspectos importantes en los que ellos participan coordinadamente. Por un lado, procuran que el niño descienda por medio de masajes, o bien, el auxiliar o la partera presionan hacia abajo con sus brazos o rodillas, realizando diversas maniobras para evitar que el niño "se regrese" o "se suba". En algunas ocasiones, se acostumbra también pasar un rebozo, faja u otra prenda alrededor de la cintura de la parturienta, apretando y bajando conforme desciende el producto. Se considera importante, por otra parte, proporcionar a la mujer un punto de apoyo que haga más efectivos sus esfuerzos durante las contracciones, lo cual se logra de diversas maneras: sosteniéndose de un poste o de un lazo que pende del techo, o bien de los hombros del marido o de la partera si éstos se encuentran frente a ella, o de su cuello o nuca si están atrás. Otra forma común, también reportada, es que el auxiliar la sostenga de las axilas o la cintura, y en caso de que el parto resulte prolongado y la mujer se encuentre muy cansada, se la penda de una soga atada bajo sus brazos.
Presentaremos sólo algunas variantes textuales de fuentes originales, que ilustran las diferencias y afinidades existentes en torno a las distintas posiciones adoptadas para parir en el medio rural mexicano.
La comunidad nahua de Atla, Puebla, reporta la posición en cuclillas:
... la mujer se sienta en cuclillas y con los brazos se detiene en el marido, la madre o suegra... la partera se coloca detrás de ella, pone las manos sobre su vientre y presiona... hasta que las convulsiones arrojan al recién nacido (9:102).
Entre los tzotziles de Chiapas:
La mujer suele estar en cuclillas y atada al poste principal de la choza; la partera la atiende inclinada frente a ella, en tanto que el padre la asiste por la espalda, aflojando primero la faja y subiéndola luego hasta el estómago y apretándola para apresurar el parto (10:160).
El siguiente es un ejemplo que ilustra la posición hincada, entre los yaquis de Sonora:
... la posición preferida es la posición nahua o hincada, con las piernas abiertas. La tenedora se sienta frente a ella... coloca entre sus piernas el vientre de la mujer y lo oprime cada vez que sobreviene una contracción. La comadrona se coloca atrás de la parturienta dispuesta a recibir el producto, protegiendo el periné con ambas manos. El marido... le sostiene la cabeza a la parturienta dándole al mismo tiempo masaje suave en las sienes y en ocasiones sirven [sic] de punto de apoyo para que la parturienta puje mejor (11:145-146).
Se refieren variantes de la posición nahua entre los huastecos de San Luis Potosí:
Si el marido está asistiendo a la partera... se sienta en el borde de una silla y coloca sus brazos arriba del vientre de la parturienta, la que se encuentra hincada, con las rodillas separadas, de espaldas al marido y con sus manos cruzadas sobre la nuca del mismo; esto le permite tener un punto de fuerza; la partera... frente a la parturienta ayuda a empujar haciendo presión en los costados del vientre y recibe el producto...Un informante partero describe su método: la paciente se hinca con las piernas separadas y se sujeta de una reata fija al techo; el partero se coloca hincado detrás de la mujer, pero una de las rodillas la levanta y la coloca sobre el coxis de la parturienta, y le sujeta el vientre colocando sus manos cruzadas sobre él... (12).
En Cuajinicuilapa, Guerrero, la información sobre la población de raza negra atestigua que:
El parto se realiza en posición hincada, situada la tenedora atrás y la comadrona adelante para recibir el producto. En tanto se realiza la expulsión, la partera coloca una mano en la región sacroilíaca y la otra en el vientre, oprimiendo la parte posterior de la pelvis `pa que el niño no se vaya pa tras´... (13:138-139).
Por su parte, las mujeres mayas de Yucatán generalmente adoptan:
... la posición acostumbrada... la llamada nahua, que consiste en acurrucarse apoyándose sobre la palma de las manos y las rodillas, el niño se recibe por detrás, según parece a fin de disminuir los riesgos de ruptura del perineo... Para ayudarla en sus esfuerzos se le puede sostener mediante el rebozo, que se pasa bajo los brazos y luego se cuelga de la viga principal... (14:111).
Menos frecuentes son los partos que se efectúan en una postura totalmente vertical, tal como se reporta para los tarahumaras de Chihuahua:
... la mujer alumbra su hijo en posición parada, sosteniéndose de una rama sobre la cabeza. El niño cae en un nido de hierbas preparado de antemano... (4:368).
Por otro lado, existen fuentes que refieren el parto en posición sentada, tal es el caso de los tzotziles de Chiapas en donde:
... la mujer da a luz sentada o de rodillas; para ello utilizan una silla pequeña, en la que se sienta la parturienta y poniendo en cuclillas las piernas, se coge las rodillas y hace presión apoyándose con las caderas en el asiento y en el respaldo de la silla para que la partera reciba el producto ...(15:160).
Sin embargo, cada vez se adopta con mayor frecuencia la posición horizontal o supina, debido a la labor e información proporcionada en los cursos de capacitación para parteras empíricas, aunque se sabe que gran número de ellas permiten a sus pacientes adoptar la posición que más les acomode. En relación con lo anterior, existe una gran controversia, no sólo en el ámbito de la antropología médica, sino también en el de la misma medicina. Investigaciones recientes, sugieren la dificultad del parto espontáneo en posición horizontal "... ya que es antigravitacional y aumenta la necesidad de fórceps, episetomías, la inducción química del parto y otras formas de intervención..." (16:316).
Aunque la mayoría de las maniobras que realizan las parteras durante sus labores son externas, también se reportan maniobras internas como las citadas para áreas rurales morelenses:
Cuando el producto ha coronado, algunas parteras ayudan a la mujer, valiéndose del uso de aceites con los que friccionan el cuello uterino hasta el `borramiento´ para así facilitar el deslizamiento de la cabeza; otras, toman la cabeza del niño y proceden a `bornear´, es decir, a ejecutar movimientos giratorios al mismo tiempo que jalan suavemente hacia ellas, indicando a la paciente cómo debe respirar y pujar para regular el esfuerzo sin agotamiento (17:112).
Ya nacido el niño, se procede al corte del cordón umbilical con distintas variantes en cuanto al momento elegido, el instrumento que ha de utilizarse y la distancia conveniente para hacer el corte. Algunas parteras proceden a cortarlo inmediatamente después del nacimiento, otras recomiendan hacerlo cuando se ha expulsado la placenta, ya que se considera benéfico el paso de sangre, en especial cuando el niño aún no respira. Esta última práctica, al parecer, resulta aconsejable, ya que puede garantizar al recién nacido, por vía sanguínea, el suministro de nutrientes y oxígeno acumulados en la placenta, siempre y cuando ésta continúe latiendo (18). Los instrumentos utilizados para realizar el corte varían desde objetos metálicos cortantes tales como cuchillo, machete, hoz, tijeras, hoja de afeitar, etcétera, generalmente calentados al fuego, hasta instrumentos elaborados a partir de plantas o minerales como carrizo, bambú, caña, obsidiana, etcétera, con base en la arraigada creencia de que realizar el corte con objetos metálicos, considerados de calidad fría, puede ser perjudicial para la salud del recién nacido y su madre.
Con respecto a la distancia a la que se efectúa el corte, también existen variantes sustentadas en creencias locales, algunas de ellas relacionadas con el sexo del recién nacido y el tamaño deseado de los genitales. Un claro ejemplo lo encontramos entre los huaves oaxaqueños, quienes creen que:
El tamaño del cordón umbilical que se deja varía de varón a mujer, siendo considerada para el primero la distancia entre el pulgar y el índice y para la segunda entre el pulgar y el medio. Ello porque se cree en la existencia de una relación directa entre el cordón umbilical y los órganos sexuales. El tamaño menor de los varones tiene por objeto eliminar el peligro de que el pene pueda crecer demasiado largo pudiendo dañar a las mujeres, mientras que para éstas... es oportuno que la cavidad vaginal sea grande y profunda para recibir mejor el coito [sic] (19:293).
Una práctica muy difundida que acompaña al corte del cordón umbilical, se relaciona con el destino deseado para el recién nacido. Si es varón, el corte se realiza sobre una mazorca para propiciar que en el futuro sea un buen milpero, o sobre un hacha para que sea un buen leñador; en caso de ser niña, el corte se efectúa sobre un carbón o piedra de moler para que sea una buena cocinera y ama de casa (5) (10) (20 y 21).
Una vez realizado el corte, se procede a amarrarlo o ligarlo, y posteriormente se cauteriza el extremo del muñón haciendo gotear el sebo de una vela o mediante el contacto con objetos calentados al rojo vivo; inmediatamente después se aplican diversas sustancias con fines antisépticos y/o desecantes como ceniza, cal, sal, polvo de ladrillo, talco, alcohol, Merthiolate, etcétera.
El alumbramiento o expulsión de las secundinas (placenta y membranas amnióticas), considerado comúnmente como un segundo parto, se atiende en forma similar a la expulsión del niño. En esta fase resulta más frecuente la práctica de provocar vómito y tos introduciendo en la garganta de la parturienta objetos diversos como cabellos, plumas de gallina, etcétera, o dándole a tomar bebidas de sabor desagradable, o bien haciéndole soplar un globo, una botella o un calabazo para intensificar las contracciones. Otras veces la partera procede a tirar del cordón suavemente y con movimientos circulares (17), o practica masajes y manteadas para "despegar" la placenta y lograr así su expulsión.
Tanto para la madre como para el hijo, la atención inmediata está dirigida a evitarles futuros riesgos. Ambos son aseados mediante baños de agua tibia o con decocciones de plantas, destinados a relajarlos y proporcionarles calor, particularmente a la madre; otras veces son limpiados con aceite. Una práctica de origen prehispánico que aún prevalece en algunas comunidades del país, es el baño de temazcal, destinado a confortar y proporcionar "una purificación ritual", pues se piensa que la mujer a lo largo del embarazo ha permanecido un largo tiempo en estado de impureza. Se considera que debido al intenso esfuerzo que la madre tuvo que realizar durante el parto, queda propensa a padecer algunos trastornos, que de no prevenirse debidamente pueden ser causa de esterilidad. Es muy común fajar a la recién parida con el objeto de evitarle posibles hemorragias, caída de la matriz o cualquier otro desplazamiento de los órganos genitales, y "para que no se le suba la sangre".
Por su parte, al recién nacido se le cubre de inmediato después del aseo para proporcionarle calor, y se le limpian los ojos y las fosas nasales mediante infusiones de plantas medicinales como la manzanilla. Aunque en algunos casos es común que la madre amamante inmediatamente a su hijo, otras veces se considera perjudicial darle el calostro, de tal forma que el niño puede recibir alimento de una nodriza, o se sustituye la leche con tés hasta que la secreción materna deja de ser calostro y la madre puede ocuparse de su hijo (V. amamantamiento y cuarentena).
(1) Latorre, F. et al., 1976.(2) Fabila, A., 1945.(3) Cerda Silva, R. de la, 1957f.(4) Bennett, W. et al., 1978.(5) Villa Rojas, A., 1985.(6) Zingg, R. M., 1982.(7) Lozoya Legorreta, X. et al., 1982.(8) Chávez Soto, M. A., 1978.(9) Báez-Jorge, F., 1975.(10) Holland, W. R., 1978.(11) Ochoa Robles, H. A., 1967.(12) Mellado Campos, V., 1990.(13) Aguirre Beltrán, G., 1985.(14) Rivera, M. O., 1976.(15) Pozas Arcienega, R., 1987.(16) Cosminsky, Sh., 1977.(17) Mellado Campos, V., 1989.(18) Cosminsky, Sh., 1978.(19) Signorini, I., et al, 1979.(20) Córdoba Olivares, F., 1975.(21) Stross, B., 1973.