Sinónimos: chaneco (1 y 2), chane (3 y 4), dios de las plantas y animales (5), duende (6 a 8), Moctezuma (9), rey de la tierra (5). Lengua Indígena: Mazateco la ´a (6) (10). Náhuatl chaneque, dueños de la casa (11), tlaloque (12).
Entidad asociada al inframundo cuya principal actividad es cuidar los montes y los animales silvestres; presenta diferentes aspectos, de los cuales destaca el de pequeño hombre (o mujer).
Su relación con la salud o ausencia de ella se manifiesta por el hecho de provocar enfermedades, especialmente aquellas referidas a la pérdida del alma. No obstante, puede recompensar también al hombre con riquezas y buena fortuna. En los Tuxtlas, Veracruz, el término denota dos grupos de entidades, una asociada al bien, y la otra, al mal: los chaneques del primer tipo aparecen en la zona de habitación del hombre, los del segundo, sólo se encuentran en lugares apartados, no perturbados por la actividad humana.
En la actualidad, los chaneques se describen como "seres antropomorfos de sexo masculino o femenino y de pequeña estatura" (4), "numen de una corriente de agua" (10), "seres invisibles" (nahuas de Mecayapan y popolucas de Hueyapan de Ocampo, ambas en Veracruz) (9) (13), "viento juguetón" (nahuas de Mecayapan) (9); "adolescente con sombrero" (mixtecos de Jamiltepec, Oaxaca) (14); "duendes" (mazatecos de Huautla, Oaxaca) (6); "hombre o mujer tocando la jarana o el requinto" (región de los Tuxtlas, Veracruz) (5); "enanos negros o blancos" (5); "viejecita muy cariñosa vestida con refajo, que tiene el pelo rubio y muy largo" (5).
Los chaneques son los dueños de los montes, de los animales y las plantas. En la región de los Tuxtlas, están organizados bajo el mando del Chane o Chaneco, dios de la tierra y del agua, quien reside en el talogan, cantaxotalpan o ta´altampa, el mundo subterráneo, donde la naturaleza es pródiga. Los subordinados del Chane, los chaneques menores, viven en pareja y están casados; pueden ser benéficos para el hombre (chaneques blancos), o enemigos malignos (chaneques negros). El Chane presenta ambas facetas: vela por los humanos, pero castiga a los pecadores, especialmente a los adúlteros, valiéndose de dos animales mágicos: el burrito lúpu´ti, y el gatito shúnu´ti. El primero se les aparece a los adúlteros, los desnuda y después "se los come a lamidas"; el segundo se presenta ante las mujeres infieles, se convierte en tigre y las devora (5).
La idea de unos chaneques buenos y otros malos también existe entre los nahuas, de Mecayapan, y los popolucas, de Hueyapan de Ocampo. Los chaneques malos habitan zonas apartadas -"por donde no pasa nadie"- como son las selvas, las cuevas, los manantiales y las copas de los árboles, especialmente del amate (Ficus sp.) y de la ceiba, (Ceiba pentandra), especie esta última que actúa como vía que conecta al inframundo con la superficie terrestre. Aquella persona desprevenida que tenga un encuentro con un chaneque de este tipo enfermará, y probablemente morirá de no ser atendida por un curandero. La enfermedad la provoca el chaneque al robarle el alma a su víctima, quien, la mayoría de las veces, es un infante. Los chaneques buenos presentan características opuestas: habitan zonas antropogénicas como son los caminos y los cultivos; protegen a la gente y mandan las lluvias tan necesarias para el crecimiento de los cultivos (1) (9) (15).
En otras regiones del país, un mismo chaneque tiene la capacidad para hacer tanto el bien como el mal; puede así recompensar a una persona que le muestra respeto, pero a la vez castiga al pecador o al negligente que se olvida de hacerle ofrendas (generalmente de comida y copal). Así, para los mixtecos, de Jamiltepec, Oaxaca, quien va a cazar al monte debe hacerle ofrenda a los chaneques para asegurar el éxito en su empresa; de no tomar esta precaución, el cazador regresará con las manos vacías (14). En Tabasco, los chaneques son caprichosos y resultan peligrosos para los humanos; sin embargo, si se les aplaca adecuadamente, enviarán lluvias (16). En Hidalgotitlan, Veracruz, estos seres se aparecen en las versiones de niños y adultos. Los primeros son traviesos y llegan a producir enfermedades como el espanto de chaneque, -clasificado como una enfermedad fría-, caracterizado por falta de apetito y desgano (V. frío-calor). Sin embargo, también son protectores de los niños, ya que los ahuyentan de los lugares peligrosos (pozos, cuevas, etcétera). Los chaneques adultos se dedican a dos actividades diametralmente opuestas: por un lado incitan al adulterio, y por otro lado sancionan con la enfermedad a los participantes en relaciones pre y extra matrimoniales.
No todo encuentro con un chaneque maligno conduce a una desgracia, puesto que existen formas de protección para tales ocasiones. En Sayula, Veracruz, es costumbre sahumarse para evitar un mal encuentro con un chaneque (17). Los cazadores de Jamiltepec, suelen llevar colgada una cabeza de ajo con el fin de repeler estas apariciones (14). Además, en todas las regiones en que se cree en los chaneques, se recomienda ser valiente y tener fe en Dios para contrarrestar cualquier mal que pretendan hacer. Algunos autores consideran que los chaneques constituyen un remanente de la creencia en los tlaloques (12). Esta proposición sólo presenta un aspecto del origen del actual pensamiento sobre los chaneques. El término no parece surgir a partir de la palabra tlaloque; Jacinto de la Serna, un clérigo del siglo XVII, menciona los dos vocablos con significados distintos. En su obra, los tlaloques figuran como los dioses de la lluvia, mientras que los ouican chaneques son referidos como los dioses silvestres de los naturales (la palabra ouican significa lugar peligroso, oscuro, etcétera). Además, los tlaloques aparecen en un contexto agrícola, a la vez que los ouican chaneques surgen en las descripciones de la práctica médica indígena. Las citas que a continuación se presentan, ilustran lo antes dicho:
... porque si es falta de salud, le atribuyen el conocimiento de la enfermedad por grave, y oculta, y no coincida que sea, y que puede aplicar el remedio conveniente para curarla: si se trata de tener enojado a Nuestro Señor, ó á la Virgen Sanctissima ó á otro qualquier Sancto, lo tienen por poderosos par desenojarlos, y aplacarlos, y si les parece, que la enfermedad prouiene de tener enojado á alguno de sus Dioses, á quienes atribuyen Deidad, como son el Fuego, el Sol, el agua, el Ololiuhqui; ó á sus Dioses silvuestres, a quienes llaman ohuican chaneque, entonces son los regalos á el Titzilt, para que les descubra quien destos es el enojado, para que se busque el remedio... (18:102)
... El mes décimo sexto llamavan Atemuxtli, que empessava á dos de Diziembre. En este mes hazian fiesta á los Tlaloques Dioses de las lluvias, entonces empesavan á tronar, y á hazer demostración de agua, y los zatrapas comensavan á penitencias y sacrificios por que viniesse agua... (18:132).
Seguramente la vigencia actual del pensamiento sobre los chaneques emana de un conjunto de creencias prehispánicas, así como de la mistificación de hechos históricos posteriores a la Conquista. Por ejemplo, la relación que guardan los chaneques con el color negro puede deberse a sobrevivencias de concepciones en torno a Tetzcatlipoca, así como a las relaciones entre indígenas y esclavos negros durante la Colonia.
(1) DGCP, 1984.(2) Ramírez Hernández, A., 1983.(3)Aguirre Beltrán, G., 1980.(4) Lozoya Legorreta, X., 1984a.(5) MünchGalindo, G., 1983.(6) Incháustegui, C., 1977.(7) Weitlaner, R. J., et al.1946.(8) Benítez, R., 1972.(9) Sedeño, L., et al.1985.(10) Incháustegui, C., 1967.(11) Simeón, R., 1983.(12) Zolla, C., et al.1988.(13) Ramírez, I. P., 1982.(14) Flanet, V., 1977.(15) Pascual Reyes, E., 1979.(16) Covarrubias, M., 1980.(17) Módena, M. E., 1987.(18) Serna, J. de la, 1953.