La actividad sexual es considerada fundamental para la continuación de la vida, pero también es origen de ciertas enfermedades, ya que la sexualidad está sujeta a un rígido código de conducta cuyo quebrantamiento resulta en un castigo a los infractores. Ya para los antiguos nahuas y mayas, el coito generaba una esencia enfermante. Así, en El ritual de los bacabes, libro maya escrito a finales del siglo XVIII, la unión sexual de dos deidades explica el origen de una enfermedad, llamada ah oc tancas (V. tancas), "frenesí errante", caracterizada por vómitos y fiebres; dicha enfermedad, generada en el cosmos, descendió a la Tierra para desgracia de los hombres (1). Entre los antiguos nahuas, las mujeres adúlteras generaban esencias nocivas; además, el hijo concebido en el adulterio moría o nacía deforme (2). Los antiguos nahuas creían también que la lujuria desenfrenada afectaba al tonalli; por ejemplo, el libertino perdía fuerza vital, y la posibilidad de llegar a una edad avanzada menguaba (2) (V. tlazol).
En la actualidad, el exceso sexual sigue siendo visto como una fuente de enfermedades. En Tlayacapan, Morelos, se cree que la promiscuidad debilita la naturaleza de hombres y mujeres (3). Creencia similar tienen los nahuas de Mecayapan, Veracruz, y los kikapúes de Coahuila (4 y 5). Es más, los pobladores de Mecayapan mencionan que el exceso sexual provoca dolores en el cuerpo, sobre todo en los pulmones. Sin embargo, en esta misma localidad, se reporta una enfermedad -las convulsiones-, causada por reprimir el deseo sexual (V. ataques); es decir, en el mismo pueblo se presentan dos aspectos de la sexualidad nociva: la enfermedad como producto de la lujuria, y la enfermedad debida al deseo sexual frustrado (4).
La relación entre la enfermedad y el sexo, en la cual el coito implica el quebrantamiento de una norma moral, y el padecimiento se presenta como castigo, es común en las creencias populares. Ya se ha mencionado esta relación en la concepción de los antiguos nahuas. Para los mazatecos de hoy, tener relaciones sexuales en la milpa, aun entre casados, conduce inexorablemente a una enfermedad, ya que el lugar de trabajo es sagrado (6).
Entre los huicholes, las normas que regulan la actividad sexual son muy laxas; sin embargo, se debe evitar el coito con gente que no pertenece al grupo huichol. Aquella persona que no observa esta regla será marcada con el olor de una víbora de cascabel (7). La abstinencia sexual implica un estado sagrado que deben seguir ciertos curadores tradicionales, ya sea a lo largo de su vida, o bien en un periodo de tiempo especial requerido para realizar una actividad ritual. Así, para los huicholes, aquella persona que emprende una peregrinación a Wirikúta debe guardar abstinencia, condición referida con el término de estar delicado. Al regresar los peregrinos de Wirikúta, pasan por una serie de rituales con el fin de terminar su estado delicado; de no hacerse esto, dichas personas pueden enfermar a sus cónyuges (7). En los Tuxtlas, Veracruz, la negación de la sexualidad acrecienta el poder mágico de los brujos y curanderos. En esta misma región, se cree que ciertos remedios vegetales deben ser colectados y preparados por vírgenes; de no hacerse así, estos remedios pierden sus cualidades curativas (8). La abstinencia sexual entre los mazatecos no sólo la observan los curanderos, también la deben guardar los hombres al preparar sus milpas, con el fin de no ofender a los duendes guardianes del monte (9). Curiosamente, esta restricción no parece abarcar a quienes cultivan el café (producto comercial de gran importancia en la sierra mazateca), o por lo menos no está reportada en la literatura.
El ayuno sexual es un estado concebido de manera peculiar en las creencias populares: por un lado, permite la comunicación entre el mundo sagrado y los seres humanos; pero, por otro, quien practique dicha abstinencia puede llegar a ser señalado como homosexual, aun cuando sea curandero y ejerza cabalmente su oficio. Así, los informantes mazatecos de Incháustegui señalan categóricamente que "todos los curanderos son putos" (10). Esta relación resulta extraña dado que se compone de elementos contradictorios: por una parte, el curandero es una de las personas más respetadas y temidas por las sociedades campesinas de México y, por la otra, la homosexualidad constituye un comportamiento inadmisible para la mayoría de estas sociedades (entre los antiguos nahuas, el homosexual estaba sujeto a la pena de muerte) (11). Es posible que la homosexualidad sea más tolerada en unas etnias que en otras. En el caso particular de los mazatecos, el homosexual no trabaja la tierra. Está, por tanto, fuera de las alianzas interfamiliares mediadas por el matrimonio (alianzas que en última instancia aseguran el control de la tierra). Así, el curandero mazateco, gracias a su supuesta homosexualidad, no está confinado a una alianza familiar particular y, por esto, es el agente que mantiene dicho sistema de alianzas sexuales. Según algunas fuentes, además de curar, es quien concierta los casamientos: a él lo solicitan los padres del novio para que pida y convenza a la novia y su familia. Además, su carácter dual de hombre-mujer le da el poder de transformar una cosa en otra; de transformar la muerte o la amenaza de muerte, en vida (9).
En cuanto a las relaciones sexuales durante el embarazo, no hay uniformidad en la información: algunos grupos las sancionan, mientras que otros las recomiendan.
(1) El ritual de los bacabes, 1987.(2) López Austin, A., 1984b.(3) Ingham, J. M., 1986.(4) Sedeño, L. et al., 1985.(5) Latorre, F. et al., 1976.(6) Incháustegui, C., 1984.(7) Zingg, R. M., 1982.(8) Arganis Juárez, E. N., 1984.(9) Boege, E., 1988.(10) Incháustegui, C., 1977.(11) Viesca Treviño, C., 1984b.