Día de la semana rebosante de una energía singular que afecta la salud: existe una mayor posibilidad de enfermarse y, aunque parezca contradictorio, también de llevar a cabo rituales terapéuticos exitosos.
Una fuerza cósmica rige el mundo durante el viernes: para los mexiquenses de Tecospa, se trata del calor, cualidad que denota un flujo, independiente de la estación del año, la temperatura o el clima (1) (V. frío-calor). Además, proliferan los espectros patógenos; por ejemplo, en la región otomí, la imagen del Santo Entierro es benéfica; pero en esta jornada, concede favores a los brujos para que realicen sus maleficios (2). Según los mixtecos de San Sebastián, Oaxaca, es una día "fiero", y en él no se debe lavar porque pueden enojarse los espíritus acuáticos y enviar enfermedades: Por su parte, los hechiceros zapoteco que tienen el don de convertirse en animales, realizan sus metamorfosis el viernes en la noche (V. bizá´á y nagual). Conforme a las creencias nahuas de la sierra Norte de Puebla, quien nace en esta jornada, será curandero o brujo (V. sombra).
Quizá por la abundancia de entes dañinos, también es el día adecuado para realizar los ritos curativos en los que se consigue la salud del paciente, a cambio de ofrendar viandas a dichos seres (V. alferecía y limpia). Los mayas afirman que es el momento adecuado para recolectar plantas medicinales (3).
La idea de jornadas fastas y nefastas, existía ya desde épocas prehispánicas. Sin embargo, el aspecto luctuoso del viernes proviene de la tradición cristiana: fue el día en que Jesús murió crucificado (4) (V. calendario y martes).
(1) Madsen, W., 1960.(2) Dow, J., 1986.(3) Baqueiro López, O., 1983.(4) López Austin, A., 1990b.