Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Alferecía

Lengua Indígena: Totonaco (Pue) katli un giskatá, le da un aire (1).

Padecimiento propio de la población infantil cuyas manifestaciones típicas son el amoratamiento de uñas, labios y párpados, así como las crisis convulsivas.

Generalmente se mencionan como responsables de la enfermedad del susto (1 a 3) y a los aires, estos últimos de calidad fría o caliente, o bien, de carácter natural o sobrenatural (1 a 9). Se dice que los aires, en su calidad de agentes causales, penetran en forma brusca en el cuerpo del niño, o son transmitidos por otra persona o animal. La alferecía puede ser causada por un aire en que le "echan ojo" a la criatura, un aire de alferecía (probablemente "contagiado" por otro infante), o un aire que "le echa una gallina" (4). Asimismo, se cree que el feto puede contraerla en el seno materno, durante la gestación, y el recién nacido, durante el periodo de lactancia, por sufrir un susto, experimentar un coraje, o debido al abuso de la madre en la ingesta de alimentos fríos (1) (10 y 11). Otros refieren como causa a los berrinches, particularmente en niños que cursan estados febriles (12 y 13). En Santiago Tuxtla, Veracruz, se señala que puede ser originada por una fiebre de lombrices (12).

En algunas localidades de Veracruz (14) y Puebla (15), se suele establecer una distinción entre dos tipos: la alferecía amarilla y la alferecía morada. La primera, que estiman de mayor gravedad y pronóstico fatal, se adjudica a que a los niños "se les revienta la hiel" por lo que "se ponen amarillos" (14 y 15). La segunda, alferecía morada o simplemente alferecía, tiene mayor incidencia, y sus consecuencias también pueden ser fatales si no se atiende a tiempo; se reporta en las localidades de los estados mencionados, además de Morelos (9), Tabasco (16) y Yucatán (17). Se distingue porque el niño enfermo presenta amoratamiento en uñas de manos y pies, labios y párpados (1 y 2) (5 a 11) (14 y 15) (18), y suele acompañarse de crisis convulsivas (1 a 3) (5) (9) (14) (16) (19 y 20) que la población percibe como "ponerse tieso", "irse de lado" y "retorcerse", así como desmayarse (14) y "quedarse como muerto" (8), e, incluso, se dice que el niño echa espuma por la boca (15); es común que se refieran estados febriles (2) (4 y 5) (9) (12) (20).

Algunos de los tratamientos y actitudes preventivas parecen estar vinculados a la creencia acerca de la etiología del mal: la introducción de un aire en el cuerpo del niño; esto es, están orientados a evitar la entrada de los aires, o a expulsarlos cuando ya han penetrado.

Entre los procedimientos y recursos curativos más comunes se mencionan: limpias (6) y baños con plantas de calidad caliente (9 y 10) (15) (21), lavados intestinales (15), así como tomas orales de jarabes (1) y tés (9) preparados con las mismas plantas utilizadas para los baños, entre ellas, laurel (Lantana camara), yerbabuena (Mentha piperita), muitle (Jacobinia spicigera), ruda (Ruta chalepensis), rosa de Castilla (Rosa gallica) y albahácar (Ocimum basilicum).

Para prevenirla, los mayas de Dzitas, Yucatán, dibujan una cruz con una preparación de ruda molida con sal y aceite, sobre el pecho, garganta, corazón y palmas de pies y manos del niño. Esto lo realizan de preferencia los días martes y viernes, considerados de mayor riesgo para contraer la enfermedad; asi mismo evitan pronunciar el nombre de alferecía en voz alta en presencia de los niños, lo que se estima peligroso. Se dice que un niño puede nacer con la marca de ser atacado por el aire de esta enfermedad, al presentar "una vena gruesa a través de la nariz" (17).

Las interpretaciones médicas generadas en torno a este padecimiento son diversas y, en muchas ocasiones, coincidentes y complementarias. Ya en el siglo XVIII, Esteyneffer la caracterizaba como propia de los niños y afirmaba que:

... es un movimiento convulsivo, interpelado con lesión de la mente y de los sentidos. Unas veces se origina de tumores, otra de vapores, y éstos ya provienen del mismo cerebro, ya de otras partes del cuerpo... (22:177)

Recientemente, Vargas identifica a la alferecía como una probable meningitis, dada la presencia de uñas y labios morados, acompañada de convulsiones y una posible deficiencia mental (14). De igual manera, Gómez López confirma tal diagnóstico para la zona mazahua, y lo describe como un padecimiento relacionado con la epilepsia por hipertermia con fiebres de 40 o más grados (3), mientras que Padrón agrega que estas crisis convulsivas son frecuentemente causadas por fiebres muy altas, ciertas parasitosis intestinales y el tétanos (20). Módena señala que en Hidalgotitlán, Veracruz, la alferecía suele identificarse con lo que la medicina académica denomina tétanos neonatal (19) (V mueso) Por su parte, Delgado considera que, aunque no se cuenta con estudios actuales que describan con precisión sus causas, sintomatología y evolución, es posible suponer que abarque dos tipos de padecimientos: los trastornos epilépticos y el tétanos neonatal, siendo este último frecuente en el medio rural del país (15).

Índice de Autores

(1) Cuerno Clavel, L. et al., 1989

(2) Aguirre Beltrán, G., 1952.

(3) Gómez López, J. M., 1990.

(4) Kelly, I., 1965.

(5) Kelly, I., et al., 1984.

(6) Ryesky, D., 1976b.

(7) Ryesky, D., 1976a.

(8) Sassoon Lombardo, Y., 1979.

(9) Vega-Franco, L., 1979.

(10) Pérez Hernández, A. et al., 1984.

(11) Palacios de Westendarp, P., 1986.

(12) Ochoa Robles, H., 1968.

(13) Aguirre Beltrán, G., 1980.

(14) Lagarriaga Attias, I., 1977.

(15) Delgado Lezama. J. L., 1984d.

(16) Garcés Medina, A. R., 1987.

(17) Redfield, R., 1940.

(18) Leiter Ferrari, W., 1987.

(19) Módena, M. E., 1987.

(20) Padrón Puyou, F., 1956.

(21) Santos García, A. de los et al., 1988.

(22) Esteyneffer, J. de, 1978.

PP y SM