El "dolor de pies" constituye una causa de demanda de atención frecuente entre la población de las comunidades mazahuas. Es atendida principalmente por hueseros, y aunque no es una afección de cuidado, puede acarrear bastantes molestias al sujeto que la padece.
Se trata de una dolencia que aparece luego de un enfriamiento de las piernas ocasionado por "frío y la humedad, o por andar descalzos" (V. frialdad). El tratamiento consiste en sobar la parte dolorida, previa aplicación de una pomada elaborada por el terapeuta mismo a base de "vaselina, árnica, alcanfor, alcohol y mezcal: se prepara calentando vaselina blanca y se le ponen las hojas de árnica, agregando luego tres pastillas de alcanfor, el alcohol y el mezcal". El ungüento se unta en los pies dos o tres veces al día "y con esto se quita el dolor", afirman los hueseros; al término de cada sobada, el terapeuta venda con un trapo los pies doloridos del paciente, para mantener por algún tiempo el calor (V. capulín).
Para evitar esta afección, los informantes recomiendan "no andar descalzos y no pisar lo mojado" cuando se tienen los pies calientes. La enfermedad "se presenta más en tiempo de secas, cuando se riegan los sembradíos".