Sinónimo(s): agarrar la sombra (Gro) (1), cadena (Gro) (2), dar de comer (Hgo) (3), enderezar el alma (Pue) (4), regada (Gro) (2), levante de sombras (Mor) (5), recoger el espíritu (Pue) (6), recuperar la sombra (Mor) (7 y 8), traer la sombra (8). Lengua indígena: Náhuatl tonalanalle (5).
Ritual terapéutico que realiza el curandero para recuperar la sombra que se ha ausentado del cuerpo del enfermo.
El desprendimiento o salida del soplo vital del cuerpo de un individuo puede ser motivado por diversas causas: una fuerte impresión (V. susto), una caída durante el sueño o durante el estado de vigilia, cuando al ser despertada la persona, su alma no tiene tiempo de regresar pues es atrapada por un aire o alguna deidad (V. pérdida del alma). El terapeuta recurre a diversos procedimientos para conocer el origen y la causa de la enfermedad, y así determinar el tipo de tratamiento o ceremonia que deberá realizar el paciente para recuperar su salud (V. sueño y adivinación con granos de maíz).
Por medio de los sueños, el curandero tarahumara, owirúame, diagnostica y recupera la sombra del enfermo. Una vez que conoce el origen de la enfermedad, procede a buscar su huella para restituirla al cuerpo del individuo (9 y 10) (V. huellear). En diversas comunidades de Guerrero, el especialista ofrece el ritual a los cinco puntos cardinales, a los "vientos" o "aires principales", para que "suelten" el alma del doliente y éste recupere su salud. Los nahuas guerrerenses consideran de suma importancia la forma en la que se entabla la relación con las deidades para que éstas acudan a liberar la sombra del enfermo. Con tal motivo, elaboran una ofrenda de tamales, velas y flores, y rocían con alcohol el lugar donde se espantó y quedó atrapada la entidad anímica. Allí, el curandero reza y brinda la ofrenda a cambio de la sombra del paciente (2). En Hueyapan, Morelos, se describe un ejemplo de curación de pérdida del alma. Durante su embarazo, una mujer sufrió un susto frente al río y se le desprendió la sombra, ubicada en la muñeca al lado del pulso; tuvo sueño, ganas de llorar e inapetencia. El curandero buscó la sombra, tiró trece granos de maíz en una jícara, y como ninguno flotó, se dirigió a buscar la sombra al río. En ese lugar realizó varias limpias con copal y ofreció a los "aires" una comida preparada por los parientes de la paciente. Además, colocaron velas y flores mientras rezaron y encaminaron la sombra hacia una botella que contenía agua, y la condujeron hasta la cama de la enferma, quien bebió el líquido con su propia sombra. La ofrenda se dejó en el lugar de la ceremonia y de esta manera logró recuperar la salud (11). Los nahuas de San Luis Potosí levantan la sombra tomando un poco de tierra del lugar donde la persona sufrió el accidente, la colocan en un vaso de agua y se la dan de beber al enfermo, tallando después su cuerpo con tabaco (Nicotiana tabacum) o copal (12). Entre los tepehuas de Pisaflores, Veracruz, el adivino recorta un muñeco de papel, que representa la sombra del enfermo, le "infunde" vida pintándolo con sangre de ave; después, lo coloca sobre el altar al lado de imágenes del culto católico y reza pidiendo por la salud del enfermo. La figura de papel debe permanecer en el altar hasta que se logre su recuperación (13). En San Andrés y Santiago Tuxtla, Veracruz, el pulsador se dirige al lugar donde se asustó el paciente, llevando consigo maíz morado (Zea mays), vino jerez, huevo fecundado de gallina negra, albahaca (Ocimum basilicum) y rosas rojas (Rosa sp.). Allí toma un trago del vino que conserva en la boca, donde también introduce los granos de maíz morado, y succiona así los "pulsos" del enfermo. Con las plantas persigna al paciente; con los mismos elementos le toca todo el cuerpo, de la cara hasta los pies, y con el huevo lo frota por completo. Una vez cumplido este ritual, quiebra el huevo y vierte su contenido en un vaso de agua, depositando ahí también los granos de maíz que hasta el momento conservaba en la boca. De esta manera, "el mal" se ha trasferido al huevo; después hace un envoltorio con los objetos utilizados en la ceremonia y lo arroja a un lugar lejano (14) (V. contagio). En los Tuxtlas, Veracruz, cuando el paciente es sometido a una ceremonia de recuperación de la sombra, debe guardar una serie de restricciones durante los siguientes tres días: no debe salir de su casa, tampoco bañarse o mojarse, y se alimentará únicamente con atoles; se le prohíbe también comer carne y chile. Si algunas de estas restricciones no se cumplen, su cuerpo se inflama a causa "de una acumulación terrible de agua" de consecuencias mortales (15).
En todos los tratamientos en los que se ha extraviado la sombra, se requiere que el terapeuta grite varias veces el nombre del enfermo, para asegurar el regreso de ella al cuerpo (1) (16); también, practicar una serie de limpias con huevo o hierbas, para que el paciente se purifique y prepare para el momento en que se reincorpore su sombra perdida (V. limpia).
En la época prehispánica, cuando un niño estaba enfermo, era llevado con una médica, atlantlachixqui, quien diagnosticaba el origen del mal. En una palangana con agua, la terapeuta observaba el reflejo del rostro del niño, en tanto rezaba la siguiente plegaria:
¡Ea! Dígnate venir, madre mía, La Dueña del Jade (o la Dueña de la Falda de Jade), La que tiene Camisa de Jade, La de Verde Falda. La de Verde Camisa, Mujer Blanca. Veamos aquí al pobre niño, al que quizá abandonó su venerable tonalli (17:249).
Después observaba si el agua mostraba o no el reflejo de la "luz del tonalli"; también solía estudiar la posición de los granos de maíz, su movimiento y su tendencia a flotar o a sumergirse.
Para su fortalecimiento, se aplicaban algunos medicamentos como el tlacopatli; pero para su recuperación las medidas eran más complejas, ya que incluían la búsqueda de la entidad anímica perdida, mediante rezos y plegarias, su captura en algún recipiente adecuado, y su posterior reimplantación en el paciente.
Acabado este encanto y conjuro, ostentando que ya hallaron el tonal, trataban de restituirlo al niño, lo cual hacen comúnmente tomando en la boca el agua conjurada, y poniéndosela al niño en la mollera, o habiendo puesto rostro a rostro con la criatura, le rocían con ella, asombrándolo con el rocío. Otras le ponen también del agua entre las espaldillas, y con estas ceremonias... dicen que le restituyen su tonal y hado, y que ya están sanos, y luego lo prueban unos poniendo el rostro sobre el vaso de agua donde lo ven, y a el rostro claro, maíces, y de la medida de las manos dicen les sale favorable... (17:250).
(1) Aguirre Beltrán, G., 1958.(2) Weitlaner, R., 1961.(3) Sullivan, T., 1969.(4) Ichon, A., 1973.(5) Álvarez Heydenreich, L., 1987.(6) Cifuentes, E. et al., 1988.(7) Baytelman, B., 1986.(8) García Jiménez, S., 1984.(9) Anzures y Bolaños, M. del C., 1978a.(10) Anzures y Bolaños, M. del C., 1978b.(11) Garza, M. de la, 1990.(12) Reyes Antonio, A., 1982(13) Williams García, R., 1963.(14) Scheffler, L., 1988.(15) Olavarrieta Marenco, M., 1977.(16) Signorini, I., 1982.(17) López Austin, A., 1990a.