Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Adivinación con granos de maíz

Sinónimo(s): adivinar con maíz, augurios con granos de maíz (Oax) (1), echar el maíz (Oax) (2 y 3), echar los granos de maíz (Gro) (4), echar maíces (Oax) (1) (5), echar suertes con maíz (6), granos de maíz (Chis) (7), sortilegio del maíz (8), tirar maíz (Oax) (5). Lengua Indígena: Tlapaneco shawha ishi (Gro) (4). Tzotzil sat ?ixim (Chis) (9).

Método diagnóstico utilizado por los adivinos para conocer el origen de la enfermedad y el tratamiento requerido para curarla. Además, se utiliza para conocer el estado del tiempo y averiguar el paradero de personas extraviadas (V. adivino).

Es un procedimiento practicado por un gran número de grupos indígenas: nahuas, huastecos, mazatecos, tzotziles, tlapanecos y purépechas. Existe una gran variedad de técnicas, pues algunas etnias usan granos de diferentes colores, otras tiran los maíces sobre un lienzo blanco, y otras más los arrojan a una palangana que contiene agua. Suelen emplear diferente número de granos: por ejemplo, los mixes disponen de dieciocho, los zapotecos de cuatro a cien y los tlapanecos de veintidós a cuarenta o sesenta granos. Una vez seleccionados, los maíces adquieren una virtud especial y se guardan en bolsas para ser utilizados en los rituales terapéuticos. Generalmente, el sortilegio se realiza frente a altares, los cuales son preparados por los adivinos al mismo tiempo que pronuncian plegarias y oraciones (4).

Entre los nahuas del norte de Veracruz, con granos de maíz el adivino predice el futuro, diagnostica las causas de la enfermedad y determina su tratamiento. El procedimiento se realiza en casa del adivino, frente a su altar. Sobre un lienzo blanco desplegado en el suelo, dispone en uno de los extremos, una hilera de monedas intercaladas con pequeños objetos de origen prehispánico, sean éstos figuras de barro, cabezas de hacha u otros (V. antiguas). En el extremo opuesto, forma otra hilera con cristales y espejos. Una vez acomodados los objetos, el adivino utiliza catorce granos de maíz; los sahuma y canta a los espíritus del monte para que lo guíen. Después lanza los granos y observa su distribución en el piso: cuando caen tres semillas juntas, ellas indican que la enfermedad es causada por el fogón de la casa; en el caso de que seis granos se agrupen formando un círculo, se verifica que el padecimiento tuvo su origen en un manantial; si caen en forma de cruz, el extremo más largo suele indicar la dirección de proveniencia de la enfermedad. También se interpretan otro tipo de lecturas: por ejemplo, de acuerdo con el número de granos que caen cerca de uno de los cristales, los espíritus están indicando el número de gallinas que se deben sacrificar en el ritual curativo; cuando caen tres granos cerca de una de las monedas es señal de que la enfermedad fue provocada por brujería (10).

Para los huastecos, cualquier enfermedad prolongada, accidente o infortunio puede interpretarse como resultado de la brujería, por lo que se recomienda consultar a un adivino para averiguar quién ha sido el causante del maleficio. El especialista coloca un vaso de agua frente al enfermo y arroja granos de maíz rojo de uno en uno, a la vez que el paciente pronuncia diferentes nombres de enemigos suyos. Si alguna de las semillas flota al momento de pronunciarse el nombre de un posible agresor, el adivino confirmará que esa es la persona que mandó la enfermedad (8).

En la comunidad mazateca de Ojitlán, Oaxaca, el especialista adivina, en casa del enfermo, la clase de malestar que éste padece. Extiende una manta en el suelo y coloca sobre ella algunas figuras de barro, monedas antiguas que lleva consigo, además de dos gallinas, flores, aguardiente y un puño de granos de maíz, proporcionados por los familiares. Se hinca delante del doliente y entona plegarias al "rey de los animales", encarnado en las figuras de barro antes mencionadas. Después, toma un buche de aguardiente y lo asperja sobre aquéllas, repitiendo esta acción tres veces. Con las dos manos toma los granos de maíz y los sacude, a la vez que pronuncia unas oraciones, para luego arrojarlos sobre las figuras. Se sienta y observa la forma en que cayeron: si se ordenaron en hilera, el enfermo deberá guardar cama durante mucho tiempo; si forman un cuadrado, es indicio de una muerte probable (11).

En Soyaltepec, Oaxaca, el terapeuta utiliza veintidós granos extraídos de una mazorca que contiene doce carreras: a diez les saca dos granos y a las dos restantes, un grano a cada una. Para elaborar su diagnóstico coloca una sábana sobre el suelo, toma los granos con las manos y los arroja sobre ella: si una semilla cae parada y otra apunta hacia el este, el enfermo sanará; si uno o dos maíces caen de canto, el paciente seguirá enfermo; si acaso algunos se enciman, con el corazón hacia abajo, la persona se agravará; y cuando un grano queda en medio y rodeado de otros, pronto morirá (1).

Para los mazatecos, un susto es cualquier enfermedad que se manifiesta de manera repentina, síndrome que adquiere diversas modalidades. Mediante la adivinación con granos de maíz, el terapeuta puede determinar el tipo de espanto que sufre el paciente; es decir, si se cayó de alguna bestia, de un árbol, en las aguas de un río, o si lo espantó un perro, una culebra, etcétera. Por ejemplo, el curandero asienta en el suelo, frente al altar, un petate y sobre él extiende una manta blanca. Toma cuarenta maíces y los sahuma con copal para purificarlos (V. sahumar). Después los avienta sobre la manta y observa los patrones resultantes. Repite esta acción tres veces y, simultáneamente, invoca a los santos. Las constelaciones formadas por los granos indican el lugar donde el enfermo se asustó y perdió su alma. Sigue arrojando el maíz para así guiar el regreso de la entidad anímica al cuerpo del doliente (3) (7) (12 y 13).

Métodos similares utilizan los zapotecos y mixes, grupos también oaxaqueños, salvo que los primeros realizan sus adivinaciones con cincuenta y dos maíces, y en lugar de sahumarlos, les soplan su aliento (5) (14).

Entre los tlapanecos de Guerrero, la adivinación con granos de maíz se realiza a manera de interrogatorio, donde los resultados del procedimiento indican un sí o un no. El especialista coloca sobre el suelo un montón de sesenta semillas y lo divide en dos pilas; en cada una cuenta los granos de dos en dos. Si los montones son impares, quedando sólo un grano en cada lado, la interpretación es afirmativa; si por el contrario, los dos son pares, la lectura es negativa (4).

Entre los tzotziles de Zinacantán, Chiapas, si el h´ilol, después de pulsar al enfermo, determina que el padecimiento se debe a la pérdida de algunas de las partes de la entidad anímica llamada ch´ulel, recurre a este tipo de adivinación para conocer cuáles de ellas tiene que restituir. Utiliza trece granos de maíz blanco, trece de maíz amarillo, trece de maíz rojo y trece de maíz negro. Los arroja en un recipiente que contiene agua salada, siguiendo el orden antes mencionado. Observa enseguida cuántos de ellos flotan, pues éstos son indicativos del número de partes que ha perdido el ch´ulel (9).

Este tipo de lectura data de tiempos prehispánicos. Quien la ejercía era el adivino, atlanteitlaqui, a quien se consultaba para conocer la causa de la enfermedad, y la duración y manera de curarla (15), así como para determinar malos sucesos, el día propicio para sembrar, cosechar, e incluso, para saber si una persona debía casarse (2). Existían diversas variantes del método: fuera arrojando los maíces e interpretando los patrones resultantes; o bien, echándolos en un recipiente con agua y estudiando sus movimientos y su propensión a flotar o sumergirse (6) (16 y 17).

Índice de Autores

(1) Incháustegui, C., 1977.

(2) Berlin, H., 1988.

(3) Boege, E., 1988

(4) Oettinger, M., 1979.

(5) Weitlaner, R. J., 1962.

(6) Sepúlveda, M. T., 1988.

(7) Laughlin, R. M., 1969.

(8) Alcorn, J. B., 1984.

(9) Vogt, E. Z., 1980a.

(10) Sandstrom, A. R., 1991.

(11) Pardal, R., 1937.

(12) Weitlaner, R. J., 1952.

(13) Cortés P. J., 1976.

(14) Reyes Gómez, L., 1978.

(15) Quezada Ramírez, N., 1989a.

(16) Sepúlveda, M. T., 1978.

(17) Garza, M. de la, 1990.

YG y DM