Ñas ni nieme o bhua. Disipela o erisipela
La enfermedad de la piel conocida popularmente con la expresión nas ni nieme -traducida al español como "disípela"- o con el término bhua, -"erisipela"-, en San Pedro Huamelula y en la localidad de Zoogochi, respectivamente. Los curanderos-hierbateros son los terapeutas que, con más frecuencia, atienden esta afección.
Se trata de un padecimiento de calidad caliente (V. frío-calor) que afecta a las personas sin distinción de edad ni sexo, sobre todo durante la época de calor. Se produce por efecto de los rayos solares, cuando un sujeto se expone por mucho tiempo al sol o "anda sin cubrirse los brazos". Al día siguiente siente que le arden los brazos, presenta la piel enrojecida, inflamada, como si se hubiese quemado; tiene "desgano" (decaimiento) por el dolor y a veces sufre cefalalgia.
Los signos visuales que presenta la piel del enfermo son la evidencia más importante para establecer el diagnóstico, además del interrogatorio.
Los tratamientos destinados a curar la afección consisten en aplicaciones locales de distintos elementos de calidad fría, los cuales tienen el propósito de quitar el calor que está generando la enfermedad. Muchas veces en una misma terapia se emplean varios preparados, los cuales, en su mayoría, están hechos con plantas medicinales. Así, por ejemplo, en Santa María Guienagati los terapeutas recomiendan primero lavar la región afectada con jabón; enseguida, enjuagar con un cocimiento preparado con un poco de madre cacao, manzanilla y una rosa de Castilla y, finalmente, colocar un emplasto hecho con tierra roja, previamente cernida para quitarle la arena. El lodo se deja hasta que se seca y se desprende.
En otras regiones zapotecas utilizan semilla molida de achiote, mezclada con aceite de oliva hasta formar una reparación de consistencia pastosa, la cual se aplica directamente sobre la piel enrojecida; para que tenga éxito, la curación se debe repetir varias veces. Otro tratamiento menos frecuente consiste en frotar el área afectada por erisipela con algunos sapos de agua limpia, uno por vez, hasta que desaparezca el malestar. Una última terapia consignada consiste en la aplicación de calabaza criolla, rallada, "bien mojada en su jugo", a manera de emplasto. La curación debe repetirse hasta conseguir una completa recuperación. Por lo general, todos los tratamientos quitan la inflamación y hacen desaparecer el enrojecimiento de la piel con bastante rapidez. Al enfermo se le recomienda cubrir con un trapo las zonas de la piel afectadas, para impedir que se infecten con el polvo o maduren con el sol.