Descompostura y desviadura de huesos
En la medicina tradicional zapoteca, los términos "descompostura" y "desviadura de huesos" designan a un conjunto de padecimientos relativos al aparato musculoesquelético, los cuales son atendidos generalmente por los hueseros. El primero de los términos comprende una amplia gama de afecciones, que van desde quebraduras y zafaduras, hasta magullones en cualquier parte del cuerpo. La expresión "desviadura de huesos", en cambio, se utiliza casi exclusivamente para referirse a lesiones de la columna vertebral.
Las causas que generan este tipo de afecciones son los accidentes y los golpes, que llegan a afectar alguna parte específica del cuerpo. Ciertas descomposturas se originan por accidentes muy particulares, además de los golpes. Así, la descompostura de manos o de pies -generalmente de los dedos de ambas extremidades-, se produce con más frecuencia por "falseadas", un tipo especial de accidente (V. torcedura). En el caso de los hombros, las caídas de un caballo son la causa más común. La quijada se descompone cuando "una persona bosteza con muchas ganas". En cambio, la desviadura de la espina dorsal se origina por "hacer mala fuerza o cargar un bulto pesado". Cierto tipo de accidentes, como "un sentón o la caída desde un árbol en un solo pie", provoca la "desviadura de cuadril", en la que se lesionan las vértebras de la sección sacra de la espina dorsal.
Las descomposturas reciben el nombre del sitio que resulta afectado. De esta forma, entre las más comunes tenemos: descompostura de manos, de rodillas, de hombros, de pescuezo (cuello) y de quijada. Varios de los síntomas que distinguen a esta clase de afección son comunes a todas ellas, como por ejemplo la inflamación, el dolor y la dificultad para mover el miembro lesionado; en ciertas ocasiones se presenta temperatura. Sin embargo, otras particularidades son propias de cada tipo de descompostura. Así, si el miembro afectado es la mano, el sujeto siente punzadas en la región inflamada y, además, "la mano queda chueca para cualquier lado". En el caso de la rodilla, el dolor e hinchazón no permiten doblar la pierna. Si es el hombro la zona lastimada, "se ve colgado, una mano se ve más baja que la otra y dirigida hacia atrás, y si se abre la paleta, el hombro se va hacia adelante", comentan los informantes; además, la espalda se siente caliente a la altura del área dañada. Cuando el accidente afecta al cuello, lo que en realidad sucede es que "se desvían los cinco huesos que hay en el pescuezo"; en estos casos, "el paciente camina con la cara de lado, siente el cuello inflamado y se le mancha la vista", es decir, sus ojos adquieren una coloración rojiza. Si es la quijada la región afectada, el enfermo se encuentra imposibilitado para comer y hablar, ya que no puede mover la mandíbula inferior.
El enfermo de desviadora de la espina dorsal presenta dolor en la espalda, especialmente en el área de los riñones, además de inflamación y calentura; camina agachado y, si el golpe ha sido muy fuerte, no puede caminar ni sentarse. En la desviadura de cuadril, al paciente "se le abre el cuadril y se le inflama, camina hacia los lados y se bambolea, no puede correr ni cargar nada", señalan los informantes.
El método que los hueseros aplican con más frecuencia para determinar el tipo de lesión que ha sufrido el sujeto, así como para confirmar el diagnóstico presuntivo recabado del interrogatorio y la observación del aspecto del área lastimada, consiste en palpar con las yemas de los dedos la región afectada, y así establecer si se trata sólo de una quebradura, o si el hueso "se salió de su centro". En el caso de la descompostura de pescuezo, al tocar las vértebras correspondientes al cuello, "el terapeuta puede palpar una abertura del hueso y así saber de qué lado está abierto". Cuando la lesión está en la quijada, el huesero coloca las yemas de los dedos debajo de los oídos; de esta manera puede conocer la posición del hueso. En la afección designada como desviadura de cuadril, el terapeuta "revisa todos los músculos de la pierna hacia el tronco, para ver si el hueso se desvió hacia atrás, a un lado, o si se disparó hacia arriba".
Todas las terapias destinadas a curar las descomposturas comprenden, por lo general, tres operaciones: 1) la aplicación de sobadas para calentar los músculos y así disminuir el dolor (V. masaje); 2) la reparación de la lesión y 3) la inmovilización del miembro dañado.
Para cada tipo de descompostura, el terapeuta aplica determinadas maniobras, que describimos a continuación.
Descompostura de mano. El tratamiento consiste en sobar la parte afectada para calentarla; después, el curandero acomoda el hueso, coloca un parche y, por último, una venda, "para que el hueso amacice en su lugar". Después de la curación, el enfermo no debe hacer esfuerzos ni levantar cosas pesadas, por lo menos durante un mes.
Descompostura de rodilla. Primero, el terapeuta soba y da masajes en la zona dañada; a continuación, para contrarrestar el dolor, desinflamar y lograr que se junten los huesos, aplica lienzos mojados en un cocimiento de hojas de árnica y camote de suelda con suelda. Con las mismas plantas se prepara un té que se administra al enfermo. Para ayudar a reducir el dolor y la calentura, cuando la hay, se recomienda tomar un té de cuachalalate. Si durante el diagnóstico el huesero descubre algún tendón "abodocado", es decir, con forma y consistencia de nudo, aplica masajes para "aflojarlo" y para que tenga movilidad. Por último, venda la parte afectada "para que no se mueva". Se deben realizar de tres a cuatro masajes cada tercer día, hasta que el paciente sane.
Descompostura de hombro. Para curar este tipo de lesión, el médico indígena soba la parte afectada con ayuda de un aceite transparente, de color amarillento, que él mismo prepara de la manera siguiente: en un litro de aceite blanco pone a freír de dos a tres camotes de suelda con suelda, 10 gramos de árnica, una hoja de hierba santa, 15 gramos de romero y 15 gramos de albahaca; lo deja reposar y después lo cuela. El empleo de este aceite no sólo facilita el movimiento de las manos durante el masaje, sino que además ayuda a relajar los músculos y a disminuir la inflamación. Una vez que el hombro se ha calentado, procede a colocar el hueso en su lugar, dando jalones cortos y firmes. El terapeuta sabe que el hueso ha entrado a la articulación, cuando el miembro consigue moverse libremente. Por último, venda la zona lesionada y le recomienda al enfermo que evite "hacer ejercicios hasta que no pegue bien el hueso".
Descompostura de pescuezo. Frente a una lesión de este tipo, después de calentar con un masaje la parte lesionada, el huesero "agarra el cuello del enfermo y lo mueve hacia los dos lados para que el hueso se centre en su lugar"; después, revisa las cuerdas (músculos) y los tendones para cerciorarse de que tengan la posición adecuada y no estén inflamados; en caso de estarlo, los "asienta en su lugar y con un masaje baja la inflamación". Al enfermo le recomienda que, por algún tiempo, camine recto y con la vista al frente, "para que el hueso pegue bien y se amacice".
Descompostura de quijada. Al igual que en los casos anteriores, la terapia para acomodar la mandíbula inferior inicia con masajes destinados a calentar la región lastimada, y así disminuir el dolor. Enseguida, el terapeuta acomode el maxilar de la siguiente manera: "aprieta la parte más saltada del hueso y le da un jalón hacia abajo y hacia adelante después, agarra la quijada parejito y le da un nuevo encontrón hacia arriba para que asiente en su lugar"; si le maniobra no da resultado, vuelve a dar masaje en forma más lenta y repite la operación hasta que "el hueso recupere su propio movimiento" y el enfermo puede hablar, lo que indica que ya está curado. Cuando la lesión aún está fresca con un solo masaje es suficiente para arreglar la descompostura; pero si ya pasó algún tiempo, se tiene que hace más de una curación.
El mal puede tener serias complicaciones si el enfermo no recibe atención médica inmediata, o si la terapia no ha sido bien aplicada. Los tejidos que cubren el hueso se entiesan y esto hace que se pierda la movilidad de este órgano.
En el padecimiento llamado desviadura de espina dorsal, el diagnóstico se hace con base en las características del movimiento corporal que muestra el enfermo cuando camina. Para corregir este tipo de lesión, el terapeuta primero revisa la columna vertebral con las yemas de los dedos, iniciando por las vértebras cervicales, para detectar la o las vértebras que están desviadas, además del tipo de desviación que han sufrido; según los curanderos, el hueso puede estar torcido hacia los lados de la espalda, o bien hacia afuera o hacia adentro de la columna; es muy importante determinar la forma de la desviación, para saber de qué lado buscar el anillo de la vértebra y así poder "concentrarla", es decir, corregirla, acomodarla correctamente en su lugar. Los informantes advierten que se debe tener especial cuidado en concentrar el hueso adecuadamente, ya que una maniobra equivocada puede hacer que la desviación quede más pronunciada y, en consecuencia, que los dolores aumenten. Es por esto que la manipulación se debe hacer lentamente, "conforme la persona vaya soportando el dolor"; en cuanto se percibe que el enfermo está sufriendo demasiado, se interrumpe la maniobra y se le dan únicamente masajes en dirección al hueso, para que el malestar disminuya; después, se sigue componiendo el hueso. El éxito del resultado de la operación depende del tiempo transcurrido desde el accidente; si es reciente, la corrección de la vértebra se logra con más facilidad que si se trata de otra que tiene mucho más tiempo de estar lesionada, ya que en este último caso con seguridad el hueso ya está soldado -"embabillado"-, y por lo tanto es necesario despegarlo con mucha paciencia mediante masajes, para acomodarlo nuevamente. Una vez que el hueso ha sido colocado en su lugar, al enfermo se le pone "una bizma de cazuela" o un parche en la región de la espalda correspondiente a la vértebra lastimada, para evitar que el hueso vuelva a salirse de su sitio. Asimismo, se le coloca una venda en la espalda "para que detenga el hueso". La bizma se prepara con 40 gramos de chapopote, 30 de resina de ocote, 10 de pez -pegamento para madera-, 10 de cola y cinco de copal; no se deben rebasar las cantidades señaladas de pez y de cola, ya que la preparación se puede desmoronar al secarse; los ingredientes se ponen a calentar lentamente en una cazuelita hasta que se derriten, y el producto así obtenido se unta en una venda que se coloca en la región del hueso lesionado. La ventaja que tiene la aplicación de una bizma, a diferencia del yeso, reside en que la primera no se hace totalmente dura ni fría y, con el calor del cuerpo, se amolda perfectamente a la columna vertebral, proporcionando la rigidez necesaria y manteniendo el calor indispensable para que el hueso suelde lo más pronto posible (V. vilma). El terapeuta revisa al paciente cada cinco días, ya que existe la posibilidad de que el o los huesos no hayan sido acomodados correctamente; si éste es el caso, vuelve a dar masajes y cambia la bizma. Al enfermo se le recomienda no mojarse con agua fría y evitar el consumo de carne de puerco, semillas de calabaza o chapulín, "porque son alimentos `inconosos´ que maduran las quebraduras"; también debe suspender las relaciones sexuales por lo menos durante dos o tres meses, o hasta que se haya recuperado completamente.
En los casos de lesiones en la columna vertebral, las complicaciones surgen cuando el enfermo deja pasar el tiempo y no acude con el huesero para curarse, en cuyo caso el "hueso desconcentrado" le causa dolores aún más fuertes al querer sentarse, "porque se le dobla la espalda". Si recibe un tratamiento equivocado, "la lesión madura muy rápido" y el sujeto presenta tanto ardor y dolor que puede morir.
Desviadura de cuadril. El tratamiento empleado en este tipo de lesión es semejante al que se aplica en la desviadura de la espina dorsal: primero, se dan masajes para relajar los músculos y detectar el hueso desviado, el cual es acomodado "hacia la taza de la cadera"; de esta manera, el enfermo recobra su movilidad normal. Finalmente, se aplica la bizma de cazuela "para que pegue pronto el hueso y no se salga cuando la persona empiece a caminar nuevamente". La desviadura de cuadril es una afección que requiere de atención médica oportuna ya que, de no ocurrir así, el hueso suelda en esa posición y pierde su movilidad, "porque queda en un solo lado y la carne madura".
La población zapoteca considera que, para este tipo de padecimientos, no existen formas de prevención, ya que sus causas son accidentales y no se pueden evitar.