Lengua indígena: Tzotzil (Chis) chuvaj (1).
Trastornos diversos de las facultades mentales manifestados en conductas extrañas, que imposibilitan la relación normal de un individuo dentro de su grupo social; generalmente, su origen se atribuye a la introducción de seres sobrenaturales en el cuerpo o a los efectos de la brujería.
Los tzotziles de Chiapas creen que los desórdenes mentales son el resultado de un daño causado al espíritu por una acción de brujería enviada mediante un "mal sueño", durante el cual la víctima es golpeada en la cabeza; también pueden deberse a que el compañero animal de una persona es atacado por los naguales (V. tona y nagual). Asimismo, pueden ser resultado de un golpe de garrote que recibe en la cabeza el ch´ulel o alma de una persona; por lo común, se trata de un castigo aplicado por un miembro del c´atinbac, "ayuntamiento de los muertos" o inframundo (2). Entre los mayas peninsulares, se atribuye la locura a la introducción de un espíritu maligno en el cuerpo de la víctima (3); en Oaxaca, los mixtecos de Magdalena Peñasco la consideran un mal divino (4), mientras que los zapotecos de Mitla aseguran que puede ser el efecto de una muina o de una brujería (5). Por su parte, los huicholes jaliscienses de San Andrés consideran que la locura puede deberse a la manipulación que hace una persona del polvo amarillo contenido en la planta que nombran kieri (6) (probablemente Datura o Solandra) (V. viento loco).
En los Tuxtlas, Veracruz, Olavarrieta señala que existen tres tipos de locura clasificados por su causalidad. Los dos primeros corresponden a lo que la autora llama "síndrome de espanto", originado por el encuentro con chaneques o muertos, o por experimentar un terror repentino debido a accidentes que no guardan relación con entidades sobrenaturales. El tercer tipo es inducido por magia maléfica, ya sea por medio de rituales dirigidos a "aprisionar el espíritu de la persona" a la que se quiere dañar, o por la ingestión de ciertas sustancias, como el toloache (Datura stramonium) que, administrado en pequeñas dosis, llega a alterar las funciones psíquicas (7) (V. atontado). La misma autora hace observaciones interesantes de las diversas manifestaciones presentes en los tres tipos de locura:
...En general, los pertenecientes a las dos primeras categorías mencionadas se caracterizan por ansiedad y depresión, en tanto que sólo algunas instancias de `locura´ inducida por brujería implican conductas agresivas. La seriedad de la perturbación varía según la intervención de diversos factores: la intensidad de la experiencia que desencadenó el proceso, el tipo de magia maléfica empleada, el grado de poder poseído por quien se encuentra ejecutándola, y la oportunidad con que el especialista abocado a su curación haya intervenido (7:94).
Pese a la diversidad de sus manifestaciones, la locura tiene como signo característico el provocar la incapacidad de comunicación del enfermo y el rechazo consiguiente del grupo social. A este respecto, Holland apunta que si un individuo observa una conducta calificada como indeseable por su sociedad, como cantar, silbar, gritar y mascullar incoherencias, pierde la capacidad de comunicarse y relacionarse eficazmente con su grupo. Esto lo orilla a vagar por las montañas y dormir en cualquier lugar, olvidándose inclusive de alimentarse. Hay quien se desviste y adopta las ropas del sexo opuesto, quien tiene arranques agresivos en los que intenta matar, o bien injuria a los que lo rodean sin existir razón alguna (1).
Para su curación, los tzotziles recurren primordialmente a procedimientos mágico-religiosos; en menor medida utilizan ciertas hierbas hervidas, a cuyos vapores se expone la cabeza del paciente, o lavan ésta con chuvaj jil vomol (?). Otro tratamiento actualmente practicado entre los grupos mayenses, consiste en la "extracción de la sangre" (V. sangría). En Larraínzar, Chiapas, algunas veces se hace a los dementes una incisión en las venas temporales para que la "mala sangre" salga y los libere de la enfermedad (1).
Mención aparte merece un tipo de locura, en que el paciente presenta estados agresivos y alucinatorios, reconocido por los mixes oaxaqueños de San Juan Guichicovi y que únicamente ataca a aquellos individuos que están predestinados a ser curanderos. El restablecimiento de la cordura sólo se logra por medio de un complicado ritual y por la aceptación de su futura condición de terapeutas (8) (V. taj teedy)
En la época prehispánica, los nahuas distinguieron dos formas de locura: la furiosa, a la que designaban tlahuililocayotl, y la depresiva o xolopiyotl. Atribuyeron las anormalidades psíquicas a la ingestión de toloache; para su tratamiento suministraban el jugo de las hojas de tlatlalmellicpatli (?), o bien, fumigaban al paciente con un preparado de tejidos y excremento de ocelotl, al que añadían algunas resinas; al mismo tiempo, prescribían una dieta con la carne del mismo animal (9).
(1) Holland, W. R., 1978.(2) Guiteras Holmes, C., 1965.(3) Basauri, C., 1940.(4) Benítez, F., 1971.(5) Parsons, E. C., 1966.(6) Benítez, F., 1976.(7) Olavarrieta Marenco, M., 1977.(8) González Sabalza, P., 1982.(9) Vargas Castelazo, M., 1954.