Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
La Medicina Tradicional de los Pueblos Indígenas de México
Totonacos.
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Descripción de demandas
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Descripción de demandas

Pewan. Susto o Espanto

Entre los totonacos, al igual que en otros grupos étnicos de México, el "espanto" o susto es uno de los padecimientos más importantes, tanto por la frecuencia de su aparición como por la gravedad de su desenlace si el enfermo no recibe atención médica oportuna. El espanto, como síndrome de filiación cultural, constituye la primera causa de demanda de atención en la medicina tradicional totonaca.

Se le conoce popularmente de varias formas; así, en la localidad de Coyay, Puebla, el espanto se designa con el vocablo de pekonit, mientras que en Tihutlán, en el estado de Veracruz, los hablantes de la lengua totonaca utilizan el término tapekua para referirse al mismo padecimiento. Por su parte, en la sierra de Puebla le llaman pewan. Con respecto a la designación en español, se emplean ambos términos, susto y espanto, aunque en ciertas regiones privilegian uno sobre el otro. Es un padecimiento atendido con frecuencia por curanderos con especialidades como: espirituales, clarividentes y rezadores. La atención del espanto en la población infantil es confiada normalmente a las parteras "levantadoras de mano".

Como su nombre lo indica, el espanto se produce en un sujeto cuando le sucede un hecho imprevisto, o cuando enfrenta una situación inesperada que le causa una impresión, circunstancias que lo afectan; y le provocan la enfermedad. Así, el encuentro sorpresivo con algún animal o algún fenómeno natural puede originar el espanto. En el segundo caso, es común el surgimiento del mal en los niños cuando presencian alguna riña, particularmente entre sus padres. El espanto también puede ser ocasionado por un sueño, o por las sombras de la noche.

La mayoría de los terapeutas consultados señalan que el sujeto afectado de espanto "brinca cuando duerme", suda mucho a media noche, pierde el apetito y adelgaza visiblemente; tiene los ojos hundidos y su: rostro y las uñas presentan una coloración amarillenta; además, las arterias del cuello le palpitan intensamente, y durante el día se siente desganado. Es interesante destacar un signo de la enfermedad mencionado por todos los informantes: el hundimiento de la fontanela o caída de la mollera, cuando el sujeto afectado es un niño; esta particularidad permite justificar la semejanza entre algunos tratamientos de ambos padecimientos. En ciertos tipos de susto, como el susto de agua (provocado, por ejemplo, por caerse en un río), el enfermo además presenta calentura y, en ocasiones, vómitos (V. espanto de agua).

Uno de los métodos utilizados por los terapeutas totonacos para conocer la naturaleza del mal, reside en realizar un "alumbrado", procedimiento diagnóstico que consiste en una limpia que se hace mediante un huevo y una velita encendida. Después de concluida la limpia, el huevo se quiebra en un vaso con agua, y se "ve" la enfermedad en las figuras que presenta la clara: así, puede aparecer la imagen de una culebra, de los cuernos de un toro, o de algún otro ente que el curandero interpreta conforme a su experiencia. El diagnóstico es confirmado mediante el segundo elemento empleado en la limpia: la vela; en este caso, el terapeuta descifra los movimientos y las eventuales figuras de la flama; este procedimiento también permite conocer la gravedad del padecimiento.

Una segunda forma de diagnóstico consiste en revisar el área del estómago del enfermo: en caso de espanto, éste "se siente duro e hinchado". Varios son los indicios que revelan que el susto entre los totonacos es una enfermedad que afecta en gran medida al estómago, ya que no sólo parte de los tratamientos están centrados en lograr el bienestar de este órgano, sino que incluso cuando el terapeuta diagnostica mediante un alumbrado, frota el huevo de preferencia sobre la región gástrica.

Los tratamientos recomendados por los distintos terapeutas consultados son complejos, y combinan procedimientos tales como: baños, limpias, ingestión de tés medicinales, sobadas, frotadas con lociones y hierbas calientes de olores muy fuertes, y aplicación de emplastos sobre la región estomacal. En una de las terapias, el paciente debe tomar siete baños, uno cada tercer día, con el cocimiento de chilillo, matanzi, estafiate, mirto, toronjil y cocoxtle; al mismo tiempo, debe beber una taza diaria de la misma preparación, durante siete días. Después del baño, se debe cubrir al enfermo para que sude. El cocimiento para el baño también se puede preparar con hojas de alcayuda; según los terapeutas, al tercer baño el enfermo empieza a sentirse bien.

Cuando la terapia recomendada incluye sobadas, el curandero inicia sobando los brazos del paciente, y enseguida procede a ejecutar una maniobra que consiste en apretar la cabeza, en forma de cruz, para que "sigan girando los nervios".

En cuanto a las frotadas, el terapeuta hace el cocimiento hirviendo durante un tiempo matanzi, albahaca, tabaco y ajos machos, hasta que el volumen del preparado se reduzca a la mitad; una vez frío, le agrega un poco de aguardiente, lo envasa y se lo entrega al enfermo para que se frote todo el cuerpo, durante siete días.

Las limpias se hacen con un ramo de ruda y romero y un huevo, que se pasa especialmente por la zona del estómago. Por último, los emplastos se preparan con hojas de sauco, belladona y pomada de alcanfor, y se aplican muy calientes sobre el estómago, una vez al día por espacio de cuatro días (V. levantar la tierra).

Los terapeutas totonacos consideran que el tratamiento está dando buenos resultados cuando el enfermo comienza a recobrar el apetito y a dormir sin sobresaltos. Sin embargo, a veces la mejoría tarda en producirse, especialmente si el padecimiento cursa con calentura. Cuando esto ocurre, ciertos terapeutas sospechan que el enfermo tiene tuberculosis, enfermedad muy frecuente en las zonas totonacas. En estos casos aconsejan al enfermo cambiar el tratamiento (V. zacual).

En opinión de los terapeutas, el espanto es un padecimiento que, si no se trata de inmediato, genera complicaciones que afectan principalmente al sistema nervioso del enfermo, haciendo que sufra "trastornamientos". Su estado continúa deteriorándose, "se hincha, se le adelgaza la sangre" y pierde por completo el apetito, condición que más tarde le produce la muerte.

Una de las pocas formas de prevención aconsejadas, consiste en la ingestión de "agua de espíritu" mezclada con medio vaso de agua, por espacio de 15 días.