El "aigrado" es una causa de demanda de atención de los habitantes de las comunidades mayos, que tratan los "curanderos de tripa", es decir, los terapeutas especialistas en enfermedades del aparato digestivo. Este síndrome de filiación cultural guarda relación con un concepto fundamental de la cosmovisión mayo relativo a las partes anímicas del individuo. Según este pensamiento, cada persona, además del cuerpo material, está integrada por "siete sombras de mayor a menor", es decir, de mayor a menor importancia. Si alguna de estas "sombras anda mal en la persona, ésta enferma, sueña mucho y, si va al médico, sigue igual", señalan los curanderos (V. sombra).
El tratamiento tiene la finalidad de hacer regresar "la sombra" que, por alguna razón, se ha alejado de su propietario. Para ello, el terapeuta hace uso de una hoja de tabaco, con la cual prepara un cigarro -llamado "macucho" o macuche-, que envuelve en hojas de maíz. Desde que empieza a preparar el macucho, el terapeuta continuamente reza, "para que vaya bendito, que vaya vivo" el cigarro, ya que los rezos tienen la propiedad de revivir la hoja de la planta; luego lo enciende y, con el humo, "cruza a la persona para devolverle el espíritu y la sombra", de modo que pueda sanar, refieren los informantes. El término "cruzar" indica un procedimiento que consiste en hacer el signo de la cruz, con el humo del cigarro, sobre el cuerpo del enfermo. En un tratamiento se usan generalmente tres macuchos, uno diariamente durante tres noches consecutivas.
Los curanderos refieren que, cuando el enfermo no va a sanar, el macucho no quiere encender, prende y se apaga; en estos casos, los terapeutas consideran que el paciente no debe ser informado del pronóstico de su mal.