Se conoce con este nombre una dolencia que se manifiesta en la piel, y que puede afectar a cualquier parte del cuerpo, aunque aparece de preferencia en los miembros inferiores. La llaga se origina por estancamiento de la sangre venosa, situación que tiene lugar si el enfermo acostumbra permanecer mucho tiempo de pie, "con las piernas sin movimiento" o "con las piernas colgando". El riesgo de sufrir de llagas aumenta en las mujeres que han tenido muchos hijos.
Las llagas se diagnostican con facilidad: basta observar las zonas de la piel lastimadas; el interrogatorio permite, además, conocer los otros síntomas de la enfermedad, como el intenso dolor que acompaña a la aparición de este tipo de afección.
El tratamiento consiste en lavados de las llagas, seguidos de la aplicación de una pomada destinada a cicatrizarlas. Los lavados se hacen con el cocimiento de tlachichinole, lentejilla, árnica, valeriana e itamoreal. La pomada es preparada por el propio terapeuta, según la receta siguiente: en medio kilo de vaselina se ponen a hervir 100 gramos de flor de árnica, 100 de sábila, 100 de penca de maguey y 100 de hierba del cáncer; cuando la espuma que se forma al hervir la preparación ha desaparecido, se cuela y se envasa. El enfermo debe seguir el tratamiento hasta su completo restablecimiento.