El "mal de orín" es una afección del aparato renal-urinario que se presenta porque el individuo se "sienta en lugares calientes" en forma reiterada; al sentarse sobre estos lugares, tales como la tierra o una piedra, el calor "se le mete al cuerpo" y origina la enfermedad. Ciertos especialistas refieren que también se debe al continuo consumo de alimentos picantes, los cuales son considerados de calidad caliente. El mal de orín se manifiesta con dolor en los ovarios o en los testículos, según sea el caso, además de escozor intenso al orinar, y una sensación de querer orinar con frecuencia.
Los médicos tradicionales otomíes tratan el mal de orín mediante la ingestión de un té de lentejuelilla, administrado como agua de tiempo, durante varios días (V. doradilla, duraznillo, metatera, mosoquelite y acahual). El tratamiento va acompañado de la aplicación de un emplasto hecho con "el hongo del maíz" (cuitlacoche) y manteca, colocado en el vientre, con el objeto de quitar el calor encerrado en su interior. Los terapeutas afirman que, de complicarse la enfermedad, el paciente puede morir; es por esto que recomiendan solicitar la atención especializada de los curanderos en cuanto se presentan las primeras dificultades para orinar.
Para evitar contraer la enfermedad se recomienda "no andar mucho tiempo en el sol y no comer cosas calientes . La población más afectada por el mal de orín son los niños, especialmente durante los meses de abril y mayo.