Entre la población otomí, al igual que entre otros grupos indígenas del país, el "ojo" o tzi ya da, como se designa popularmente, es un padecimiento que afecta principalmente a los niños. Es producido por la mirada de personas adultas en determinadas circunstancias; así, el niño enferma cuando "lo chulean y estas personas tienen hambre (deseos) de tener uno y se llevan su espíritu" (V. mal de ojo). Ciertos sujetos tienen la capacidad innata de provocar el mal porque tienen la "mirada fuerte o pesada". La población infantil es la más susceptible de ser afectada por la mirada de otros, ya que dentro de las culturas indígenas es considerada como "débil". Los informantes refieren que existen ciertas situaciones durante las cuales los niños están más propensos a contraer el ojo: por ejemplo, cuando están "llenos", esto es, cuando acaban de comer.
El niño afectado de ojo presenta la "vista falsa" y un ojo más chiquito que el otro; tiene diarrea y vómito; "está a desagusto, con mucha ansia, y por la noche no duerme". Los especialistas afirman que el enfermo debe ser tratado de inmediato, ya que de lo contrario se le "acaba la sangre debido a que se entripa, el cuajo se le puede reventar y puede morir".
El tratamiento empleado por los terapeutas otomíes para curar el ojo consiste en dos limpias consecutivas: una con huevo y otra con un ramo ("barrida"), procedimientos que van acompañados de rezos. En la primera limpia, el terapeuta talla todo el cuerpo del enfermo con un huevo, iniciando en la cabeza y terminando en los pies; al finalizar, el huevo utilizado se mete en las brasas hasta que revienta, para que se "queme la enfermedad"; otras curanderas lo quiebran en un vaso con agua para poder confirmar el daño. La "barrida" se hace con un ramo de albahaca o pirul, realizando movimientos como de barrida desde el centro del cuerpo hacia afuera, para que la enfermedad "salga". Ciertos informantes complementan el tratamiento con la administración de un preparado de yema de huevo con rosa de Castilla, el cual se debe tomar una sola vez. Con este tratamiento, que se tiene que hacer una vez al día durante tres días, el paciente empieza a tener hambre y sueño; es el inicio de la curación.
Varias son las formas de prevención para evitar que el pequeño enferme de ojo; en una de ellas, la persona "que desea al niño" debe tocarlo o colocarle un poco de su saliva en la frente para impedir dañarlo.