Con el término de "histérico", en la medicina tradicional otomí se designa a un padecimiento provocado por "dejar de comer a sus horas", por padecer una gran pena, por bilis, por coraje o por sufrir un susto considerable (V. brinco del histérico, muina).
Los síntomas que manifiesta el que padece del histérico se presentan principalmente en el aparato digestivo: el enfermo tiene la boca amarga y "siente que se le va el aliento"; pierde completamente el apetito, y como "las tripas están vacías, se le llenan de aire", situación que le produce un intenso dolor en el estómago; no tiene fuerzas, se siente "desguanzado", sus ojos están muy tristes, y "no ve bien, tiene la vista empañada"; pero tal vez el signo más característico del padecimiento, y de gran utilidad para el diagnóstico, es la aparición de "un brinco en la boca del estómago", latido que "siente" el terapeuta al momento de hacer la revisión del abdomen del enfermo.
El tratamiento para curar el histérico inicia con la aplicación de ventosas en el vientre, las cuales se hacen poniendo unas hojitas de altamisa dentro del vaso al momento de colocarlo sobre la piel del enfermo; enseguida se le pone, en la región estomacal, un emplasto que se prepara con pan remojado en vinagre y mezclado con hierba de san nicolás; después se faja al paciente. Ciertos terapeutas aplican además una sobada en todo el abdomen antes de poner las ventosas, mientras que otros prefieren dar a tomar una bebida de sauco que se hace de la manera siguiente: "se corta el sauco tierno y se pone a sudar en un traste limpio; se le pone mezcal, se tapa y se deja un tiempo; después se escurre el mezcal y del jarabe que resultó se toma una copita todas las mañanas y todas las noches". Los informantes afirman que con estos tratamientos "poco a poco se va cortando la enfermedad".
Si el enfermo histérico no recibe tratamiento, el dolor de estómago se intensifica y el latido aumenta; además, como ha dejado de comer, adelgaza, se debilita y puede morir.
Para evitar contraer el padecimiento, se aconseja comer "los alimentos a sus horas y no malpasarse", así como tomar té de pericón. Según los informantes consultados, las mujeres adultas son la personas más afectadas por este mal.