Inflamación de compañeros o relajados de los testículos
Con estas expresiones se designa, en la medicina tradicional otomí, un padecimiento caracterizado principalmente por una inflamación de los testículos, hinchazón que puede ser producida por varias causas: por caídas y golpes, por una "patada en los bajos", por levantar cosas pesadas o por "montar mal un caballo"; a veces, se presenta por alguna afección renal o "por enfermedades de tiempo atrás"; en los niños, aparece "cuando brincan".
Además de la inflamación, el enfermo no puede levantarse ni caminar por el dolor que siente. Durante la entrevista, el terapeuta trata de conocer el origen de la afección. Después, revisa los testículos, los cuales además de estar inflamados pueden incluso estar "colgados", si el golpe fue muy intenso (V. huevos caídos). Según los terapeutas, los testículos cuelgan cuando "se cae la guía que viene desde el riñón", la cual los sostiene. Una forma particular de confirmar el diagnóstico consiste en percutir por la espalda, "con dos dedos, a la distancia de dos dedos del cuadril adentro; se oye hueco porque está vacío, resbalada la cuerda de los testículos", afirman los terapeutas que acostumbran hacer esta maniobra.
El tratamiento es de tipo mecánico y tiene la finalidad de hacer regresar los testículos caídos a su posición original. Para ello, el terapeuta ejecuta el siguiente procedimiento: acuesta al enfermo de modo que los pies queden a mayor altura que la cabeza, y empieza a sobar desde el dedo pulpar del pie, con mucha suavidad, por el lado de afuera de la "espinilla" (tibia) hasta la rodilla; a continuación, soba el muslo por dentro hasta la ingle, y después levanta la pierna del enfermo y le da algunos golpes en la planta del pie; por último, le sacude la pierna y "se oye cómo el testículo cae en su lugar"; la maniobra completa se realiza en ambas extremidades. Enseguida coloca un trapo doblado "abajo, a cada lado del ombligo, para que no se caiga la guía que viene pegada del riñón", y finalmente venda. El masaje se hace con los pulgares de ambas manos, siempre de abajo hacia arriba, empleando "pomada de árnica o pomada de la tía". Después del tratamiento, ciertos terapeutas recomiendan tomar una copita al día de un preparado hecho con azahar molido y maguey "meco"; se mezcla bien, se cuela y se pone a hervir con azúcar, canela, espina de maguey pulquero y 12 tejocotes; después de enfriar se le agrega alcohol.
Según los terapeutas, el hombre que sufre esta afección y no recurre al especialista para curarse "muere más joven o debe usar bordón". Por lo tanto, se recomienda tratarse de inmediato o andar fajado o vendado para que los testículos no se relajen aún más; "el cinturón bien fajado detiene la cuerda que sostiene a los testículos, que viene desde el riñón", aseguran. Se presenta en hombres de todas las edades y es bastante frecuente: "en ocasiones recibo dos o tres al mes", afirman algunos curanderos.