Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
La Medicina Tradicional de los Pueblos Indígenas de México
Nahuas.
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Descripción de demandas
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Descripción de demandas

Bajada de matriz, Caída de matriz o caída del cuello de la matriz y encajamiento de matriz

Las informantes, usualmente curanderas-parteras y parteras-remedieras-sobadoras, de los estados de Puebla y Michoacán, refieren que el encajamiento de matriz es un padecimiento que afecta de preferencia a las mujeres adultas -mujeres "muy trabajadas", como dicen en Michoacán-, aunque a veces puede presentarse también en las jóvenes. Las expresiones caída de matriz, "bajada de matriz" y "caída del cuello de la matriz" son sinónimos, e indican una afección caracterizada por el desprendimiento del cuerpo del útero, en tanto que en el "encajamiento de matriz", el útero se encuentra sólo desplazado de su sitio.

Es un padecimiento ocasionado por "cargar cosas pesadas, golpearse, caer sentadas o resbalarse", por "hacer fuerzas inútiles en levantar algo imposible", o por los esfuerzos que la mujer hace cuando puja durante el parto o cuando tiene disentería; por último, puede ser producido porque (a las mujeres) "les aprietan con mucha fuerza su estómago durante el parto", con lo que se hace referencia a un procedimiento acostumbrado entre los nahuas, que consiste en ponerles a las parturientas un ceñidor, bien ajustado, alrededor de la cintura. Otras causas referidas en Michoacán son: no cuidarse después del parto (por ejemplo, levantarse demasiado pronto, antes de cinco días); no fajarse la cintura después de aliviarse, lo que puede producir la caída de la matriz; "por haber tenido mucha familia o por ser muy paseadas" y, finalmente, "por realizar actos sexuales brutales".

Los síntomas que la enferma presenta son de dos tipos: los que afectan a su sistema reproductivo y los de carácter general. Los primeros se manifiestan como irregularidad en el ciclo menstrual -el cual se puede presentar cada dos meses o cada quince días-, infertilidad, salida de un flujo espeso y amarillento por la vagina, además de comezón y ardor al orinar. El segundo grupo de síntomas comprende fuertes dolores debajo o a los lados del ombligo, dificultad para caminar y sentarse -"la enferma se debe sentar de lado"-, debilidad general, deseos de estar permanentemente acostada, dolor de cabeza, inapetencia, a veces diarrea y dolor al defecar, resequedad de la boca y rostro amarillento.

Variadas son las formas de diagnosticar, ya sea el encajamiento, ya sea la caída de la matriz. Durante la consulta, algunas terapeutas diagnostican de manera externa, mediante la palpación del vientre de la paciente, lo que les permite determinar si la matriz está "encajada a un lado"; al ser colocada del lado donde se encuentra "encajada" la matriz, la enferma siente un dolor "que no lo aguanta". Cuando la matriz está caída, muchas veces es posible observar el órgano salido: "en ocasiones, la salida del cuello mide de 3 a 5cm, está inflamado y morado, tiene manchas rojas y moradas provocadas porque se roza continuamente", señalan las terapeutas. En algunos casos aparece "una bola dolorosa del tamaño y apariencia de un huevo".

El último método de diagnóstico consignado consiste en la revisión interna de la paciente: la partera pide a la enferma colocarse en posición supina, con las piernas abiertas y dobladas, y pujar "como si quisiera ir al baño"; en ese momento le introduce el dedo medio por el canal de la vagina, como si estuviera haciendo tacto, y si el dedo se introduce sin dificultad, es decir, no encuentra obstáculo en su camino, entonces "la señora está bien"; pero si sólo "se logra introducir la yema del dedo", entonces sí tiene la matriz caída.

Varios son los tratamientos mencionados por los terapeutas, la mayor parte de los cuales están basados en un procedimiento terapéutico llamado sobada, practicado con el fin de colocar nuevamente la matriz en su posición correcta. Estos tratamientos muchas veces van acompañados por la ingestión de preparados de plantas medicinales o por la aplicación de cataplasmas, para colocar la matriz "al calor del cuerpo". Las sobadas practicadas por los terapeutas varían dependiendo de la región en donde ejercen su práctica. Así, en Puebla se acostumbra "sobar el estómago" (el vientre) durante 15 minutos con aceite de comer, y después "sacar" la matriz de donde está" encajada", y empujarla a su lugar. También en el estado de Puebla, otra manera de sobar a la paciente consiste en acostarla, "agarrarle con las yemas de los dedos el hueso de la vagina (del pubis) y jalar hacia arriba"; al realizar estos movimientos -dice la terapeuta- "voy sintiendo una bola dura adentro de la barriga; la sobo hasta que aguante". Después, con ayuda de otra persona, se cuelga a la paciente cabeza abajo y se continúa sobándole el vientre en dirección a la cabeza, "como si estuviera recogiendo algo; lo hago con las dos palmas de mis manos y sobo hasta que me canso". En el estado de Michoacán, la terapeuta soba a la paciente empezando por los talones de ambos pies, siguiendo por los "nervios" (músculos), de abajo hacia arriba, con la finalidad de aflojar aquellos "que están tiesos y jalan la matriz". Después se "acomoda la matriz en su lugar sobando por fuera"; se dan unas tres sobadas, una cada día. Terminada la sesión, la paciente es fajada fuertemente con un lienzo en la región del vientre, venda que debe llevar por un periodo de tiempo variable (entre 20 días y tres meses). Como se ha mencionado anteriormente, la sobada va siempre acompañada por la ingestión de un preparado de plantas medicinales, administrado con el fin de hacer que, junto "con el té y la vendada, se reduzca la piel". El preparado es complejo y se hace con "un ramito pequeño de gobernadora, que tiene la propiedad de hacer que la mujer orine mucho", cuatro o cinco hojas de simonillo, un ramito de hierba dulce, una "piscacha" de anís en grano, un poco de pimienta, una ramita de manzanilla y cáscara de naranja, hervido todo en tres litros de agua durante el tiempo necesario para que el volumen se consuma a la mitad; se cuela y se da a tomar endulzado con miel virgen, porque el cocimiento es muy amargo; se debe beber medio vaso dos veces al día, en ayunas y al acostarse, durante siete días. Otro preparado comprende damiana de California y Ovaritón, endulzado con miel virgen, que la paciente debe tomar muy caliente, a razón de una taza una vez al día. En Michoacán se acostumbra sustituir la ingestión del té con la aplicación de una cataplasma preparada con estafiate zacatalina (hierba del coyote), epazote y hierbabuena, fritos en aceite de coco. Según las parteras de esa región, "estas hierbas sacan el frío que agarró la matriz por estar caída". Algunas terapeutas acostumbran volver a aplicar el procedimiento curativo una vez cada dos meses, por un periodo de un año, para que la paciente se restablezca completamente.

Un procedimiento particular practicado por las curanderas y parteras de la zona de Teziutlán, Puebla, en los casos en que la matriz está salida, consiste en acostar a la enferma y lavarle bien "su parte" con jabón de azufre, secarla con un trapo limpio; enseguida, la terapeuta hace presión sobre el vientre para que "acabe de salir bien el líquido" y seca nuevamente; luego moja un pedazo de algodón en aceite de manzanilla y procede a empujar lentamente el cuello de la matriz hacia adentro, continuando la maniobra ya no con la mano, sino con un palito al que se le ha enredado algodón y trapo; empuja hasta que "una comprende que ya llegó a la parte de donde salió" (V. zumpancle). Después, "con las manos sobre el vientre, se empuja la matriz al lado izquierdo". El palito con el algodón, que sirvió para llevar la matriz a su lugar, no se retira "para que no se salga de nuevo", y se continúa sobando para "que el cuello esté en su lugar"; después, se le pone una venda en el vientre, apretando poco a poco, y se hace un nudo que debe quedar en la parte de abajo de la "barriga". Para terminar, se le administra un té preparado con hierba de cenicilla, hierba dulce y flor de árnica, hervidas en dos litros de agua durante el tiempo suficiente para que se reduzca a la mitad; se da en dosis de dos "pocillos" al día (uno en la mañana y otro en la tarde), endulzado con miel virgen y lo más caliente que la paciente pueda soportarlo. A los tres días la enferma recibe otra curación, pero esta vez se la lava con un preparado de huichín y una cucharadita de yodo, en un litro de agua; la terapeuta le retira el palito con el algodón, y le aplica "unas ventosas en la cadera". La mujer continúa curándose cada tercer día y consumiendo el té hasta recuperarse totalmente.

Durante el tratamiento es conveniente que la paciente "no muela, que evite los alimentos irritantes, que no se asolee, que se dé baños con agua de hojas de nogal y cogollos de sauco sin hervir". Es aconsejable también que durante este periodo no tenga relaciones sexuales; debe, además, cuidarse de no pisar el suelo mojado.

Si la mujer que sufre encajamiento o caída de matriz no recibe tratamiento, el padecimiento se complica: pierde completamente el apetito y sus reglas ya "no se componen"; se hace más grande el cuello de la matriz y se "sale más, se estira, se hincha y se le forman llagas que se infectan"; "les da mucha comezón y continúan muy escaldadas"; "se despega la matriz y cae para afuera, produciendo hemorragia y la muerte". Algunas terapeutas consideran que cuando la matriz "ya ha caído fuera, no hay remedio, es necesaria una operación". Esta enfermedad es considerada una seria causa de mortalidad en las mujeres que no son atendidas oportunamente.

Las terapeutas nahuas consideran que se pueden tomar algunas medidas para prevenir esta dolencia. Así, recomiendan no levantar cosas pesadas, especialmente si la mujer es "débil", de edad avanzada o acaba de terminar su embarazo; también aconsejan que durante el parto no se le apriete el estómago, "porque la criatura trae su propia fuerza"; cuanto más, aconsejan, al momento del parto, "amarrarle una sábana o lienzo alrededor de la barriga, ya que con su misma fuerza ella la aprieta". También recomiendan que la mujer no tenga muchos hijos ya que, a más partos, mayores son los riesgos de sufrir una caída del cuello de la matriz. Las parteras consultadas atienden entre cuatro y siete pacientes al mes.