K´ak´as ich . Mal de ojo u ojo
El mal de ojo u "ojo" es el padecimiento que constituye la segunda causa de demanda de atención de los habitantes de las comunidades mayas de la península. Su nombre más frecuente en maya es k´ak´as ich, pero -según el agente causal- también se le conoce con otras expresiones, entre las que encontramos: ojoy maak (ojo de hombre), ojoy kala ´n (ojo de borracho), ojoy xion kolee (ojo de embarazada), ojoy balche (ojo de animal), ojoy k´a´an (ojo de cielo nublado), ojoy luum (ojo de viento de la tierra), ojoy yi ka ja´ (ojo de agua), ojoy kiin (ojo de sol), ojoy mama uuj (ojo de la luna), ojoy alux (ojo de alux), ojoy balam (ojo del dueño de los montes), ojo de hambre y ojo de remolino.
Se trata de una enfermedad infantil, aunque en ciertos casos también la pueden contraer personas adultas, como, por ejemplo, "las muchachas bonitas". La población de más alto riesgo y para la cual el padecimiento puede ser mortal, son los niños menores de un año, considerados "mas sensibles" por la mayoría de los terapeutas; algunos informantes incluso juzgan que este periodo comprende los primeros cinco años de vida del menor. Esta idea guarda relación con uno de los conceptos fundamentales de la cosmovisión de las culturas mesoamericanas, según el cual el niño al nacer es de "naturaleza débil", "su espíritu es débil", condición que va cambiando en el transcurso de su existencia, ya que va haciéndose cada vez más "fuerte" a medida que envejece. De este modo, son los ancianos del grupo las personas que poseen un espíritu más fuerte, cualidad relacionada además con la sabiduría y con la menor vulnerabilidad a las enfermedades que esa condición proporciona. Ciertos informantes consideran que aunque durante el primer año de vida el riesgo de contraer el mal de ojo es mayor, existen situaciones que acrecientan esta propensión: estados de debilidad orgánica del niño -después de haber sufrido alguna enfermedad, por ejemplo-, o en el periodo de aparición de la primera dentición. Después, hasta los siete u ocho años, cualquier niño esta en peligro de contraer la enfermedad, opinan los terapeutas consultados. Pasada esta etapa, sólo los que son particularmente bonitos y graciosos continúan siendo susceptibles al mal de ojo.
Debido a que el mal de ojo es una enfermedad de la primera infancia no es de extrañar que el especialista más solicitado para su atención sea la partera, seguida por hierbateros, curanderos, sobadores y sacerdotes tradicionales. Solo en ciertos lugares de Yucatán encontramos a un especialista, denominado "rezador del cerro" que atiende esta afección. Los terapeutas califican al mal de ojo como una dolencia "mala", entendiendo por esto que el origen de la afección es oscuro, que están implicadas relaciones interpersonales caracterizadas por la maldad, y que la forma como se adquiere refleja, la mayor parte de las veces, la intencionalidad de dañar al niño.
Numerosas son las causas que pueden dar origen al padecimiento. Su análisis nos ha permitido agruparlas en tres conjuntos fundamentales:
A este conjunto de ojeadores, pertenecen ciertos animales tales como la gallina, el gallo, el gato, el perro, el caballo, el pavo y el perico, considerados con la capacidad de provocar el mal de ojo.
Los síntomas que indican que el pequeño ha contraído la enfermedad se manifiestan casi de inmediato, mediante la aparición de diarrea amarilla, que a las pocas horas cambia a un verde intenso (V. diarrea de los niños), de mal olor y con mucha espuma; enseguida surgen los vómitos, así como uno de los signos más significativos del mal: un ojo se le pone más pequeño, o más caído, como aseguran ciertos informantes; otras características del paciente de mal de ojo son: dolor de "barriga", calentura, intranquilidad, llanto persistente, ojos hundidos "como desmayados", sudoración pegajosa, "aceda", con un desagradable olor a "crudo", inapetencia, mucho sueño, debilidad, mucha sed, palidez, mollera sumida, nauseas y rostro triste. Varios de estos síntomas son indicativos del padecimiento, lo que permite muchas veces a la madre hacer el diagnóstico y llevar el enfermo al terapeuta sólo para que lo cure.
El diagnóstico se establece fácilmente mediante la observación del aspecto del niño, aunada al interrogatorio de la madre. Además de la presencia de "un ojo más chico que el otro", los ojos hundidos y el rostro triste, otros elementos indicativos para determinar la presencia del mal de ojo son las características de las evacuaciones: espumosas y de color verde. Ciertos terapeutas acostumbran confirmar la enfermedad haciendo uso del olfato -en este tipo de paciente la sudoración tiene un olor particular-, o palpando la región del pulmón y pulsando, especialmente cuando el enfermo tiene calentura. Algunos especialistas, como los sacerdotes tradicionales, confirman el diagnóstico utilizando otros procedimientos, tales como sacar la suerte, o por medio del cristal zastún. "si en medio del zastún se ve un niño rodeado de humo, es que la causa del mal de ojo es el mal viento", señalan los informantes. La limpia con huevo y plantas es otra de las formas de certificar la enfermedad: en este caso el terapeuta sienta al niño en sus piernas, toma en su mano izquierda un huevo, una palma de ruda y una de albahaca y lo pasa por la cabeza del niño en forma circular; después rompe el huevo en un vaso de agua" e interpreta las formas que su contenido adquiere.
Los tratamientos utilizados por los médicos tradicionales mayas para curar el mal de ojo son numerosos. La gran mayoría se basa en baños, con preparados de plantas medicinales, generalmente en cocimientos, destinados a quitar el "calor" que está provocando la enfermedad. Las especies vegetales empleadas con más frecuencia son: ojo´o -enredadera con frutos redondos parecidos al fríjol, de color rojo y negro; ojo xiw -enredadera de hojas rosadas parecidas a las del tamarindo; ruda cruz ojo -"enredadera con hojas en forma de cruz"; tamankam; k´anan (Hamelia patens); tzutzuc (Cissampelos pareira); oxo´o ak; paay che´ (Petiveria alliacea); taankas che´ (Zanthoxylum fagara); a´ca xiw (Blechum brownei), xpepeltum (Cissampelos pareira); siip che´ (Malpighia glabra); anís; saramuyo (Annona squamosa); guayaba; camulol; ja´abin (Piscidia piscipula) o tu´un jabin; sinanche´; roble; chert ojo; pukim (Callicarpa acuminata); puntanaal; xkakaltum (Ocimum micranthum); tupk´im; albahaca y valeriana (V. también Heliotropium angiospermum y Solanum nudum). En ciertas regiones de la península el baño se prepara de la siguiente manera: en una cubeta con agua se restriegan las plantas y se coloca al sol; enseguida se traen 13 piedrecitas de algún cruce de caminos, o se recogen de un lugar donde acostumbren sentarse los borrachos -si la causa de la enfermedad ha sido la mirada de alguno de ellos-, se calientan al rojo vivo y se echan al recipiente de las plantas "para cocer el baño", indican los informantes. Antes de comenzar a preparar el baño, se recomienda "hacer una oración para ofrecer el medicamento a los santos, especialmente al santo Niño de Atocha, y luego encender una veladora. Con los baños se pretende que el niño "se tranquilice y se le corte la diarrea".
Muchas veces basta con lavar la cabeza al paciente, de acuerdo con la idea de que el "calor" se concentra en esta parte del organismo del enfermo; en este caso, la preparación se hace humedeciendo las plantas con alcohol o agua, y enseguida "lavando", es decir, restregando la cabeza del sujeto. Generalmente se emplean las mismas plantas recomendadas para los baños, con algunas excepciones; por ejemplo, en Campeche acostumbran lavar la cabeza del niño con una planta de nombre uta chak -planta considerada el excremento del dios Chak; se trata de una suerte de musgo "de color verde, como sopa cocida, que se encuentra sobre las piedras grandes, y que se puede secar y guardar"; la contrahierba es otro de los vegetales elegidos por los habitantes de estas áreas.
Generalmente, los baños van acompañados de otros procedimientos terapéuticos, tales como la ingestión de algún preparado medicinal, o la aplicación de lavados intestinales. En el primer caso, las plantas empleadas pueden ser las mismas que se han utilizado para el baño, u otras, como es el caso del medicamento preparado restregando poleo, ruda, xpepeltun o x-petetun (Cissampelos pareira) y ya ´ax kan ak en agua fría, el cual se cuela y se administra como agua de tiempo. A veces el té se hace con un solo vegetal, como es el caso del cocimiento de frutos y flores de oxo´o kax, -en número de 13-, y dispensado como en el tratamiento anterior. Para tratar ciertas formas más graves de la enfermedad, como el mal de ojo por aire (ik-ojo), en algunas regiones de la península -en Quintana Roo, por ejemplo- recomiendan un preparado especial que se hace con un huevo de gallina negra, ojo de venado y la punta del cuerno de una chiva negra; se sancochan todos los ingredientes en 250 ml de agua y se administra en dosis de una cucharada cada media hora. Con respecto a los lavados intestinales, se emplean las mismas plantas recomendadas para los baños y se hacen con la finalidad de "limpiarle el intestino" al niño, ya que esto permite refrescarle el interior del vientre, región en donde también se ha acumulado el "calor" de la enfermedad.
Ciertas formas de mal de ojo -ojo de borracho, ojo de embarazada, ojo de "caluroso"-, son particularmente temidas por la gravedad de los síntomas que provocan. En estos casos los tratamientos comprenden la participación directa del causante de la afección o de algún elemento asociado a él. Así, como indicamos anteriormente, la composición del baño incluye 13 piedrecitas de algún lugar en donde habitualmente se sientan los borrachos. En otros casos, el causante del mal de ojo ejecuta parte de la terapia, como en el ejemplo siguiente: "el borracho debe masticar un poco de ruda con licor (de preferencia un sobrante de alguna botella), y después escupirle en la cabecita al niño; o mastrujar la ruda con licor y frotarle las palmas de las manos y las plantas de los pies"; el tratamiento completo incluye baños y la ingestión de un te. De igual manera, si es una mujer embarazada o una persona "calurosa" la que origino el mal, su participación en la curación consiste en "soplar nueve veces al niño".
Aunque se trata de una intervención sencilla, no es fácil conseguir que una gestante acepte colaborar en el tratamiento, ya que se tiene la creencia de que si lo hace "puede morirse su bebé".
Ciertos tratamientos están indicados para algunas formas particulares de mal de ojo. Por ejemplo, cuando el enfermo ha apenas contraído la enfermedad y se conoce al sujeto que la ha causado, entonces se le pide "que abrace y bese al niño"; de este modo se evita que el mal progrese. O si el daño ha sido causado por "un viento de agua o de lluvia, se cura con excremento de lluvia -lodo de color amarillo, localizado en lajas del monte cuando acaba de llover-, el cual se aplica sobre la mollera del niño y se deja hasta que se seque".
En ocasiones la enfermedad se manifiesta con gran intensidad y con fiebre alta; en estos casos, el tratamiento incluye la aplicación de un emplasto en todo el cuerpo del enfermo, el cual se prepara mezclando pimienta y clara de huevo de gallina negra. El emplasto también puede quitar el "calor", y se aplica en una forma poco usual, como lo emplean ciertos terapeutas en Campeche: "se rompe un huevo en un plato y se mastruja con hojas de xana mucu; enseguida se pasa primero por encima de la cabeza, después por las palmas de las manos y por último por los pies del niño, pero sin untarlo, y cuando se va a dormir se pone el plato con el preparado bajo la hamaca para que absorba el calor que esta causando el mal".
Si el mal de ojo cursa con caída de la mollera, la terapia comprende la práctica de chupar la fontanela a través de un pañuelo, "para no succionar con fuerza".
El principal objetivo de los tratamientos hasta aquí mencionados, es el de eliminar del cuerpo del enfermo el exceso de calor que esta provocando el mal, aunque ciertos elementos empleados en algunas terapias aluden a los "aires" que pudiesen estar involucrados en la causalidad. Un ejemplo de la idea anterior es la soplada con ruda en la curación del "ojo de borracho", o el empleo de ruda y de albahaca en la preparación de los baños, plantas utilizadas sobre todo en los padecimientos provocados por "aires". Sin embargo, ciertos tratamientos consignados por terapeutas del estado de Campeche están centrados en esta precisa idea: el mal surge como consecuencia de la entrada de un aire al interior de la cabeza del enfermo. La curación consiste en hacer punciones (jup, en lengua maya; Lit. "pinchar") en forma de cruz, primero en el centro de las cejas a nivel del nacimiento del pelo, luego en el centro de la parte posterior de la cabeza y, por último, detrás del pabellón auricular. Según los informantes, "esto hace sudar al niño"; la razón por la que las punciones se hacen de esa forma, reside en que "como no se sabe de dónde vino el mal, hay que pinchar en los cuatro puntos cardinales para que el mal salga y el niño quede bien". Otro procedimiento utilizado en estas mismas zonas, con idéntica finalidad, es la limpia con ramo, que se hace empleando albahaca, siip che, ruda y analche; el terapeuta "barre el cuerpo del enfermo en dirección a los cuatro puntos cardinales, mientras invoca a Dios Padre, a Dios Hijo, al Espíritu Santo, a Santiago Caballero y al Sagrado Corazón de Jesús".
Un ceremonial religioso es el último tipo de tratamiento recomendado para el mal de ojo. Se trata de la santiguación, ritual que se lleva a cabo frente a un altar, y durante el cual "se ora a Dios Padre, a Dios Hijo y al Espíritu Santo; se les pide ayuda a los que sostienen los cuatro pilares del mundo, a los cuatro puntos cardinales y al cielo", refieren los terapeutas.
En la medicina tradicional maya el mal de ojo es considerado un padecimiento extremadamente peligroso. Los informantes señalan que si el niño no recibe el tratamiento adecuado "se seca, queda completamente flaco, no se le cocinan sus alimentos en el estómago; se le caen los parpados, le agarras el pellejo y esta seco, los labios se le resecan, no quiere tomar leche, no quiere nada, llora y no le salen lágrimas". Por otra parte, la diarrea "se convierte en disentería, el niño ya no acepta los alimentos, se debilita y puede morir". El aumento de la frecuencia de las deposiciones y la consecuente deshidratación son las dos causas últimas que llevan a la muerte al enfermo. Aunque algunos terapeutas aconsejan acudir al Centro de Salud -en caso de que el paciente se agrave, "porque si no lo llevan al hospital se muere"-, la gran mayoría considera peligrosa la intervención del medico, ya que "el no va a saber si es ojo lo que tiene y le da medicamentos que no le harán efecto y podrá morir el bebe". Ciertas formas de la enfermedad, como el mal de ojo ocasionado por "una persona que tiene un lunar en el ojo", deben ser tratadas exclusivamente por un sacerdote tradicional, ya que "el niño se muere si no es atendido por un h ´men". En aquellos casos en que la temperatura, el vómito y las evacuaciones aumenten al punto de hacer temer por la vida del enfermo, los terapeutas revisan nuevamente al paciente, haciendo uso del cristal zastún "para ver qué mal es el que ofrece resistencia" y poder así realizar la ceremonia adecuada; en estos casos, además, aconsejan "hervir tres puntas de cáscara de saramuyo (Annona squamosa) y tres de naranja y darle de tomar al paciente".
Numerosas son las formas de prevención del padecimiento, los cuales, en su mayoría, tienden a evitar la relación con los agentes causantes del padecimiento, como son la mirada fuerte de las personas potencialmente peligrosas, o los aires, especialmente "los vientos de lluvia". Hay formas permanentes y formas transitorias de protección, así como medidas preventivas destinadas a contrarrestar ciertos tipos de mal de ojo, por lo general aquellos considerados particularmente perniciosos.
El uso de amuletos ("contraojo"), es tal vez la forma más común de protegerse tanto de las "miradas fuertes", como de los aire -las dos causas más importantes de la enfermedad. Estos talismanes consisten ya sea en objetos de colores rojo o negro, o que asemejen a un ojo, ya sea en elementos con propiedades específicas contra los aires. Entre los primeros, encontramos: pulseras o collares confeccionados con las semillas rojas y negras del oxo´o kax, o con nueve hilos de los mismos colores, o bien con la semilla de nombre "ojo de venado". Entre los segundos, una cruz o pulsera de tamankam, taankas che´ (Zanthoxylum fagara) o de ruda. Una manera sencilla de proteger al niño consiste en ponerle alguna prenda de vestir al revés, o hacerlo portar algún objeto que tenga un significado mítico o religioso particular, como son el amuleto hecho con un cordón umbilical seco o el escapulario de la santa Ara Negra.
Ciertas medidas preventivas están destinadas a proteger a la población de más alto riesgo, como son los niños pequeños. Así, las madres colocan un pañal sobre la hamaca, para que "el mal aire se quede en el pañal" y, en consecuencia, no enferme al infante. La misma finalidad se consigue colocando debajo de la cama dos machetes o dos alpargatas en forma de cruz.
Las santiguadas son otra forma de obtener protección contra esta dolencia. Durante la ceremonia, el sacerdote tradicional emplea hojas de ruda, ya que está planta es considerada con propiedades específicas para detener los malos aires. Ciertos rituales menores son realizados usualmente por algún miembro de la familia, sobre todo cuando se tiene la certeza de que el niño ha estado expuesto a "miradas fuertes" o a "aires"; es así que se recomienda tallarle nueve veces todo el cuerpo o la cara con la ropa interior sucia del padre.
Otras formas específicas de prevención de la enfermedad requieren ser ejecutadas por los sujetos poseedores de mirada fuerte, como las mujeres encinta o los borrachos, los cuales "si miran al niño deben después abrazarlo y besarlo; lo mismo debe hacer la persona que sabe que tiene la mirada pesada". Por lo general, en las comunidades los habitantes conocen a los poseedores de esta extraña propiedad y evitan que sus niños tengan contacto con ellos; por lo demás, este tipo de personas generalmente advierte a los demás acerca de esta cualidad.
Dentro del numeroso conjunto de medidas preventivas conviene destacar las distintas formas de "curarse con ruda", procedimientos que permiten no sólo evitar contraer el mal de ojo, sino que convierten al niño en un poseedor de vista fuerte, una vez que ha alcanzado la madurez.
Por último, es necesario tener en cuenta las recomendaciones de carácter general -que todos los terapeutas proporcionan y que la población generalmente conoce-, acerca de la necesidad de evitar exponer los niños a las causas que provocan la enfermedad, especialmente a aquellas de las que derivan las formas graves del mal. Como se ha mencionado anteriormente, el mal de ojo es un padecimiento de la población infantil, si bien en ocasiones también pueden contraerlo las personas adultas. Los terapeutas consideran que "los niños más sensibles al mal son los que tienen menos de un año, o nacen con tres remolinos". No tiene variaciones estacionales.